El discurso de Javier Milei en Davos fue el más extremo en cuanto a plantear su rechazo a la agenda de derechos sociales, como el feminismo, la diversidad sexual, los reconocimientos a las minorías.
Forma parte de una corriente de pensamiento que busca plantear nuevos paradigmas y reactualiza debates.
Pablo Semán, sociólogo y antropólogo, es investigador del Conicet y profesor del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Ha escrito y reflexionado, desde una perspectiva histórica, sobre esta cuestiones.
Este es el diálogo que mantuvo con La Voz desde Berlín.
–¿Cómo se deben interpretar todos estos cambios del discurso político de una agenda con centralidad en derechos sociales de igualdad o posturas como las que plantean Milei, Trump u otros líderes?
–Esto es un cambio que se viene produciendo hace mucho tiempo, o sea, no es abrupto. Desde hace 40 años las derechas en Estados Unidos y en Europa fueron atacando derechos que iban conquistando distintos grupos, a veces minorías y a veces mayorías, como por ejemplo los derechos de las mujeres. Hay una crisis del Estado y hay una crisis de las sociedades occidentales que no tienen resuelto el problema de su modelo productivo en la competencia mundial. Entonces empiezan las nuevas sociedades que no pueden satisfacer a sus poblaciones, por lo menos en los términos en que está planteado ese sistema de satisfacciones
–¿La raíz está en que al no haber alcanzado esos derechos de subsistencia la discusión por los derechos de segundo grado, por llamarle de algún modo, se torna como abstracta?
–No. Las derechas extremas aprovechan la discusión sobre los derechos supuestamente de segundo grado para avanzar contra todos los derechos. De la misma manera que el progresismo entiende que los derechos de “segundo grado” son tan válidos como los de primera, las derechas entienden que todos los derechos no son tan válidos. En el discurso de Milei en Davos, en la lista de los derechos ridículos, también está incluída la educación pública. La derecha cuestiona de raíz los derechos sociales. Incluso cuestiona la propia educación pública. Por eso, en medio de esta crisis, ha obtenido más eficacia, y además en el horizonte intelectual de esta posición de las derechas está también la crítica de la democracia misma. O sea, no solamente de los derechos sociales, sino de los derechos políticos. Milei, por ejemplo, es un tipo que durante la campaña electoral se negaba a decir que estaba a favor de la democracia porque en el fondo cree que la democracia es un impedimento al desarrollo y en el discurso de esta vez está perfectamente planteado que la prioridad para él es la productividad. Y entonces no termina de decir que la democracia es contraria a la productividad, pero lo piensa.
–Lo mismo, tanto Milei como otros presidentes con estos planteos han ganado las elecciones de manera transparente y en el contexto del sistema democrático.
–Yo diría que probablemente Milei es el último y el más radical de todos ellos y junto con Orban (primer ministro de Hungría) son los que más han pensado en la superación de la democracia. Entonces, lo que nos hace ver todo esto es que hay cosas que creíamos que eran consensos y en realidad no lo son tanto.
–Una parte de la sociedad daba por hecho un extendido consenso sobre algunas cuestiones y no era tal.
–Sí, porque el consenso por los derechos humanos, del que hablan muchos, nunca fue un consenso total, homogéneo y absoluto a lo largo del tiempo. Yo estoy a favor de los derechos humanos, pero cuando Menem decretó el indulto, ese consenso no era tan fuerte como lo fue después. El consenso democrático nunca fue absoluto ni sin contradicciones.
–Hay una cuestión que tiene que ver con las insatisfacciones de las sociedades, o de una parte de las sociedades, que a veces no se llega a cuestiones elementales de supervivencia y ven como poco relevantes estas discusiones.
–En el caso de Argentina sigue habiendo problemas económicos muy grandes. Eso habilita a que algunos políticos se pronuncien contra la democracia, contra los derechos políticos y contra los derechos sociales. Para Milei los derechos sociales son todos una aberración. Y los derechos políticos, más o menos.
–¿Ha habido en algunas luchas por el reconocimiento de ciertos derechos algo así como una especie de exceso que terminó generando un efecto inverso a lo que se esperaba?
–Para mi no hubo excesos. Es más, nunca se dieron más derechos que los que debían darse sino menos. En todo caso lo que hay es actuaciones de algunos dirigentes que no supieron dialogar con las mayorías. Pero excesos no hubo, al contrario. A ver, incluso, pese a todas las protecciones legales que hay para que haya igualdad para las mujeres, no hay igualdad para las mujeres. No hay igualdad en el mercado de trabajo, no hay igualdad en la consideración de la justicia, no hay igualdad en muchos sentidos. Milei hace una maniobra, le pone el nombre de wokismo y reduce a las luchas por los derechos, cuando en realidad lo que se está olvidando que es todo ese movimiento de la institucionalización de derechos, por ejemplo en Estados Unidos, donde él tiene la referencia, es de hace 50 años. Hay movimientos que llevan 150 o 180 años, por eso no se puede analizar la sociedad por los últimos cinco días.
–Cita a la conducta de los dirigentes. El hecho de que importantes referentes de espacios políticos que se denominan progresistas, como Alberto Fernández o José Alperovich, hayan terminado con denuncias y condenas, ¿debilita planteos legítimos por el reconocimiento de derechos?
–Sí, que dirigentes como Alberto Fernández, que se llenaron de la boca de feminismo y después tenían agresiones machistas, tuvieron como consecuencia depositar sospechas sobre la hipocresía de quienes defienden esos derechos. Pero en el espacio progresista prosperan las denuncias, porque el espacio progresista es más abierto a esas denuncias. No hay denuncias para dirigentes de derecha solamente porque las ocultan.
–Al ser el tema económico tan dominante, y en función de experiencias anteriores argentinas donde la estabilidad económica dejaba en segundo plano otras cuestiones, ¿Milei avanza con sus planteos porque la economía se lo permite?
–Creo que Milei mueve esta agenda en parte porque se lo permite a la situación económica, pero en parte también para evitar la discusión económica. Porque esta agenda no tiene consecuencia y a Milei le sirve para inhibir a sus opositores que defienden estos temas, y también para galvanizar y dinamizar a su activo. Con esta agenda, tapa problemas que se le pueden plantear en lo económico.