“Por qué deberíamos hacerle un desplante al Presidente, si nosotros somos defensores de la institucionalidad”. Esa fue la respuesta –cortante– del gobernador Martín Llaryora a un estrecho colaborador que le sugirió analizar no estar presente este sábado en el Congreso, cuando el presidente Javier Milei encabece la Asamblea Legislativa.
El intercambio surgió después de que el Presidente oficializara la designación por decreto de dos miembros para la Corte Suprema: el polémico juez federal Ariel Lijo y el catedrático Manuel García-Mansilla, quien ya juró como cortesano.
Esta decisión impulsó a gobernadores peronistas y a legisladores nacionales kirchneristas a lanzar un plan para “vaciar” de opositores la apertura de sesiones ordinarias del Congreso.
La sugerencia también tenía un costado local, más allá de la pulseada nacional entre los libertarios y la oposición: no era aconsejable que el gobernador pisara el escenario político nacional en el contexto de la desaparición del niño Lian Flores Soraide, en Ballesteros Sud.
A principios de semana, la sombra del caso Loan Peña, desaparecido hace ocho meses en Corrientes y que derivó en un escándalo político, llegó a tocar el Centro Cívico.
Por estas horas, Llaryora está convencido de que ambos casos son “incomparables”. El gobernador no habló hasta ahora del tema. Le dejó esa responsabilidad a su ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros, quien tiene el mismo convencimiento que el mandatario provincial. Por ahora, el resultado es el mismo de ambas investigaciones: no se sabe qué sucedió con los niños.
Es incomparable la cuestión temporal. El niño correntino desapareció el 13 de junio del año pasado. A Lian se lo busca en Ballesteros Sud desde hace casi una semana.
En el Centro Cívico aclaran en privado que la investigación en Corrientes arrancó con muchos tropiezos y que luego el caso se convirtió en una cuestión política por la intervención de funcionarios que respondían al gobernador correntino, el radical Gustavo Valdés.
En Córdoba, tal vez alertados por aquella mala experiencia en Corrientes, desde un primer momento la Provincia puso a disposición de la Justicia un arsenal de elementos técnicos e innumerables recursos humanos para buscar a Lian.
En el Centro Cívico consideran que los cordobeses no creen que el caso Lian se encamine a convertirse en el enigma Loan, con fuerte impacto político.
Las declaraciones de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en las que elogia la participación en la investigación de la Policía de Córdoba, fortalecieron esta conclusión que sobrevuela entre los llaryoristas.
De todos modos, mucho dependerá del resultado de la investigación que por ahora realizan dos fiscales provinciales. Si en los próximos días no hay novedades concretas, no habría que descartar que la política meta la cola en este caso sensible.
Legisladores juecistas y radicales preparan pedidos de informes al Poder Ejecutivo en la Legislatura, por lo cual, la desaparición de Lian tendrá el condimento político que hoy no tiene.
El oficialismo sabe de estos planes de la oposición y parece no inmutarse. “Ojalá se animen; quienes perderán son ellos (por los opositores). Que le pregunten a Bullrich”, resumió un legislador peronista, en referencia a los dichos de la funcionaria libertaria, de excelente relación personal con Quinteros y una historia reciente de desencuentros políticos con el opositor Luis Juez.
Más allá del optimismo oficial, y hecha la aclaración de la diferencia del tiempo transcurrido y los desaguisados entre la Justicia y el poder político correntino, en Córdoba tampoco hay certezas sobre qué sucedió con Lian. Una cuestión que los opositores tratarán de facturarle a Llaryora y, sobre todo, a Quinteros, excompañero de ruta de Juez.
La cuestión nacional
Llaryora nunca analizó dejar la silla vacía en el palco de invitados especiales de la Asamblea Legislativa. Pero en el Centro Cívico admiten que no será el mejor escenario para asomarse en el ámbito nacional.
Los llaryoristas creen que cualquier opinión del gobernador sobre tres temas nacionales le puede traer más problemas que beneficios: el escándalo por la cripto $Libra, que sacude al Gobierno libertario; la feroz pelea entre el Presidente y el gobernador bonaerense Axel Kicillof, y la designación por decreto de dos nuevos miembros de la Corte Suprema de Justicia.
La decisión de Llaryora es asistir al Congreso, pero con bajo perfil, sin hacer declaraciones. Estará para evitar que su ausencia sea leída como un desplante al Presidente.
El gobernador no modificó su estrategia de marcar diferencias con los libertarios, pero tampoco desafiará a Milei, quien en los últimos días mostró una violencia verbal inusitada.
Como la mayoría de los gobernadores, Llaryora se sorprendió con la feroz embestida de Milei contra Kicillof, a quien aquel le pidió la renuncia para intervenir la provincia de Buenos Aires por la delicada cuestión de la inseguridad.
En el Centro Cívico consideran que el Presidente sobreactúa y lanzó una “bomba de humo” para tapar el escándalo $Libra. El gobernador evitará quedar en el medio. No desafiará a Milei, pero tampoco quedará del lado de Kicillof.
Por eso, en su desembarco este sábado en el Congreso, Llaryora aplicará la consigna que se lee en los pasillos de clínicas y de hospitales: “El silencio es salud”. En este caso, es salud política.