El Gobierno de Javier Milei consiguió esta semana un triunfo político clave: la Cámara de Diputados ratificó, tras un debate encendido y tenso, el DNU que autoriza un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Aunque no se trata de una ley ni de una negociación iniciada de cero, el aval legislativo implicó una validación institucional de peso para la hoja de ruta económica del oficialismo.
Es el tercer acuerdo con el FMI en una década. En 2018, Mauricio Macri recurrió al organismo, pero no pasó por el Congreso. En 2022, Alberto Fernández también selló un entendimiento, esta vez con aprobación parlamentaria.
Ahora, con Milei, se repite la escena del aval legislativo, aunque a través de un decreto que generó controversias.
La sesión dejó en evidencia algo más que una votación: expuso reconfiguraciones políticas, lealtades persistentes y algunos virajes llamativos. Las posiciones de los diputados cordobeses, en particular, aportan una radiografía interesante del momento.
Continuidades: los que votan igual, gobierne quien gobierne
Una parte del radicalismo cordobés mantuvo la coherencia: Rodrigo de Loredo, Gabriela Brouwer de Koning y Soledad Carrizo volvieron a votar a favor del acuerdo, tal como lo hicieron en 2022, cuando el kirchnerismo pedía apoyo para su entendimiento con el FMI. Esta vez, acompañaron al mileísmo.
El gesto revela un posicionamiento más ligado a la gobernabilidad económica que a la identidad de quien está en el poder.
También Laura Rodríguez Machado, del PRO, respaldó ambos acuerdos, lo que parece reforzar su sintonía con la estabilidad macroeconómica como prioridad, incluso en contextos políticos muy diferentes.
En el peronismo cordobés, Carlos Gutiérrez e Ignacio García Aresca también repitieron su voto favorable. Más allá de sus matices internos, ambos volvieron a ubicarse del lado de los que prefieren sostener una relación ordenada con el FMI, aun cuando los liderazgos nacionales cambien.
En el extremo opuesto, la diputada kirchnerista Gabriela Estévez ratificó su postura crítica: votó en contra tanto con Fernández como con Milei. Su línea discursiva mantiene el rechazo al Fondo como eje ideológico.
Giros y ausencias: los movimientos que llaman la atención
Uno de los cambios más notorios fue el de Natalia de la Sota. En 2022, acompañó el acuerdo impulsado por el Frente de Todos. Esta semana, votó en contra del DNU libertario.
Su decisión puede leerse como una señal de distanciamiento frente al rumbo económico actual, o incluso como una reafirmación de su perfil peronista más tradicional frente al experimento disruptivo de Milei.
Pablo Carro, de extracción sindical y afín al kirchnerismo, también giró: pasó de la abstención en 2022 a un voto negativo en 2024. El contexto político explica buena parte de su cambio, pero también puede interpretarse como una postura más definida frente a las políticas de Milei.

Héctor Baldassi, del PRO, no votó. Se ausentó por un viaje previamente agendado, pero su falta se notó. Vale recordar que en 2022, había votado a favor del acuerdo con el Frente de Todos.
Los que ya no están, pero dejaron huella
En 2022, también apoyaron el acuerdo con el FMI otros referentes cordobeses que hoy ya no están en el Congreso: Mario Negri, Marcos Carasso y Hugo Romero, por el radicalismo; Soher El Sukaria, Gustavo Santos y Adriana Ruarte, por el PRO; y Leonor Martínez Villada, por la Coalición Cívica.
Del bloque oficialista de entonces, solo Eduardo Fernández, del sector albertista, votó a favor.
El balance de esta votación revela un Congreso que, aunque fragmentado, volvió a mostrar capacidad para habilitar decisiones trascendentales. Pero también deja en claro que las lealtades no son inmutables y que cada votación importante es, en el fondo, un mapa dinámico de la política argentina.