Es un verano atípico para la política. Hubo pocas fotos de dirigentes y funcionarios en las playas. Los políticos casi no tuvieron vacaciones, sobre todo los del Frente de Todos, atravesado por una áspera interna por el acuerdo con el FMI.
El gobernador Juan Schiaretti decidió este año no irse al exterior, en el período de descanso de 10 días que suele tomarse cada verano.
Está concentrado en dos temas que sacuden la tradicional modorra estival: apretó el acelerador a fondo en su disputa con el Gobierno nacional, mientras sigue de cerca el armado de la lista que encabezará en la interna del PJ provincial.
Entre sus íntimos, el gobernador blanquea la importancia que le da a la interna. Nadie le discutirá su liderazgo partidario, pero Schiaretti está empeñado en ganar en aquellos departamentos que hoy dominan peronistas alineados con la Casa Rosada.
A quienes no están con él, Schiaretti los tilda de kirchneristas. En realidad, los peronistas que conducen algunos territorios del interior apoyan al Gobierno nacional, pero en general están lejos de Cristina Fernández.
Para dar algunos nombres propios, Carlos Caserio (Punilla), Martín Gill (San Martín), Carlos y Federico Alesandri (Calamuchita) y Rodrigo Rufeil y Carlos Presas (Colón).
Schiaretti bajó una orden contundente. “Con ellos, no se dialoga. Hay que enfrentarlos y ganarles”. En eso andan varios ministros armando la estructura oficial en esos territorios liderados por peronistas que hoy no están con el gobernador.
En sintonía con su objetivo de barrer del PJ cordobés todo vestigio de kirchnerismo, Schiaretti emprendió una ofensiva contra la Nación.
Esta embestida sorprendió hasta a algunos schiarettistas. Se saben las diferencias del gobernador con el Frente de Todos, pero algunos peronistas locales se preguntan si era el momento de una pulseada tan fuerte contra el poder central.
“¿Estamos tan fuertes para atravesar el desierto al que seguramente nos condenará la Nación? Eso sólo lo sabe ‘el Gringo’”, se preguntó y respondió un encumbrado peronista luego del explosivo discurso de Schiaretti, quien dinamitó los puentes con la Nación.
Estrategia nacional
El desafiante mensaje de Schiaretti llegó rápido a la Casa Rosada. El presidente Alberto Fernández estaba a punto de subirse al avión oficial para la gira internacional.
Antes de las críticas de Schiaretti, en el entorno del Presidente ya habían señalado como “opositor” al mandatario cordobés. Es más, hay una estrategia de contraataque. Los equipos jurídicos de la Anses tienen un plan de defensa, ante la probable judicialización por parte de Schiaretti de la discusión por los fondos para la Caja de Jubilaciones de Córdoba.
En los registros de la Anses están asentados los acuerdos que el gobernador firmó con la anterior gestión macrista. Hay que hurgar ahí la estrategia del albertismo, que en este caso coincide con el cristinismo: Schiaretti es un enemigo político.
Más allá de esta disputa con Schiaretti, y en medio de las secuelas del portazo de Máximo Kirchner a la conducción del bloque oficialista en la Cámara Baja, dicen que por primera vez el presidente de la Nación les comunicó a sus íntimos que no impedirá el armado de una estructura que le responda.
No sólo eso. Alberto Fernández alentará esa posibilidad, que parece una quimera en un momento de tensión extrema en la coalición gobernante.
¿Hay lugar para Schiaretti en un eventual, y por ahora embrionario, armado presidencial? No. Schiaretti es tildado por el Presidente de “filomacrista”, como lo es para la influyente y ahora silenciosa vicepresidenta de la Nación.
Además, hay otra realidad: Schiaretti tampoco se acercaría al Presidente en un escenario de quiebre con el cristinismo.
Para el gobernador, este Gobierno nacional no tiene rumbo. O, mejor dicho, para el gobernador, el fracaso es el único destino para la gestión nacional frentista. Jamás se acercaría. Y lo demuestra con palabras y con hechos.
Oposición local
Mientras Schiaretti se concentra en la disputa con la Nación y en la interna del PJ, en la oposición local suceden cosas. Algunas sorprendentes, que marcan que se está lejos de la pregonada unidad.
Sin embargo, hay ciertas coincidencias entre los opositores que encabezaron el contundente triunfo en las últimas elecciones legislativas.
Antes de fin de año, Luis Juez y Rodrigo de Loredo tuvieron una reunión a solas. Se comprometieron a trabajar juntos en la pelea por el poder en Córdoba.
“Ambos coincidieron en que, si no van juntos, no hay chances de ganarle al PJ. Ni ellos saben si lograrán la unidad, pero es importante que los dos están convencidos de eso. Es un gran primer paso, que podría llamarse pacto”, admitió un deloderista.
Schiaretti y el intendente Martín Llaryora saben de esa cumbre con olor pacto. Los peronistas seguirán trabajando para dividir a la oposición, que es la llave para seguir en el poder. Pero schiarettistas y llaryoristas reconocen que una oposición unida sería “muy competitiva” en 2023.
Un escenario muy distinto al de 2019, cuando Schiaretti se benefició de las mieles de la división de la oposición.
