Los argentinos se realizan a diario numerosas preguntas sobre qué pasará con la economía en los próximos meses.
Aún no hay respuestas certeras, lo que genera incertidumbre y paraliza decisiones sobre el consumo, los negocios y las inversiones.
La mayor certeza es que la inflación fue alta en agosto y seguirá el mismo derrotero este mes.
Las consultoras privadas estiman que la suba de precios rondó entre el 11% y el 13%, con fuertes alzas en los alimentos, en especial los derivados de la carne.
La carne vacuna había sido una fuerte ancla para la inflación del primer semestre, pero el ciclo se revirtió por la aparición de las primeras lluvias (ahora los productores retienen parte de la hacienda) y por la devaluación, que subió los valores del ganado.
La depreciación oficial del peso de 22,4% actuó como un disparador que impactó en todos los sectores de la economía.
Los consumidores sienten en el bolsillo que el promedio que revelan las consultoras es apenas una muestra de las subas más altas que deben pagar en bienes y servicios.
El bolsillo queda flaco: las ventas minoristas de los locales de Córdoba cayeron 4,3% en agosto, informó la Federación Comercial.
Agosto fue uno de los meses más difíciles de las últimas tres décadas, a la par de los períodos previos a la vigencia de la convertibilidad, en abril de 2001.
¡Ay, la economía!
El kirchnerismo, a través de Axel Kicillof, quien actuó en la definición de las medidas que anunció Sergio Massa, no asume que la inflación distorsiona el esquema de precios y el funcionamiento de una economía.
Esa agrupación política aún la considera como un elemento lógico de la actividad, cuando en realidad actúa como un ordenador, en un mundo globalizado y cada vez más competitivo.
Hay sectores que están paralizando sus actividades, como las automotrices y las industrias metalmecánicas.
“No hay precio”, se sincera un industrial del este cordobés, la zona más rica en la producción agropecuaria y de agromáquinas.
“Es la situación más difícil de los últimos 20 años; faltan insumos básicos, lentes intraoculares y productos para el tratamiento de enfermedades graves”, completa el médico Facundo Rodríguez Saudel, al frente de uno de los centros más importantes de la ciudad de Córdoba.
Clínicas y sanatorios tienen el mismo diagnóstico. Las preguntas de cómo se resolverá la importación de insumos y productos clave para la salud no tienen respuestas.
Una alerta similar lanzaron bioquímicos y centros de diálisis y de imágenes digitales. El cerrojo a las importaciones es total.
Preguntas verdaderas
Los interrogantes sobre la marcha de la economía forman parte de las conversaciones cotidianas en los hogares y en las mesas de decisión.
¿Suena creíble que Massa vaya a dominar la inflación y lograr la recuperación, como anuncia, cuando no logró revertir la crisis ni mostrar índices de mejora en 13 meses de gestión?
¿Le alcanza a Patricia Bullrich la incorporación de Carlos Melconian para llegar a una segunda vuelta y, en caso de ganar, llevar a cabo las grandes líneas del programa que expuso en la Fundación Mediterránea?
¿Qué sucederá con la dolarización y el “plan motosierra” que proclama Javier Milei, que sedujo a millones de votantes? ¿Se podrá realizar? ¿O la Argentina explotará en tres meses?
No hay respuestas certeras.
Lo mejor está por venir
Ricardo Arriazu, una voz respetada en los círculos económicos, parece minimizar los pronósticos pesimistas para 2024.
Su optimismo se basa en las posibilidades de crecimiento, a partir de una excelente cosecha y del ahorro de energía por la actividad de Vaca Muerta.
La buena recolección de granos dependerá del fenómeno de El Niño, que por ahora no está presente en la región central del país.
El primer relevamiento de expectativas de siembra de la Bolsa de Cereales de Córdoba tiene números negativos para maíz, maní, sorgo y girasol, en relación con la campaña anterior.
La soja sería la única que tendría más hectáreas sembradas que en 2022/23. La sequía y la incertidumbre política juegan en contra.
Arriazu advierte que las buenas perspectivas pueden sufrir una embestida. “Después, vienen los políticos”, apunta, sobre la injerencia estatal en los planes privados.
