La campaña de la elección de medio término entra en el tramo final con muchísimas más turbulencias de las que se avizoraban, en un contexto de incertidumbre y múltiples escenarios abiertos.
Es una elección nacional, lo cual obviamente hace que el contexto nacional sea el determinante, pero es una votación por distritos.
Es entonces cuando hay que escudriñar cómo pueden llegar a impactar distintos episodios en cada una de las 24 elecciones en las que se subdivide esta renovación del Congreso.
La escandalosa agitación que se vive en la provincia de Buenos Aires, donde a dos semanas de ir a votar aún no se sabe cómo será la lista del oficialismo nacional, impacta en el resto del país por el peso de este distrito (casi el 40% del padrón), por la envergadura de sus personajes y por el alcance nacional que tiene todo lo que pasa en el eje porteño-bonaerense.
Pero si uno revisa lo que está ocurriendo en la disputa electoral en otros lados –por ejemplo, en Córdoba–, casi que no hay correlación.
¿Y los temas provinciales?
Es más, hasta acá lo poco que pasó en la campaña cordobesa vino de afuera. Y sus principales actores están mirando para afuera.
Los libertarios ataron toda su apuesta proselitista a la figura de Javier Milei y la gestión nacional. Una franquicia que sujeta todos sus procesos a la de la casa central tiene la gran ventaja de que si todo le va bien a la marca tiene que hacer poco para tener éxito, pero se queda sin margen de maniobra ante el menor tropiezo.
La lista que encabeza Gonzalo Roca mira para afuera, en el sentido de seguir a pies juntillas el libreto que llega del comando central de La Libertad Avanza, sin prácticamente autonomía. No ha esbozado siquiera una discusión de orden local, si se tiene en cuenta que el principal competidor es justamente una fuerza que gobierna Córdoba desde hace 26 años.
Es más, Mauricio Macri –viejo conocedor de la política cordobesa– ha hecho mucho más por los libertarios cordobeses que los propios candidatos y padrinos de esa lista. Fue cuando planteó en las últimas horas que el voto a Provincias Unidas es funcional al kirchnerismo.
Con todo el despliegue del conocido aparato electoral del peronismo cordobés, Juan Schiaretti también mira para afuera.
Esta semana siguió la gira por el país para vender una nueva candidatura presidencial. Sabe que primero es la elección dentro de pocos días y que dos años pueden equivaler a varias eternidades.
Pero necesita plantear ese gancho para esquivar aquella acusación de que el voto a “las fuerzas del centro” es funcional al kirchnerismo.
Las pocas voces que intentan plantear problemáticas locales en esta elección de diputados nacionales tienen un escaso peso para incidir en la agenda de campaña, y así nuevamente el peronismo provincial logra enfriar la etapa preelectoral.
Cerrado por campaña
Es tan abusivo ese intento de que no se agiten las aguas locales que, como una simple muestra, se da una curiosa e inexplicable situación. Se renuevan bancas en el Congreso Nacional y ambas cámaras siguen sesionando con temas muy importantes hasta la misma semana previa a la votación; y a la Legislatura provincial, donde no hay elección de medio término, la cerraron casi por un mes, con una reprogramación de sesiones hasta que pasen las elecciones.
El mensaje que sale de la Unicameral sería algo así: “Para darle más actividad al Congreso de la Nación, hagamos como en Córdoba, que sesionamos cuando se nos canta”.
Por ahora, la agenda nacional es tan compleja y enrarecida que tiene unos niveles de centralidad difíciles de empardar.
Pero todavía faltan dos semanas. Y lo vemos cada día. En dos semanas, pueden pasar demasiadas cosas.