Después de seis elecciones provinciales, y con las derrotas descontadas en la jornada de ayer en Tucumán, en Entre Ríos y en Chubut, finalmente llegó a la Casa Rosada un poco de aire fresco: el gobernador radical Gerardo Morales se encaminaba hacia su reelección, ante una tendencia en los comicios irreversible pese a la lentitud del conteo oficial de los votos jujeños que, cerca de las 23.30, apenas rondaba el 20 por ciento de los votos.
Así, los datos oficiales le daban el triunfo Morales, con un 44,5%. Su inmediato seguidor era Julio Ferreyra, candidato del Frente Justicialista, casi 14 puntos más abajo (30%).
Por su parte, la candidata kirchnerista, Paula Carrera, apenas superaba el 2% de los sufragios.
Morales ya ha dicho que el ganador Frente Cambia Jujuy tiene un perfil diferente del de Cambiemos nacional, y de hecho su compañero de fórmula volvió a ser Carlos Haquim, peronista que en 2015 estaba asociado a Sergio Massa y ahora manifestó su apoyo a Roberto Lavagna.
Anoche, Morales le agradeció a Mauricio Macri por la victoria, pero ahora insistirá, con el aval de su nuevo triunfo en Jujuy, en la necesidad de ampliar la coalición Cambiemos, sobre todo en la dirección de acercar peronistas, y podría viajar próximamente a Buenos Aires para plantear sus inquietudes en la Casa Rosada.
Su postura es incómoda: Morales se inclina por sumar peronistas y, según trascendió, les reserva un lugar en la fórmula presidencial. Su posición, en este punto, confronta con la decisión del radicalismo, que aspira a que sea un dirigente de la UCR la compañía que tenga Macri en su intento reeleccionista de octubre.
El peronismo volvió a ser derrotado, como en 2015. La división en cuatro opciones electorales le allanó el triunfo a Morales. Anoche, Ferreyra conseguía cerca de 33 puntos y el otro candidato fuerte del peronismo, Guillermo Snopek, superaba el 11 por ciento. Esa suma seguramente habrá dejado insomne a la plana mayor del PJ nacional, que pugna por unir las distintas variantes del peronismo en las provincias.
