Javier Milei pasó con éxito los primeros días de la salida del cepo, pero trabajadores, jubilados y empresas están sometidos a un duro examen de supervivencia, en un contexto local y global que registra fuertes cambios.
El dólar oficial cerró a $ 1.108 una semana atrás, mientras que el miércoles llegó a $ 1.160, una apreciación de sólo 4,7%. El dólar libre costaba $ 1.360 el viernes 11, en tanto que el miércoles cayó a $ 1.255, una baja de 8,4%.
El Presidente y el equipo de Luis Caputo ganaron en las pizarras y festejaron como una hinchada de fútbol el triunfo sobre los agoreros que preveían un billete estadounidense por encima de $ 1.300.
Punto a favor del Gobierno, que a la hora de la batalla por la cotización seguirá ganando: a los U$S 12 mil millones que remitió el Fondo Monetario Internacional (FMI) se agregaron U$S 1.500 millones del Banco Mundial.
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) espera colocar deuda por U$S 2 mil millones, además de los U$S 3 mil millones que aún debe remitir este año el FMI.
Hay dólares para enfrentar cualquier corrida o movimiento especulativo.
Los operadores financieros apuestan ahora a convertir los dólares en pesos y depositarlos a tasas que oscilan entre 35% y 38% anual. Con ese rendimiento, podrán volver a los dólares y obtener ganancias que no se consiguen en los inestables mercados globales.
Es la operación carry trade que aconsejan los grandes bancos de inversión a sus clientes. También la pueden realizar los particulares a través de plazos fijos.
Cepo: secar la plaza
La estrategia de Caputo y Santiago Bausili, titular del BCRA, apunta a reducir los pesos en circulación; a “secar la plaza”, en la jerga financiera.
Adscriptos a la teoría de que la inflación es un fenómeno monetario, sin dinero en el mercado, la demanda de bienes y servicios cae, lo que debe empujar a la baja los precios de los productos.
Además de tasas altas, sin emisión de pesos, el mantenimiento de los superávits fiscal y financiero (el balance del Gobierno luego del pago de los servicios de la deuda) también resta circulante y, por lo tanto, contribuye a “secar la plaza”.
¡Ay, los precios!
Las expectativas de una desaceleración de la inflación a partir de junio suma otro elemento favorable para el equipo económico.
Sin embargo, Caputo y sus funcionarios deberán pasar el trago amargo de abril y mayo, cuando los precios pueden tener un salto por encima del 3,7% registrado en marzo.
El pase a precios de la minidevaluación (pass through, en términos económicos) es casi una maestría para los argentinos, aunque los bienes y servicios que ofrecen no estén vinculados con la cotización de la moneda norteamericana.
Milei y Caputo salieron a atacar a los fabricantes –varios de ellos son multinacionales que deben reflejar sus balances al valor del dólar–, algunos de los cuales se animaron a facturar subas del 12%.
Esa cifra era el valor hipotético de la devaluación que previeron algunos economistas.
La presión oficial –pero, fundamentalmente, la caída de la demanda– los obligó a fijar aumentos más realistas con la inflación mensual.
De acuerdo con la última medición de Scentia, que mide el ticket de los supermercados, el consumo masivo bajó 5,4% en marzo y acumuló 15 meses consecutivos en baja.
“Al 70% de los consumidores la plata se les acaba el día 20”, advierte Guillermo Oliveto, uno de los mayores analistas sobre tendencias de consumo.
“Pero hay contrastes: la venta de automóviles y la transferencia de inmuebles en Ciudad Autónoma de Buenos Aires treparon 90% en el primer trimestre en comparación con igual período de 2024. Aun con cepo, los viajes al exterior se incrementaron 75%; es la fractura social”, afirma.
Por ahora, la mayoría de trabajadores y de jubilados corren detrás de la inflación.
El economista Diego Dequino sostiene que, en la actual coyuntura, el Gobierno podrá enfrentar los desafíos sobre el dólar, pero la pelea se resolverá en el sector privado.
“El paquete de medidas (...) tiene una fortaleza, porque el partido de presión sobre el tipo de cambio se va a jugar en el campo privado”, advierte.
Las importaciones de bienes finales crecieron casi 76% en marzo. Esta batalla, con impacto en el empleo y en la actividad, recién comienza.