El presidente Javier Milei estuvo este miércoles en Córdoba tres horas. Junto al gobernador Martín Llaryora sobrevoló las zonas de los incendios, sin bajar a tomar contactos con los bomberos y con los vecinos que lo esperaban en la base operativa de Capilla del Monte. Tampoco hizo anuncios de asistencia de la Nación a los pobladores afectados.
Todo sobre una nueva jornada de incendios en Córdoba
Milei se ufana de ser un político distinto. En estos nueve meses en la Casa Rosada, también dio muestras de ser un presidente diferente. Este miércoles lo demostró en Córdoba. Llegó acompañado por varios de sus ministros, pero sorprendió hasta los propios funcionarios provinciales por no hacer anuncios ni bajar en la zona de desastre.
Esta visita presidencial austera dejó distintas lecturas. Los militantes libertarios elogiaron en las redes que Milei no hiciera demagogia en medio del desastre de más de 40 mil hectáreas quemadas. Otra lectura es que le faltó empatía con quienes combates los incendios y los afectados.
El Presidente llegó a la Escuela de Aviación, a las 14.45. Lo acompañaban la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y los ministros de Defensa, Luis Petri, y de Seguridad, Patricia Bullrich.
Fueron recibidos por el gobernador Llaryora; por el intendente de Córdoba. Daniel Passerini, y por algunos ministros provinciales: Juan Pablo Quinteros (Seguridad), Manuel Calvo (Gobierno), Daniel Pastore (Vinculación Comunitaria) y Laura Jure (Desarrollo Social).
En la misma estación militar, el Presidente recibió un informe sobre la situación de los incendios. En esa reunión se tocó el tema político. Los funcionarios nacionales reconocieron que molestó el mensaje en las redes sociales de la expresidenta Cristina Kirchner, con el título: “Argentina bajo fuego”. Llaryora y el ministro Quinteros también habrían hablado de las críticas de la oposición provincial.
Luego, Milei y parte de la comitiva subieron a un helicóptero junto al gobernador Llaryora. El ministro Quinteros viajó en otra aeronave para recorrer las zonas de los incendios.
En medio del drama del fuego, la política también juega. En el Centro Cívico se mostraron conformes con los réditos de la visita presidencial. “Les tapó la boca a los opositores que nos vienen criticando por los incendios. Además, estos críticos están cerca de Milei”, argumentó un ministro llaryorista, apuntando a Luis Juez y a Rodrigo de Loredo.
No hay dudas de que el paso de Milei por Córdoba tuvo el objetivo de mostrarse alineado con la Provincia, en medio de los incendios.
Otra visión es que el Presidente, y su equipo de comunicación, planificaron el impacto de la visita a nivel nacional, más que en Córdoba. “Cumplió en venir a una zona de desastre, como ocurrió cuando fue un rato a Bahía Blanca, después del temporal en diciembre pasado”, fue otra de las posibles explicaciones de una visita breve y sin anuncios.
Lo esperaban
“Aunque sea un gracias”. La frase fue pronunciada por uno de los bomberos que desde hace seis días está combatiendo los incendios y que se encontraba en el centro de operaciones, sobre la ruta 38.
Y no hablaba de los vecinos, que aún este miércoles seguían acercando alimentos y bebidas a los bomberos. El efectivo se refería a otra situación.
Mientras el helicóptero que trasladaba al presidente Milei y a funcionarios nacionales y provinciales se alejaba de ese lugar, luego de llevar a cabo un sobrevuelo por las zonas afectadas por los incendios, los bomberos (que estuvieron formados, vestidos y firmes durante más de una hora en medio del sol que quemaba en la siesta del norte cordobés) rompían filas y sus jefes les ordenaban descansar, pero en sus miradas y gestos había un sabor a poco.
El “gracias” lo escuchan a cada paso que dan con sus uniformes que mezclan el color amarillo con el negro de las cenizas que cubre buena parte de sus rostros.
Pero, no hay que negarlo, todos los que estuvimos allí lo vimos. Esperaban otro “gracias”. Lo esperaban del Presidente. Igual, todos lo tomaron como algo anecdótico. Se sacudieron el polvo y la ceniza y se sentaron a esperar que los llamaran para relevar a sus compañeros que, en su mayoría, estaban custodiando los puntos calientes en un Capilla del Monte que tenía otro semblante.
La llegada del Presidente convenció a todos de que bajaría al menos a saludar a los brigadistas. Eso no ocurrió. El pasto del helipuerto se regó una y mil veces. Los camiones se comenzaron a acomodar en hileras de manera prolija a partir del mediodía. Hasta un banderillero del Ejército practicaba detrás de un vehículo militar las señas que debería hacer en caso de que la aeronave aterrizara.
A lo lejos, comenzó a escucharse el bramar de los helicópteros. En uno de esos venía Milei. En el otro, las autoridades del Plan del Manejo del Fuego. La formación de los bomberos se puso más firme que nunca mirando al cielo. “Pasó, pero ya vuelve y aterriza, mirá cómo se está armando todo. El otro helicóptero aterrizó más lejos”. No pasó. La aeronave volvió y pasó tan rápido y tan alto como la primera vez.
Mientras el helicóptero se perdía en el horizonte, una de las brigadistas más jóvenes dijo: “Ya fue”. Se acomodó el casco, se subió a la camioneta y partió a relevar a sus compañeros que venían desde la montaña. No poder ver de cerca al Presidente para muchos será una anécdota. Lo importante será derrotar a los incendios.
