Los fríos números de un resultado electoral nunca dicen todo en política. Detrás de las cifras, se esconden emociones, desconciertos y giros inesperados. La Libertad Avanza celebró un triunfo impensado –por lo aplastante–, mientras al cordobesismo todavía le cuesta entender haber perdido por 14 puntos, pese a haber colocado sobre la mesa a su mejor carta: Juan Schiaretti. Y, para colmo, frente a la lista de un Gobierno nacional al borde del abismo.
“La gente le dio una nueva oportunidad a Milei”, coincidieron el gobernador Martín Llaryora y Schiaretti en la tarde-noche del domingo, cuando ya era visible la ola violeta que cubría todo el país, incluyendo a Córdoba.
Es a los dos referentes del cordobesismo, justamente, a quienes más les cuesta comprender –y digerir– el granítico apoyo al presidente Javier Milei. Para ellos, el resultado electoral siempre es una consecuencia directa de la gestión.
Pero el caso libertario parece moverse en otro plano. Llegaron a las urnas sostenidos por un “salvavidas financiero” lanzado desde el otro lado del continente por Donald Trump, y con una economía estancada. Sin embargo, arrasaron.
“El triunfo de Milei marca el daño que hizo el kirchnerismo. Más allá de que la gente está mal, porque este Gobierno nacional hizo casi todo mal, cuando miran para atrás se quedan con esto, que está lejos de ser bueno”, reflexionó un funcionario llaryorista habituado a ponerle voz al pensamiento del gobernador.
Sin embargo, los ciudadanos –y los cordobeses en particular– parecen mirar más allá de la gestión cuando votan.
Vale una aclaración: en Córdoba, las elecciones nacionales y provinciales se juegan en canchas distintas. El pasado reciente lo confirma. El PJ provincial cayó sin atenuantes en las legislativas de 2017 y de 2021, pero luego se impuso en las provinciales y en la Capital.
Aun así, Llaryora, quien ya proyecta su reelección en 2027, sabe que deberá convivir con un nuevo actor de peso: los libertarios.
Este nuevo escenario tiene dos lecturas en el Centro Cívico: una, alentadora; la otra, inquietante. La primera señala que los libertarios llegan para tensar aún más la cuerda con opositores consolidados como Luis Juez y Rodrigo de Loredo. Ambos ya dejaron claro que siguen soñando con suceder a Llaryora.
La segunda lectura, la que más desvela al oficialismo local, es la posibilidad de que un Milei fortalecido bendiga a un candidato de unidad opositora en Córdoba, en el lejano 2027. Ese sería el peor escenario para Llaryora. Más aún si se considera que Juez y De Loredo tienen vasos comunicantes con la Casa Rosada.
De hecho, el senador y el diputado radical habrían compartido recientemente una breve charla. Coincidieron en que el objetivo central es derrotar al PJ provincial, relegando por ahora la disputa sobre quién encabezará la lista.
Sólo palabras, por el momento. Porque los hechos, en política, suelen ser mucho más enredados, sobre todo cuando aparece en escena un actor tan disruptivo e imprevisible como Milei, quien promete ser decisivo en la pulseada por el poder en Córdoba. Claro, todo dependerá de cómo llegue la gestión libertaria nacional a esa cita en las urnas provinciales.
Cena y coincidencias
Al ciudadano de a pie puede resultarle irritante, pero los políticos son incorregibles: aún no terminan de analizar una elección cuando ya están pensando en la siguiente. Y la próxima, en Córdoba, no será por bancas en el Congreso, sino por el poder provincial y en los municipios. Otro tablero, otras fichas, otros jugadores.

En la madrugada del lunes, Llaryora reunió a sus más cercanos y fue claro: hay que dar vuelta la página de la elección legislativa nacional y poner proa hacia su reelección en 2027. “Gestión, gestión y más gestión”, repitió, como un mantra.
Cuentan en el Panal que no hubo autocrítica, ni siquiera en privado. “Hicimos todo lo posible, y más”, resumió el gobernador –en privado–, sin detenerse a evaluar errores.
Pero la paliza electoral dejó huellas. El anuncio de un ajuste modesto en la estructura de las agencias –organismos duramente cuestionados por la oposición– fue apenas el primer paso. Sin hacer demasiado ruido, se esperan más movimientos en los próximos meses.
Para marzo, Llaryora planea tener armado el nuevo gabinete, con algunos cambios que gestionará el año próximo, que será clave para su reelección. Una elección que es probable que se confirme para abril de 2027.
Del otro lado de la vereda, cuando la ola violeta aún no se percibía, el senador Juez abrió las puertas de su casa para una cena con Gabriel Bornoroni y con Gonzalo Roca, quien terminaría siendo el gran ganador.
Fue el miércoles de la semana pasada, después de la reunión con fiscales, en la que Juez dejó claro sus aspiraciones políticas: quiere volver a ser candidato a gobernador opositor. Bornoroni fue testigo de esa afirmación.
Según una fuente libertaria, esa noche, con su familia como testigo, Juez fue directo al grano: “Gabriel, preparate. Ahora comenzará el show de Llaryora y sus alfiles mediáticos para hacernos pelear. Lo vivimos con Rodrigo (De Loredo) y hay que aprender de la experiencia”, lanzó el senador, con su estilo frontal.
“Quiero ser gobernador. Y creo que lo merezco, porque una vez me robaron esa posibilidad. Pero ahora tengo claro que la prioridad número uno es ganarles a estos tipos (el cordobesismo). Si tengo que ser yo, porque las circunstancias así lo indican, lo afrontaré; y si tiene que ser otro, acompañaré. Lo fundamental es que haya un cambio en Córdoba en 2027”, cerró Juez.
En privado, Bornoroni elogia el empuje del juecismo durante la campaña y la franqueza de su anfitrión. Pero, de ahí a sellar la unidad opositora, hay todavía un largo trecho por recorrer.

























