La pregunta suena a obviedad. No lo es. ¿Juan Schiaretti y Martín Llaryora enfrentaron a Juntos por el Cambio en 2019? La respuesta es sí, aunque con un largo “pero” al final, que atenúa aquella aseveración.
¿Cuánta potencialidad reprimida tuvo la versión fracturada de Juntos por el Cambio en 2019? Difícil de establecerlo con fineza, aunque seguramente mucho menor que si se hubiera constituido como una coalición uniforme.
Por eso, los comicios que se aproximan serán diferentes a los anteriores. Si el armado opositor se mantiene unido –como parece que sucederá ahora–, por primera vez el peronismo de Córdoba tendrá enfrente una fuerza provincial con apoyo nacional. Ese es uno de los datos distintivos de lo que viene en materia electoral.
Más allá del yerro zoológico que cometió Horacio Rodríguez Larreta al intentar caracterizar la ambigüedad política que le achaca a Schiaretti por su cooperación al kirchnerismo en el Congreso –confundió gallinas y patos con teros–, el precandidato presidencial de Juntos por el Cambio mostró por primera vez que está decidido a criticar al peronismo de Córdoba, algo a lo que la oposición nacional no se había atrevido desde que Mauricio Macri llegó al poder en 2015.
En Juntos por el Cambio comienzan a desperezarse. De a poco se va tomando noción de que un Schiaretti en los cuartos oscuros de Córdoba como candidato a presidente es un rival que puede transformarse en un pacman impensado para la canasta nacional opositora, que viene nutriéndose –y de qué forma– de ese 8,7 por ciento que representa la provincia en la torta nacional.
Puede que Schiaretti termine no haciendo pie en otros distritos, como auguran sus rivales, pero su sola presencia en las boletas nacionales en Córdoba lo transforman en el principal rival local de Juntos por el Cambio.
Rodríguez Larreta –tal vez mal asesorado– desconoce que para la mayoría de los cordobeses Schiaretti es tanto o incluso más antikirchnerista que él. El efecto de esos dardos son inocuos aquí. Ese perfil refractario a la Casa Rosada es una construcción marca registrada del PJ cordobés, que precede incluso a la aspiración de Larreta de convertirse en presidente. Tuvo su germen en el decisivo posicionamiento a favor del campo en el conflicto entre Nación y el sector en 2008, y se coronó con la inacción nacional exhibida groseramente en la traumática sublevación policial de 2013.
Sí acierta Larreta, en cambio, con poner el foco en las falencias en materia de inseguridad, una preocupación central en el país y también en Córdoba. Cada vez que puede, el gobernante porteño expone su “preocupación” sobre el “crecimiento” de la inseguridad en la provincia. Hasta se atreve a acentuar su crítica en San Francisco, territorio del candidato Martín Llaryora y el extremo cordobés más cercano al desmadre rosarino.
En ese punto, Hacemos por Córdoba no puede mirar para otro lado. Van 23 años consecutivos de ostentar el poder de la fuerza pública. Los resultados, con hechos icónicos como el brutal desborde policial que terminó con la vida de Valentino Blas Correas, no son imputables a terceros.
Tiempos, momentos y fecha
Schiaretti acaba de intimar a la Nación para que en el plazo de cinco días se ponga al día con lo que adeuda a la Caja de Jubilaciones de Córdoba. El resultado parece cantado: más temprano que tarde, como ya lo hizo con resultado favorable José Manuel de la Sota, la nueva demanda judicial quedará a consideración de la Corte Suprema de Justicia. Cuando llegue ese momento, Schiaretti podrá exhibirse como el único entre sus pares peronistas capaz de desafiar al poder central y, lo que es más importante, sobrevivir financieramente sin la asistencia del Estado nacional.
Esa cualidad de poder mostrarse distinto fue la que expresó el lunes ante el auditorio afín que representa para Schiaretti la Fundación Mediterránea. Adrede, el gobernador evitó decir que será candidato a presidente, algo que oficializaría antes de que termine marzo, según afirman sus allegados.
“Sabemos que se esperaba que dijera que sería candidato, pero ‘el Gringo’ es respetuoso de los auditorios. No era el lugar para lanzarse. Igual, quienes lo escucharon saben que habló como candidato”, analizó un hombre de su máxima confianza.
Por ese mismo motivo, Schiaretti rechazó las invitaciones que recibió para estar en Expoagro, la cumbre del campo que se realiza hasta el viernes en San Nicolás. Llaryora fue quien ocupó su lugar. “Lo que tenemos que decir sobre lo que necesita el campo, Schiaretti ya se lo dijo a los productores y lo reclama todo el tiempo. No usamos esa vidriera como lo hacen otros”, explicaron cerca del mandatario sobre su decisión de no asistir a la megaexposición.
El peronismo es consciente de que en esta oportunidad, a diferencia de 2015 y 2019, la fuerza provincial de Juntos por el Cambio intentará aprovechar la valoración positiva y demostrada con creces en las urnas que tienen los cordobeses sobre figuras como Macri, Patricia Bullrich y Larreta, para mencionar a los principales. Los tres referentes del PRO aparecen al tope de las consideraciones en las encuestas que se leen en El Panal.
De allí el extremo cuidado que existe entre los estrategas de Schiaretti y de Llaryora para calibrar la fecha de votación: tan separada del escenario de las Paso como se pueda, aunque sin obturar la candidatura nacional del gobernador.
