Javier Milei escondió la motosierra. Ahora, su ícono de campaña es un pequeño megáfono, casi de juguete, con el que habló ante sus militantes agolpados en torno a una camioneta en la esquina de San Lorenzo y Buenos Aires, frente al Buen Pastor, en el corazón de Nueva Córdoba, un barrio que estuvo blindado, militarizado, en el marco de un operativo que provocó caos en el tránsito y demoras.
Envuelto en ¿una, dos, tres? camperas, el Presidente llegó en una caravana de camionetas y combis -la guardia presidencial le llama “la burbuja”- a las 19.20 a la esquina de Ituzaingó y San Lorenzo, donde lo esperaron alrededor de 2.500 personas.
Recién subió a la caja de la camioneta 100 metros adelante, cuando quedó bajo la vigilancia de los francotiradores que se apostaron en las azoteas cercanas y en la cúpula oeste de la iglesia de Los Capuchinos,
Allí, Milei jugó su carta más poderosa para esta campaña, pedirle al electorado que lo acompañó hace dos años “que siga aguantando”.
La previa libertaria
Mientras esperaban a Milei, los militantes empezaron a cantar: “No tengo dudas a quién votar/ votalo a Roca que Schiaretti está gaga”, una alusión a la edad del tres veces gobernador, quien lidera la boleta de Provincias Unidas.
Luego, entre bengalas de humo violeta, ensayaron un “hay que saltar, hay que saltar/ el que no salta/ es radical”. Quizá los militantes libertarios desconozcan que Gonzalo Roca, la cabeza de lista de La Libertad Avanza en Córdoba, tiene origen radical y que su padre y hermano fueron funcionarios de los dos Ramón Mestre, de Bautista y de Javier, respectivamente.
Remataron con un prematuro “borombombón, borombombón/ es Bornoroni gobernador”, un reconocimiento al liderazgo a Gabriel Bornoroni, impulsor de su socio Roca y de su abogado, Marcos Patiño Brizuela, quien se ubica en el tercer lugar de la lista.
En la larga espera hasta que Milei arribó -la convocatoria fue a las 17 y el Presidente llegó dos horas y 40 minutos después-, no hubo euforia por parte de la militancia que poco a poco se fue acercando. Tampoco hubo lluvia de papelitos desde los balcones que dan a la angosta calle de Nueva Córdoba.
El discurso
“Estamos en un momento bisagra de la historia argentina. Hemos bajado la inflación, eliminado los piquetes y sacado a 12 millones de personas de la pobreza. Por eso les pido que no aflojen, porque esta vez el esfuerzo vale la pena”, dijo Milei.
Ese es el leitmotiv libertario: que el modelo económico que tiene a una porción mayoritaria de la población haciendo un esfuerzo funcionará en algún momento.
Con ese guion trazado, dijo que, si no se sigue su receta el país volverá “a la esclavitud populista del kirchnerismo”.
Para la gente que estaba un poco más allá del alcance del megáfono era imposible escuchar el discurso. Menos se lo escuchó a Roca, quien se limitó a decir que “Córdoba vuelve a ser el motor del cambio”, un mensaje que funcionó electoralmente en esta provincia cuando gobernaba el kirchnerismo.
Si la idea era que el acto sirva para masificar la figura de Gonzalo Roca, con altos índices de desconocimiento por parte del electorado, no pareció el formato elegido por la campaña libertaria el más efectivo: duró pocos minutos, no fue transmitido ni hubo audio y pantallas gigantes, que suelen ser los medios para masificar los mensajes.
Ya sin Milei en la escena, es decir abajo de la camioneta, Roca dijo: “Estamos ahí cerquita de poder concluir con una gran hazaña del país que es cambiarlo para siempre”. Y agregó que está “entusiasmado” con la legión de legisladores nacionales que el Gobierno necesita en el segundo tramo del mandato de Milei, quien horas atrás dijo que el objetivo electoral es “llegar a cien votos con los legisladores afines, para tener una dinámica parlamentaria que permita viabilizar las reformas”.
“La burbuja” salió rauda: bajó en contramano por Independencia y dobló a la derecha por bulevar San Juan, mientras Nueva Córdoba volvía a ser el barrio repleto de estudiantes universitarios.