Maurio Macri y Javier Milei tuvieron contactos formales y abrieron un diálogo de cara a un posible acercamiento. Así lo confirmó el expresidente, minutos después que el actual Presidente reconociera el acercamiento.
“El domingo tuvimos una larga reunión con el presidente Milei y Guillermo Francos en la Quinta de Olivos. Es bueno haber retomado el diálogo después de más un año, siempre con la misma vocación: decirle la verdad al presidente sobre lo que pienso de la situación del país y encontrar las oportunidades para trabajar para que la Argentina salga adelante”, posteó Macri este martes.
Fue minutos después que Milei confirmara que había habido un acercamiento. “Estamos trabajando en recomponer el diálogo con Macri. Durante casi un año no estuvimos hablando”, reconoció en una entrevista en A24.
La frase no había pasado inadvertida. El jefe de Estado blanqueó lo que hasta ahora se movía en el terreno de las especulaciones, el regreso de un puente político que había quedado en ruinas desde los primeros meses de su gobierno.
El dato llega en un momento en el que Milei intenta ampliar sus márgenes de maniobra, luego de la derrota en la provincia de Buenos Aires y antes de las legislativas a nivel nacional.
La Casa Rosada busca consensos para empujar las reformas que el oficialismo considera centrales y que no terminan de encontrar respaldo parlamentario sólido. A eso se suma un pedido explícito de los Estados Unidos para que el gobierno argentino consiga un volumen político mayor.
La relación con Macri vuelve entonces a ser parte de esa ingeniería de poder que Milei necesita si quiere sostener la ofensiva reformista sin que se transforme en un desgaste prematuro.
Mensajes
El camino hacia ese entendimiento empezó con mensajes por Whatsapp el fin de semana pasado. Después de meses de silencio, la comunicación fluyó lo suficiente como para dejar la puerta abierta a un encuentro cara a cara.
Según versiones periodísticas, Milei podría verse con el líder del PRO en los próximos días, lo que repondría las reuniones que mantenían en Olivos al inicio de la gestión, cuando el expresidente parecía un aliado con acceso privilegiado.
El vínculo se enfrió rápido, y no por cuestiones menores. Hubo choques por espacios de poder, por la resistencia del macrismo a quedar relegado en el armado oficialista y por los gestos de autonomía absoluta con los que Milei eligió gobernar.
Hoy el clima es distinto. Tanto en la Casa Rosada como en las oficinas del PRO reconocen que se ensayan movimientos de acercamiento. Sin embargo, todo ocurre bajo un estricto hermetismo. Incluso quienes están en la mesa chica de Milei y de Macri dicen desconocer hasta dónde avanzaron las conversaciones. El secreto es parte de la estrategia.
Ninguno de los dos quiere quedar expuesto en caso de que la negociación se frustre.
La foto que Milei proyecta hacia afuera es la de un presidente dispuesto a tender puentes. Lo demostró también con las provincias. Durante una visita a Tierra del Fuego, admitió que todavía no tiene buena relación con el gobernador Gustavo Melella, pero subrayó que existen mecanismos institucionales para que el diálogo avance.
La frase contrasta con los duros enfrentamientos que marcaron el inicio de su gestión con los mandatarios locales, sobre todo a partir del veto a la ley que modificaba la distribución de los Aportes del Tesoro Nacional.
Macri entra en este tablero como una pieza que puede aportar respaldo político, contactos y experiencia de gestión. Para Milei representa también un riesgo, porque supone aceptar la influencia de un dirigente con peso propio. El reencuentro, si se concreta, no será una escena protocolar.
Será la señal de que el presidente reconoce que no puede jugar en soledad una partida que exige aliados con volumen real.