Que la plata, al fin de cuentas, es privada y no del Estado. Que quienes invierten ahí saben que corren un gran riesgo y que es responsabilidad de cada uno saber dónde pone el dedo. Que los estafados no son jubilados ni laburantes; a lo sumo, el hijo de Diego Santilli, quien además de perder su inversión tendrá problemas para encontrar trabajo en “negocios digitales”, la carrera de la que acaba de egresar. Que en el universo cripto las estafas son usuales; que se ven dos o tres por semana. Que le hicieron una “cama” y que, acostumbrado a copiar y pegar, cayó.
Todo eso puede ser cierto. Son los argumentos de quienes apoyan a ciegas la gestión libertaria y hasta defienden el primer hecho cuya responsabilidad el Gobierno no le puede endilgar absolutamente a nadie. Sería deseable que, superado el tembladeral, el dedo presidencial analice mejor qué repostea en las redes sociales. Si bien ahí se movió como pez en el agua y construyó buena parte de su épica, esta vez perdió. ¡Y cómo!
“La Argentina Liberal crece!!! Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. El mundo quiere invertir en Argentina. $LIBRA”, publicó Milei a las 19.01 del viernes pasado. Y le adjuntó el token de la criptomoneda, una especie de “alias” que da paso a la inversión.
La cripto $Libra debutó valiendo menos de un centavo, y tres horas después, con el respaldo presidencial, estaba en cinco dólares. Los creadores de una cripto usualmente se quedan con una tenencia del 15%, dejan que el resto “flote” y que el precio lo ponga el mercado. Acá, los nueve creadores de $Libra tenían el 87% del proyecto. Cuando alcanzó ese pico, se fueron.
El mecanismo se conoce como “rug pull”, algo así como “tirar de la alfombra”: ocurre cuando quienes bancan un proyecto se van repentinamente. Habría 44 mil perjudicados, por alrededor de U$S 100 millones. A la medianoche, Milei borró el posteo: dijo no tener “vinculación alguna” con el emprendimiento y que lo difundió sin estar “interiorizado de los pormenores”.
En el medio, varios analistas advirtieron sobre la centralización de esta cripto y en las redes recomendaban cautela. Este gran riesgo asumido por los inversores (por ejemplo, no chequear la seriedad de la cripto) podría diluir penalmente los reclamos por las pérdidas, pero no la promoción presidencial.
¿Qué pudo haber pasado?
A Javier Milei le pueden haber ocurrido tres cosas. La primera, que le creyó a ciegas a alguno de sus asesores que conforman su triángulo de hierro y allá fue, a recomendar un proyecto de unos trasnochados que aseguraban que con su “Viva la Libertad Project” iban a poner de pie a la Argentina. No chequeó, siquiera.
Dicen que fue su hermana Karina la que le dio el sello final. El presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y el vocero Manuel Adorni también están apuntados. Ambos, entre otros, repostearon el tuit de Milei, lo que en un inicio dio mayor credibilidad a la cripto.
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La segunda posibilidad es que haya sido partícipe consciente de una operación que buscaba direccionar ganancias siderales a un grupo de personas en detrimento de otras. Milei recomendó el proyecto a las 19.01. Se sabe ahora que el contacto de correo y los bots estaban preparados para operar compras apenas Milei tuiteara el mensaje. La empresa que prestó el servidor para el armado del proyecto se llama Kip Project, cuyo presidente y cofundador es Julian Peh, un ejecutivo de Singapur de aparente mala reputación en el ambiente por cargar en su currículum con maniobras similares.
Quien hizo de enlace entre Milei y Peh es Mauricio Novelli, un joven “trader profesional” que tiene una escuela de inversores llamada NW Professional Traders. Se conocen hace tiempo con Milei. En octubre, Milei y Adorni asistieron al evento Tech Forum Argentina 2024, que organizó Novelli en el hotel Libertador de la ciudad de Buenos Aires. El eje era tecnologías “disruptivas” y fue cerrado para la prensa. Milei se sacó fotos con todos. ¿Es la foto una prueba? No necesariamente, pero deberá demostrar que no existía ninguna vinculación. La jueza María Servini de Cubría será quien dirima la cuestión. Hay más de 100 denuncias de perjudicados, y bramidos de la oposición, que pide juicio político para el Presidente.
Lo tercero que puede haber pasado es que Milei no tenga la menor idea del mundo cripto –como el resto de los mortales– y que en el fondo sea un ingenuo en la materia. Se puede saber de macro, pero los conocimientos sobre las cadenas de blockchain son otra cosa.
El escándalo ojalá sirva –más allá de lo que indague la Justicia– para sacar varias conclusiones. Una, muy válida, es que el atajo de la plata fácil no va. Ganar rápido es asumir que se puede perder muy rápido también.
La segunda es que en las redes sociales no siempre vale todo: acá hubo efectos muy concretos de gente que perdió plata tras un comprometedor consejo presidencial. Dar de baja el Twitter de su celular sería una medida saludable, en todo sentido.
El mayor problema estará en restaurar la palabra ultrajada. Perdió credibilidad de una manera muy burda. ¿Cómo creerle, entonces, que no va a devaluar cuando asegure que es posible ser competitivo aun con este dólar barato?