Un halo de imbatibilidad se proyecta sobre Javier Milei. Ocurre desde el instante mismo que el sistema político argentino comenzó a procesar el resultado de las Paso y asumió que el tablero previo a las primarias había desaparecido del mapa.
Desde ese momento impactante, la pregunta sobre si el líder de derecha podría alzarse con el pasaje a la Casa Rosada sin necesidad de un balotaje parece cada vez más pertinente.
Ese interrogante se reproduce en todos los ámbitos de poder y también gana terreno en la cotidianidad de la calle. Tanto quienes lo votaron como quienes optaron por otras opciones o no fueron a sufragar no descartan que la comediante Fátima Florez se convierta en virtual primera dama el próximo 22 de octubre.
No es impensado –como parecía antes de las Paso– que Milei pueda ganar en primera vuelta. Necesita para eso sumarle 10 puntos a los 30 que obtuvo en las Paso. En caudal de votos, requiere agregarle unos 2,5 millones de sufragios a los siete millones que cosechó el 13 de agosto.
¿Es posible semejante inyección de nuevas adhesiones? Para que Milei se imponga en primera vuelta, deben consolidarse ciertas variables que, a más de 50 días de la realización de los comicios, son imposibles de manejar y mensurar. El impedimento es sencillo: aún están en evolución.
¿Podrá Patricia Bullrich reconvertir su discurso, ahora delegado en la verborragia del economista Carlos Melconian, y hacer de eso un trampolín que la saque del lugar incómodo en que quedó? ¿Sergio Massa logrará romper la inercia de una agenda negativa, condicionada cada vez más por una economía estrangulada, que vomita inflación como un volcán en erupción?
Lo que necesita Javier Milei
Al margen de la suerte que corran sus principales rivales, hay dos aspectos centrales en el horizonte de Milei.
Por un lado, el posicionamiento electoral que tendrá el universo de votantes que no sufragó el 13 de agosto. Se trata de entre 2,5 millones y tres millones de personas. Es la porción de nuevos votantes que se agregaría al 69% que sí participó en las Paso. La estimación está hecha sobre la base de una participación histórica promedio en torno del 73% del padrón.
A ese grupo hay que sumarle unos 700 mil votantes que se quedaron huérfanos de sus opciones primarias porque estas no superaron el piso de 1,5% de los votos positivos para pasar de instancia.
Por lo tanto, para trepar hasta los 40 puntos necesarios para ganar en primera vuelta –siempre y cuando el segundo quede a una distancia no menor de 10 puntos–, Milei necesita que el grueso, casi la totalidad de esos dos bloques de votos se inclinen por él. Ahí radica el principal desafío.
Un aluvión semejante convertiría a la sorpresa en suceso. Hay dudas, por el momento, de que eso suceda. El voto emocional podría chocar con la aritmética pura y dura.
Entre los analistas, prevalece la idea de un voto más repartido, acaso en proporción parecida a lo sucedido en las Paso.
El segundo aspecto clave es la firmeza del voto ya emitido el 13 de agosto. Concretamente, qué porción en cada canasta de quienes ya eligieron repetirá su voto en octubre.
Un reciente trabajo que la consultora Synopsis, del politólogo Lucas Romero, hizo para sus clientes muestra un primer nivel de solidez del voto logrado por los cinco candidatos que accedieron a competir en la primera vuelta. El resultado confirma algunas presunciones, pero también muestra puntos sorprendentes.
Milei y Massa son los candidatos que más retienen a sus votantes. La “tasa” de contención supera el 91% para el caso del líder de La Libertad Avanza y el 96% para el candidato del oficialismo.
Bullrich, en cambio, sostendría algo menos, el 82%, con la particularidad de que la porción que la abandonaría migraría a la jaula de Milei, un pecado inadmisible para las chances de balotaje de la líder del PRO.
Llamativo, aunque previsible, es el comportamiento que adoptarían los votantes de Horacio Rodríguez Larreta, el derrotado en la interna de Juntos por el Cambio. El alcalde porteño apenas lograría transferirle a Bullrich el 43% de los votos que obtuvo. Un 15% irían a Milei –lo que parece extraño–, un 21% a Massa y un 6% a la canasta de Juan Schiaretti.
Casi todo lo de Juan Grabois se quedaría en la pecera del oficialismo. Y Schiaretti, que contendría al 70% de sus adhesiones, tendría una fuga de 21% hacia Milei y otra de 6% hacia Bullrich.
En el Centro Cívico hay encuestas que muestran a Milei en torno de los 38 puntos nacionales. Esos mismos trabajos –que para las Paso volvieron a fallar– tienen a Massa en el segundo lugar y a Bullrich detrás.
Nada está dicho, por supuesto. Pero hay movimientos que empiezan a configurar nuevos escenarios.
¿Milei puede ganar en primera vuelta? Sí, pero deben alinearse una serie de factores. Algunos de ellos, que parecían impensados, ya se dieron una vez.
