“Qué tipo raro”, es una expresión casi común de quienes en algún momento tuvieron trato con el presidente Javier Milei.
En su tercera visita a Córdoba como jefe del Estado, para su disertación en la emblemática Fundación Mediterránea, Milei dejó constancia de esto. Su discurso, gestos y el entorno que lo acompañó marcan que es un presidente distinto a la gran mayoría que gobernaron el país.
Si el “círculo rojo” cordobés fue a escuchar el Presidente para tratar de entender lo que viene en materia económica, la mayoría salió del Centro de Convenciones del complejo Ferial al menos con una certeza: no hay que esperar una de las tan temidas devaluaciones, al menos en lo inmediato.
Aunque, también, seguramente muchos empresarios se retiraron con la evidencia de que escucharon a un presidente disruptivo respecto a sus antecesores. Ni mejor ni peor: diferente.
Durante más de 80 minutos, Milei brindó una clase de economía monetaria y financiera, que, por momentos, aburrió hasta al gobernador Martín Llaryora, que lo escuchó desde la primera fila.
El Presidente es un economista de formación financiera, y no lo disimula. No obstante, también mostró su perfil polémico, con definiciones políticas ácidas que rompen el molde de lo establecido por la política tradicional. Ni bueno ni malo: distinto.
Los políticos presentes, y también hasta los empresarios, se reacomodaron en sus sillas, cuando Milei acusó a los expresidente Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde de haber promovido un “golpe de Estado” en contra del presidente Fernando de la Rúa, en 2001.
No es algo que no se haya sugerido o especulado en las trastiendas del ámbito político. Pero, en boca del presidente de la Nación, en un discurso en público, generó estrépito entre la dirigencia, especialmente los radicales. Incorrección política de Milei en estado puro.
El diputado Rodrigo de Loredo, uno de los radicales “dialoguistas” con la Casa Rosada, salió a cuestionar la acusación de Milei. El dirigente cordobés “repudió” las palabras en contra del fallecido expresidente radical.
La pregunta del millón es qué dirán los radicales “pelucas”, entre ellos el cordobés Luis Picat, sobre esta afirmación que le pegó de lleno al expresidente radical que inauguró este ciclo democrático de más de 40 años, que se inició en 1983. Para muchos, y sobre todo para los radicales, Alfonsín es el “padre de la democracia”.
Pero Milei también disparó munición gruesa a su propia tropa. Calificó de “espantoso” el gobierno de María Estela Martínez de Perón, “Isabelita”, a quien la vicepresidenta Victoria Villarruel viene de rendirle un cálido homenaje.
Está claro que la relación entre el Presidente y su vicepresidenta está rota. En esto, Milei no es un innovador. La historia política argentina reciente está plagada de ejemplos de vínculos quebrados entre los presidentes de turno y sus vices. El más reciente fue Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Más allá de estas definiciones polémicas que impactan en la oposición, y también en el oficialismo, gran parte del mensaje de más de una hora de Milei estuvo plagado de terminología de economía financiera que no muchos entendieron, en un auditorio repleto de empresarios y de economistas.
Términos como money market (fondos comunes de dinero), money overhang (exceso de dinero), vector de consumo, teoría cuantitativa, ancla nominal, patrón de consumo y saldos reales no se los escuchaba en boca de un Presidente.
En su mensaje en el acto aniversario de la Mediterránea, Milei dejó constancia –al menos en la terminología que utilizó– de una afirmación que suele repetir y ufanarse´: “Soy el único presidente que sabe de economía”.
Sin contactos políticos
En esta tercera visita a Córdoba como presidente, Milei también demostró que fue diferente a otros desembarcos de jefes del Estado en la provincia.
No tuvo contactos ni reuniones con nadie. El único dirigente cordobés que estuvo en la recepción, y lo acompañó hasta el Centro de Convenciones del complejo Ferial, fue el diputado nacional Gabriel Bornoroni, titular del bloque oficialista en la Cámara Baja.
Habitualmente, cuando un presidente llegaba a la provincia, desde Néstor Kirchner hasta Alberto Fernández, pasando por el liberal Mauricio Macri, intendentes, legisladores nacionales y provinciales, funcionarios y dirigentes de todo nivel hacían cola para tener un saludo o algún contacto con el jefe del Estado.
Se sabe, Milei llegó al poder sin el respaldo de gobernadores, de intendentes ni de legisladores, pero, ya sentado en la sillón de Rivadavia, parece no mostrarse interesado en involucrarse personalmente en la construcción poder territorial. No habla con nadie.
Esa tarea se la deja a su poderosa hermana, Karina Milei, secretaría General de la Presidencia, quien lo acompañó en Córdoba junto al vocero Manuel Adorni.
La funcionaria se sacó fotos con todas las personas que se le acercaron. En todo momento tuvo un trato amable, marcando diferencias con su hermético hermano.
El gobernador Llaryora fue a recibirlo a la Dirección Provincial de Aeronáutica (DPA), el organismo estatal provincial en el aeropuerto donde bajan los jefes de Estado. Luego lo acompañó hasta Ferial.
No hubo un diálogo en particular entre el Presidente y el gobernador de la segunda provincia más grande del país. “Todo fue protocolar”, remarcaron fuentes llaryoristas.
Milei también hizo cumplir una regla para su particular estilo de manejarse. No escuchó los discursos previos de María Pia Astori, presidenta de la Fundación Mediterránea, ni del propio gobernador Llaryora. Su pedido protocolar es irrenunciable: nunca está presente cuando habla alguien que lo precede en la palabra.
Como para remarcar que es un presidente distinto, hasta para los futboleros, Milei también dejó material para los comentarios. Aseguró que ya no es hincha de Boca Juniors, desde que al club lo preside Juan Román Riquelme.
Hay una frase futbolera, muy arraigada entre los argentinos, que el magistral personaje de Guillermo Francella popularizó en la película El secreto de sus ojos.
“Un tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar: de pasión, de camiseta”. Milei también lo hizo. Aunque no dijo de qué club es ahora hincha.