En sus Escritos póstumos, Juan Bautista Alberdi dejó constancia: “La Revolución de Mayo fue hecha por Buenos Aires y para Buenos Aires, sin las provincias y contra las provincias. La Revolución de Mayo ha creado el Estado metrópoli, Buenos Aires, y el país vasallo. El uno goza del tesoro, el otro lo produce”.
Los caprichos de la historia y de la política harán que se junten para evocar el 214° aniversario del 25 de mayo el más grande exaltador contemporáneo del pensamiento de Alberdi y alguien que tiene como centralidad de todo su discurso lo expresado en ese texto.
El presidente Javier Milei y el gobernador cordobés Martín Llaryora caminarán unos poquitos metros por la calle que evoca al doctor Gregorio Funes, el deán Funes que intentó acercar los intereses de aquellos movimientos de la primera Junta de Gobierno sin virrey y la contrarrevolución gestada en Córdoba. Seguramente no tengan tiempo para evocar el fracaso de uno de los primeros impulsores del federalismo en lo que hoy conocemos como Argentina.
La descripción de Alberdi tenía vigencia a finales del siglo 19, cuando su hijo comenzó a publicar los 12 volúmenes que había dejado el pensador tucumano, tuvo la misma vigencia durante todo el siglo 20 y la tiene cada vez con más nitidez.
Los cordobeses la recreamos en cada campaña electoral y ha sido el centro ideológico de los dos proyectos hegemónicos que gobernaron Córdoba desde el regreso de la democracia: el radicalismo desde 1983 a 1999 y el peronismo desde aquel año hasta la actualidad.
Pero es casi un hecho que no estará presente en la evocación del sábado, que encabezarán Milei y Llaryora.
El Presidente, a diferencia de sus antecesores que lo declamaban y no lo practicaban, no tiene incorporado el tema del federalismo a su discurso. Tampoco lo ejecuta, más allá de los pocos meses de gestión.
El gobernador ha quedado atrapado por contextos y debilidades. Lo que les resultó a sus antecesores parece no darle resultados a él, que cuando amagó con enfrentarse con la gestión nacional retrocedió en aceptación social.
Y así Llaryora acumula varios gestos simbólicos en su relación con la administración libertaria. Fue el primer gobernador en pisar la Casa Rosada, en aquella reunión con el ministro del Interior, Guillermo Francos, el 14 de diciembre, y será el único con el que comparta Milei la menguada evocación del 25 de Mayo.
Con poco
Ambos imaginaban otro contexto para la fiesta patria. Milei, un gran acuerdo de gobernabilidad de largo alcance con sus antecesores, mandatarios provinciales y otros actores. Llaryora, el anfitrión de ese pacto, con políticas de Estado que imagina la política argentina desde hace un siglo.
Los dos se tuvieron que conformar con mucho menos. Y si no, repasemos las escenas previas al acto en el Cabildo cordobés.
Milei sigue sin su “ley bases”, estancada en un Senado compuesto por negociadores de comas a cambio de prebendas y beneficios de todo tipo. Así que se tuvo que conformar con arengar a sus seguidores en un acto en el Luna Park que recreó estética de campaña.
Llaryora celebró como una victoria política de relevancia haber conseguido que una decena de intendentes se haya adherido a su proyecto a cambio de un par de obras y otros favores menores. Lleva gastados muchos recursos para debilitar a una oposición que, sin hacer demasiado, lo tiene en ascuas, en especial en la Legislatura.
Lo mismo, Milei y Llaryora intentarán sacar provecho de este tramo de sintonía en una relación que ha tenido vaivenes en apenas cinco meses y los seguirá teniendo.
Por ahora, tomarán el chocolate caliente sin pensar demasiado en la precisa descripción de Alberdi.
