La lógica pura no se lleva bien con la política. Juan Schiaretti milita en el peronismo desde hace más de 55 años. Sin embargo, en la campaña para el definitorio balotaje presidencial del 19 de noviembre, el gobernador embistió contra el candidato peronista, por ahora, sin una mención sobre el extravagante postulante opositor Javier Milei.
Schiaretti no insinuó que votará por Milei. Pero sus fuertes y reiteradas críticas contra Massa y su insistencia en calificarlo como “candidato kirchnerista” lo ponen en la vereda opuesta de la mayoría de los peronistas. Incluso, en Córdoba.
No obstante, lo ilógico se puede transformar en bastante lógico si repasamos la tensa relación de los últimos años entre Schiaretti y Massa.
El último cruce personal fue durante el segundo debate presidencial, el pasado 8 de octubre.
Ante el reclamo de Schiaretti para que la Anses actualice los desembolsos para la Caja de Jubilaciones de Córdoba, Massa le respondió con una chicana política: “Quizás no lo sabés, porque ya estás por dejar de ser gobernador, pero ya hablé con Martín (Llaryora) para enviar una ampliación al Presupuesto 2024 y establecer un mecanismo de actualización para la Caja de Córdoba”, dijo el candidato oficialista.
“No mientas. Cumplí con la ley este año, no con una promesa para el año que viene”, retrucó el entonces candidato presidencial cordobés, con gesto adusto, sin ocultar indicios de rencor personal.
“Ahora se hace el sorprendido por las críticas del ‘Gringo’, pero Massa lo quiso jubilar en público. Un grave error, que pagará en Córdoba”, se sinceró un ministro schiarettista de la primera hora, que se está despidiendo de la gestión.
La inquina de Schiaretti contra Massa no es nueva. Dicen que el gobernador nunca le perdonó el hecho de haberse enterado por los medios del acuerdo político del exintendente de Tigre con Cristina Kirchner, en 2019. Aquel pacto terminó de derrumbar al Peronismo Federal, espacio que compartía con el mandatario cordobés.
Ahora, Massa intentó crear una grieta entre el gobernador y su sucesor Martín Llaryora, convencido de que Schiaretti nunca iba a apoyar su aspiración presidencial.
Esa grieta no prosperó hasta ahora. Más allá de que algunos llaryoristas se pronunciaron a favor de Massa (en los próximos días habría varios más), todo indica que es una estrategia consensuada entre ambos referentes peronistas cordobeses.
Schiaretti y Llaryora esperan sacar réditos de este juego a dos puntas. Si gana Milei, el libertario tendrá que reconocerle mucho a Schiaretti, por sus furiosos tuits contra Massa. También será una puerta abierta para Llaryora para negociar con el eventual nuevo presidente opositor.
Si gana Massa, tendrá que reconocer el respaldo –aunque tibio– de los dirigentes que responden al gobernador electo.
Aunque está claro que si Massa llega a la Casa Rosada tendrá muchas chances de cumplir el objetivo que describió el mencionado ministro schiarettista: intentará jubilar a Schiaretti, al estrechar vínculos con el próximo gobernador.
De todos modos, más allá de las diferencias personales, la decisión de Schiaretti de mostrarle los dientes a Massa, en plena campaña, también tiene una raíz de convencimiento político: pararse siempre lejos del kirchnerismo.
Más allá del esfuerzo de Massa por deskirchnerizarse, para Schiaretti, detrás de su candidatura está Cristina Kirchner.
Por otro lado, Schiaretti, al igual que José Manuel de la Sota, siempre cuidó su electorado en Córdoba.
Las encuestas que manejan en el Centro Cívico indicarían que el escenario en Córdoba sería similar al del balotaje de 2015, cuando Mauricio Macri sacó en la provincia 71% de los votos, contra 29% de Daniel Scioli, el candidato del kirchnerismo.
Ya está demostrado que las encuestas son falibles, pero Schiaretti cree que ese será el resultado en su distrito, el próximo domingo 19.
Sombras locales
La buena cosecha de votos de Schiaretti en las generales del 22 de octubre, duplicando a nivel nacional lo que había sacado en las Paso, fue un baño de optimismo para el gobernador, que transita los últimos días en el poder provincial.
Según la consultora Opinaia, Schiaretti es hoy uno de los dirigentes con mejor imagen a nivel nacional, incluso superando a Milei.
Una despedida del poder “con bombos y platillos”, como dicen en su entorno. Schiaretti tiene decidido no alejarse de la política. Todo lo contrario. Espera tener protagonismo en el futuro inmediato.
Claro, siempre y cuando Massa no se convierta en presidente de la Nación y en el referente del PJ nacional, iniciando lo que podría ser un nuevo ciclo político, dependiendo del resultado de su gestión: el massismo.
Aunque a nivel provincial, hay dos sombras que Schiaretti no podrá ocultar en su despedida del poder: la semana que viene arranca el juego online en la provincia.
El gobernador no podrá quitarse responsabilidad sobre este millonario negocio, con riesgo de impacto social, más allá de que fue aprobado por la Legislatura, con el apoyo de algunos que decían ser opositores.
Por otro lado, la segura aprobación de la ley que modifica las atribuciones del Tribunal de Cuentas de la Provincia, en el cual la oposición tendrá mayoría durante la próxima gestión provincial de Llaryora, es otra mancha para el pregonado republicanismo de Schiaretti.
En la Córdoba de los memes de la campaña no figuraba restringir los controles a la gestión.
La oposición anticipó que judicializará la discusión si la Legislatura aprueba esta ley. Entonces entrará en escena la independencia del Poder Judicial provincial, que también figuró en la Córdoba que Schiaretti difundió como candidato presidencial.
