Desde hace dos semanas, Javier Milei parece montado en una murga de Carnaval, que intenta disimular el “criptogate”.
La comparsa no logra ocultar la sucesión de hechos que alimentan el escándalo, que crece aún más por la sospecha de que se cobraban las entrevistas y el apoyo del Presidente a ciertos proyectos.
En forma paralela, se conoció un supuesto contrato para desarrollar la criptomoneda $Libra, que Milei habría imaginado como un tercer valor en una “competencia de monedas” que dejaría atrás la permanente devaluación del peso.
El signo peso delante del nombre (aunque es también el símbolo que se usa para el dólar) sugiere la intención de que Argentina tuviera su propia criptomoneda, similar a lo que Donald Trump planea para Estados Unidos.
La intervención a favor de Milei del creador de Ethereum, Vitálik Buterin, torna creíble que los generadores de criptomonedas tienen interés en el país.
Sucede que el Presidente eligió a los peores del grado para el proyecto, quienes se habrían encargado de cobrar las audiencias, los contactos y los apoyos a la dudosa iniciativa.
¡Ay, la Corte!
El episodio más preocupante para el mundo económico es, sin embargo, la designación por decreto de dos jueces de la Corte Suprema de Justicia.
Esa decisión revela que cualquier proyecto o cuestión económica se podría resolver con un decreto presidencial, a favor o en contra, que pasaría por encima de las reglas de juego basadas en leyes.
El constitucionalista cordobés Jorge Gentile admite que la jugada se asienta en el artículo 99, inciso 19 de la Constitución –vigente desde 1853 y aplicado por varios presidentes–, pero considera que “es un horror” utilizarlo a pocos días de que comiencen las sesiones ordinarias del Congreso, donde se podrían tratar los pliegos.
“El problema de la Argentina es político, por la falta de acuerdo de la clase dirigente sobre cuestiones clave para el funcionamiento del país”, agrega.
Tampoco es una señal tranquilizadora la arremetida contra Axel Kicillof para que renuncie y abra las puertas a una intervención de la estratégica provincia de Buenos Aires.
Si bien la inseguridad figura al tope de los reclamos en ese distrito –por encima de la inflación, la pobreza y el desempleo–, el ataque de Milei vuelve a poner en duda si el Presidente está dispuesto a aceptar las reglas de juego impuestas por la Constitución y las leyes.
La gestión de Kicillof es indefendible en términos generales, pero la provocación para que renuncie y la amenaza de intervención aparecen como un desaire a cualquier orden legal.
Las voces críticas del andar presidencial recordaron por estos días que el premio Nobel de Economía 2024 fue otorgado a tres investigadores –Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson–, quienes destacaron la importancia del respeto a las instituciones para lograr el desarrollo y la riqueza de las naciones.
El camino contrario genera incertidumbre, lo que provoca un avance lento en el crecimiento de los países.
Del logro de la estabilidad macroeconómica, la gestión de Milei parece haber saltado a este sendero, que es malo para los negocios privados.
Carnaval de anuncios
En el mensaje de esta noche, Milei avanzará en solicitar la derogación de las políticas de género, que a su entender alientan “la desigualdad ante la ley” de mujeres y hombres.
También serán polémicos los anuncios de proyectos sobre la baja de la edad para la imputabilidad de los menores, luego del horrendo crimen de la niña Kim en La Plata, y el de “ficha limpia”.
Sobre esta iniciativa, parece haber un acuerdo no anunciado entre libertarios y kirchneristas, cada uno con sus propias razones, para permitir la candidatura de Cristina Kirchner en las elecciones legislativas del 26 de octubre.
En el plano económico, sin embargo, surgen dos certezas. Una es la decisión de alcanzar un rápido acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se firmaría en abril.
El cepo se desmantelaría recién luego de los comicios de octubre, para evitar el impacto de la suba del dólar oficial en la inflación de los próximos meses.
La otra certeza tiene que ver con la vigencia de tasas positivas –en torno del 27/30% anual para ahorristas– con el objetivo de desalentar la compra de dólares, aunque el carry trade permite ganancias millonarias a los especuladores.
Cuando finaliza el Carnaval, la comparsa suele estar exhausta. La industria, la construcción y el comercio siguen reclamando que la estabilidad aún no se traduce en mejoras en sus actividades. Una alerta en medio del desfile.