“Indescifrable”, es el calificativo en el que coinciden todos sobre el inusual modo de hacer política del presidente Javier Milei. Construyó su plataforma para llegar al poder con base en la sorpresa y el ataque a la dirigencia tradicional. Hasta ahora, los políticos profesionales no le encuentran la vuelta al economista ultraliberal.
Martín Llaryora y Luis Juez están entre esos políticos “profesionales” a quienes les cuesta entender el manual de acción política de Milei.
Por estos días, hay una única coincidencia que tienen el gobernador de Córdoba y el senador nacional por la provincia, rivales acérrimos a nivel local: tratar de descifrar a Milei.
Llaryora primero lo enfrentó, en el verano pasado. Pero debió retroceder rápidamente, ante la áspera embestida del Presidente, que lo acusó de “traidor” y de “gastador serial”, luego de culparlo por la caída de la “ley ómnibus”, el 7 de febrero pasado.
Las encuestas en Córdoba le marcaron al gobernador que no era el momento de diferenciarse respecto de la Casa Rosada.
A partir del envío de la “ley bases”, que es una síntesis apretada de la “ley ómnibus”, Llaryora se convirtió en uno de los principales fogoneros de la aprobación de la norma, ahora trabada en el Senado.
Al respaldo en el Congreso, el mandatario provincial le sumó su adhesión al “pacto de mayo”. Ahí podría terminar este acercamiento circunstancial.
Juez, en tanto, logró construir una relación personal con el Presidente. Dicen que Mauricio Macri fue el que le recomendó a Milei dialogar con el senador cordobés para tratar de alimentar el raquítico peso político que los libertarios tienen en la Cámara Alta.
Milei ni lo conocía a Juez, pero atendió el consejo del expresidente. “Mauricio me dijo que él nunca tuvo una buena relación política con vos, pero que finalmente fuiste el único que no lo cagó; por eso te llamé”, le habría dicho el jefe del Estado al senador cordobés la única vez que ambos hablaron personalmente: fue un largo almuerzo en la quinta presidencial de Olivos, el 27 de marzo pasado.
Algunos –incluso los propios llarayoristas– se convencieron de que Juez estaba a punto de dar otro salto político, en este caso a las filas de La Libertad Avanza.
Eso no ocurrió. Es más, luego de aquel encuentro en Olivos sucedieron hechos que van en sentido contrario a una posible alianza entre Juez y los libertarios.
Karina Milei, la influyente hermana del Presidente, viajó a Córdoba a levantarle la mano al diputado nacional Gabriel Bornoroni, como máximo referente del espacio libertario.
El empresario de los combustibles no dudó en diferenciarse de Juez. “Nada está dicho, pero nuestro espacio apunta a la renovación de la política”, puso el freno Bornoroni, en una entrevista con La Voz.
Juez niega un acuerdo electoral con Milei. El excandidato a gobernador argumenta que su apoyo al Gobierno nacional tiene que ver con un fantasma. “Si le va mal al Presidente, es muy probable que vuelva Cristina (Kirchner)”, agita, sin eufemismos, el senador.
Incertidumbre
La política es siempre un campo fértil para sembrar especulaciones. Falta un año para las definiciones electorales de cara a las elecciones legislativas del año próximo. Cualquier experimento de acuerdo electoral puede quedar sepultado por la realidad.
Mucho dependerá de la suerte de la gestión libertaria. Si Milei logra domar la inflación y hay una reactivación económica, que hoy no se ve, el oficialismo tiene chances –como dice el Presidente– de hacer una gran elección y fortalecerse en el Congreso.
Hoy la foto de la realidad es otra. Es cierto que la inflación está cediendo, pero casi al ritmo de la caída de la economía.
La recesión está haciendo estragos y la desocupación puede ser un flagelo concreto en los próximos meses, si no hay un repunte de la actividad.
La aprobación de la “ley bases” en el Senado está lejos de ser el trámite que planificaron los libertarios y sus aliados momentáneos; entre ellos, Llaryora y Juez.
Los senadores le harían cambios y el proyecto podría volver a Diputados. Si los retoques en la Cámara Alta son con mayoría simple, le ley sería aprobada por los diputados con el mismo texto de la media sanción de la cámara de origen.
En cambio, si las modificaciones de los senadores se hacen con mayoría agravada, la norma corre riesgo de caerse.
En realidad, en ese caso no se caerá: la bajará el propio Milei, como ocurrió con la “ley ómnibus”.
No obstante, los libertarios confían en que, pese a los cambios, la ley saldrá como fue aprobada en Diputados. Aunque en un trámite más prolongado del previsto.
La otra cuestión es el “pacto de mayo”. Milei quería otro triunfo político luego de sanción de la “ley bases”. La cumbre en Córdoba se mantiene, pero se está vaciando de contenido.
Por estas horas, todo indica que será la firma de un documento de “buenas intenciones”, sin la relevancia de un “mojón en la historia”, como lo pergeñaron Milei y sus pocos asesores políticos.
El significado político de la cumbre se puede medir en una decisión que tomó Llaryora en las últimas horas: mandó a organizar un desfile en Río Cuarto, en la mañana del 25 de mayo, previendo que el “pacto de mayo” será una foto y un documento con letra muerta, que no demandará más de un par de horas de reunión en la tarde de ese feriado nacional.
Toda una descripción de la relevancia de una cumbre que se parece mucho a un cascarón sin significado político.
