En el Gran Córdoba hay 569.654 habitantes debajo de la línea de pobreza. Dentro de ese conjunto, 138.199 son indigentes. A los primeros, sus ingresos no les permite comprar lo básico para sostener un hogar; a los segundos, lo que ganan ni siquiera les alcanza para alimentarse con una dieta medianamente equilibrada.
En porcentaje, la pobreza impacta al 35,5% de los cordobeses y la indigencia afecta al 8,6% de la población total.
Los registros corresponden al segundo semestre del año pasado, cuando el proceso inflacionario ya daba muestras de un importante descenso respecto de finales de 2023, cuando las tasas mensuales eran superiores al 20%.
En comparación con el mismo semestre de 2023 (el segundo), que es el cotejo correcto estadísticamente hablando, los datos dados a conocer este lunes por el Indec reflejan una caída del nivel de pobreza de 3,7 puntos porcentuales.
Si se mide frente al primer semestre del año pasado, la caída en la medición de pobreza es notable: 14 puntos menos.
Hay que recordar que entre enero y junio del año pasado, el organismo liderado por Marco Lavagna midió una pobreza del 49,5% en el Gran Córdoba, el registro más alto desde la crisis de 2001.
A nivel nacional, los números de la Encuesta Permanente de Hogares dicen que en la Argentina urbana (los 31 aglomerados más grandes) hay 11,3 millones de pobres (38,1%), dentro de los cuales hay 2,4 millones de indigentes (8,1%). Siempre al segundo semestre del año pasado.
La cantidad de pobres, si se proyectan los datos oficiales a la población de todo el país, asciende a 18,1 millones, un valor que se mantiene en ese nivel (o más alto) desde 2019.
La indigencia, en tanto, alcanza a 3,9 millones de personas.
Esta proyección no es precisa ya que no contempla que las condiciones de vida de la población de las grandes urbes es diferente al escenario en entornos rurales.
Festejos y dedicaciones
En el conjunto de datos macroeconómicos que periódicamente publica el Indec, uno de los más sensibles (sino el más relevante) es el de la incidencia de la pobreza y la indigencia.
Más allá de los cuestionamientos respecto de su precisión, la cantidad de pobres e indigentes termina siendo uno de los termómetros que marcan la agenda de los gobiernos, de cualquier signo político.
Por eso, el dato de este lunes fue celebrado en Casa Rosada. Y no es para menos, se trata de una baja de casi 7 millones de pobres en comparación con el semestre inmediato anterior.
Con su peculiar verborragia, Milei escribió en las redes: “Tomen nota, mandriles”, referenciando una publicación del Ministerio de Economía con las estadísticas de Indec. El texto oficial dice que “en el segundo semestre de 2024, el porcentaje de hogares debajo de la línea de pobreza alcanzó el 28,6%, en los que residen el 38,1% de las personas, contra el 42,5% de hogares y el 52,9% en el primer semestre del año pasado”.
El dato de la caída de la pobreza coincidió con un muy positivo informe publicado también este lunes por Moody’s. La consultora internacional dijo, entre otras cosas, que “los desequilibrios fiscales y macroeconómicos se están corrigiendo” y que aunque sigue habiendo “importantes riesgos de incumplimiento”, se da en medio de un “impulso positivo”.
Es la inflación
La principal explicación para que los datos de pobreza hayan retrocedido de esta manera es básicamente estadística: la desaceleración de la inflación. Así como impactó negativamente cuando los precios se dispararon hasta el 200% tras la devaluación de diciembre de 2023, ahora, con el IPC debajo del 100%, el efecto es el contrario.
La medición de la pobreza en la Argentina es básicamente una resta entre ingresos y gastos. Si el resultado de los ingresos es más bajo que la canasta, las familias son pobres.
El último dato disponible del Indec, de febrero de este año, marcó un piso de ingresos de $ 1.057.923 para que un hogar no caiga en la pobreza y de $ 468.108 para no ser indigente. La medición del Indec publicada este lunes usó valores promedio del segundo semestre de 2024.
Semejante variación entre un semestre y otro vuelve a exponer lo que los especialistas piden hace años: que no sólo se mida cotejando ingresos versus gastos, sino incluir variables multidimensionales.
En una entrevista con La Voz, el investigador del Conicet Martín Maldonado, especialista en pobreza y políticas sociales, dijo –una vez más– que “las mediciones de pobreza por ingresos no sirven para períodos inflacionarios”. Maldonado entiende que “la pobreza es estructural y no subió lo que se dijo que había subido ni bajó lo que bajó ahora”. “La medición de una cesta de 52 alimentos para determinar el nivel de indigencia y su multiplicación por 2,09 para proyectar la capacidad para comprar otros productos y servicios no alimentarios, que viene de una encuesta en los últimos deciles de la población en 1985, no sirve para definir la pobreza en momentos de alta inflación”, insistió.
Maldonado, y numerosos especialistas en el tema, desde hace años, consideran que para tener un panorama real se deben contemplar muchos más aspectos más allá de los ingresos, como la calidad de las viviendas, el entorno ambiental, la calidad del empleo, si tienen o no cobertura médica, si realizan aportes, entre otros.
Volviendo a la medición de este lunes, distintos informes privados, atentos a la baja de la inflación, estaban adelantando un retroceso en las tasas de pobreza. Idesa, por ejemplo, con datos del tercer trimestre, ya la ubicaba en niveles similares a los registrados en el mismo periodo de 2023.
Catalina Serena, economista de esa consultora, hablaba de “una estabilización de las condiciones sociales”. “La combinación de alta informalidad con inflación suele disparar las cifras de pobreza. En estos últimos meses, los ingresos de los informales (que suelen estar sobre o debajo de la línea de pobreza), comenzaron a recuperar fuertemente, mientras que muchos sectores formales lograron volver a niveles previos a de 2023″, explicaba.
Pobreza oculta
Los datos sobre condiciones de vida que no se ven en los números del Indec son, por ejemplo, que en Córdoba creció un 35% la demanda en los hospitales públicos, como reconoció el ministro de Salud provincial, Ricardo Pieckenstainer.

Otra evidencia: entre los estudiantes, en 2025, creció un 11,9% la demanda del boleto educativo gratuito; y entre los docentes, un 13,2%: se inscribieron 36.285 maestros.
Y hay más. El programa de asistencia alimentaria para alumnos de escuelas públicas (Paicor) registró un incremento histórico: creció en el inicio de este ciclo un 18%.