El plan del gobierno para movilizar la economía vía la utilización de ahorros no declarados no arranca y además encuentra obstáculos legislativos y en los particulares, quienes por ahora siguen con el dinero debajo “del colchón”.
El ministro de Economía, Luis Caputo, no pierde oportunidad de aconsejar que se usen los dólares guardados para la vida diaria, pero por el momento su palabra no es muy tenida en cuenta.
Tanto es el interés del ministro de que esto ocurra que no dudó en ponderar con un posteo la decisión de una empresa automotriz de avanzar en créditos en dólares para la compra de uno de sus productos más emblemáticos.
No obstante, en la calle la respuesta es otra. Desde la apertura del cepo las personas físicas se volcaron con voracidad a la compra de dólares, que estarían siendo destinados a atesoramiento y a financiar viajes al exterior.
Así lo muestran las estadísticas del Banco Central, que revelaron que desde que se levantaron las restricciones cambiarias los particulares compraron cerca de U$S 4.200 millones. En las dos últimas semanas de abril –cuando se liberó el mercado- un millón de personas compraron dólares por U$S 2.000 millones. Durante mayo la cantidad de individuos se repitió y las adquisiciones subieron a U$S 2.200 millones.
Caputo reniega de esta tendencia porque demuestra que en la calle sigue la desconfianza sobre el precio de la divisa y oxigena el fantasma de una devaluación pasadas las elecciones.
De allí el desafío que lanzó el martes por la noche en una presentación ante financistas con llamativo acting sobre el escenario: “Comprá, no te la pierdas campeón”, soltó con tono de sorna, apuntando directamente a quienes hablan de “atraso cambiario”. En la misma línea, el viceministro, José Luis Daza, justificó la defensa del equipo económico sobre el tipo de cambio al señalar que el dólar perdió valor en todo el mundo en los últimos seis meses, lo cual repercute en la Argentina.
Cabe recordar que desde principio de 2025 se pueden ofrecer bienes y servicios con precios en dólares y facturarlos en esa moneda, y hasta el pago en cuotas. Para estas operaciones se pueden usar tarjetas de débito sobre cuentas propias o tarjetas de crédito. Pero esta alternativa tampoco cuajó en la sociedad.
Los bancos encargados de administrar estos sistemas eluden responder por el nivel de transacciones realizadas, una forma elegante de decir que “no mueven la aguja”.
“Faltan incentivos para que esta modalidad funcione. Por ejemplo, el comercio debiera poner un precio competitivo en dólares para tentar al consumidor”, añadieron desde una de las empresas que ofrecen servicios de pago.
En síntesis, mientras el gobierno pugna por acelerar la “dolarización endógena” (que la economía funcione con dólares en poder del público), la respuesta de la gente es “los dólares son para guardar, no para gastar” o en el mejor de los casos, o peor, se gastan en el exterior. En mayo se fueron más de U$S 700 millones por esta vía. Curiosamente, en esa misma presentación con financistas, Caputo interpretó esta situación como “positiva” porque caso contrario el dólar estaría “en $ 900”.
Pero además de la poca inclinación de los particulares a poner sus dólares en la economía diaria, el plan sigue empantanado en la cuestión legal.
Contadores y especialistas en impuestos continúan aconsejando a sus clientes no realizar ningún tipo de exteriorización hasta que el Congreso Nacional sancione las leyes que blinden esas operaciones. Los proyectos ya ingresaron al Parlamento pero no se movieron.
“El temor es abrir la Comisión de Presupuesto y Hacienda y que nos metan alguna otra cosa”, confesó un legislador libertario consultado por La Voz.
Ese miedo es fundado y quedó plasmado en los últimos movimientos en el Congreso.
La sesión convocada para este miércoles para tratar el financiamiento a universidades y Hospital Garrahan tiene como objetivo emplazar a la Comisión de Presupuesto, cerrada por el oficialista José Luis Espert para que se reúna y así obtener el dictamen. En el Senado, los libertarios también tienen bloqueada la comisión homónima y de esa forma frenan el dictamen de los proyectos jubilatorios. Un obstáculo adicional es el receso invernal que se producirá en las dos últimas semanas de julio.
En el Ministerio de Economía esperan que avancen las iniciativas, pero el escenario legislativo planteado los deja al borde de la resignación, al menos en el corto plazo, y en la obligación de buscar alternativas para remonetizar la economía.
Una fue la renovación parcial de vencimientos en la última licitación, lo cual inyectó en el mercado $ 4,3 billones. El efecto inmediato fue una suba del dólar y en los próximos días se sabrá qué ocurrió con los precios. Todo un desafío para la toma de decisiones.