En el oficialismo provincial, reina el entusiasmo. En la oposición, se instaló un clima de cierta confusión. Ese es el saldo todavía caliente de la elección municipal de Río Cuarto, donde el peronismo local logró un contundente triunfo en una escena que asomaba de alto riesgo por la división del PJ.
Si el resultado hubiera sido inverso al que se dio, el preocupado sería el gobernador Martín Llaryora y los entusiasmados, los opositores. Las aguas se irán calmando. También, la exacerbación de algunas lecturas sobre el impacto real de esos comicios locales.
Llaryora no sólo celebró y se adjudicó parte del triunfo. También, y sobre todo, suspiró aliviado. Tiene razón el gobernador cuando en privado dice que los ecos de la victoria oficialista en el sur provincial se apagarán rápidamente y que, en cambio, se hubieran prolongado en el tiempo si el triunfo se lo llevaban los opositores, con el radicalismo a la cabeza y en alianza con el juecismo.
Llaryora arriesgó mucho. La derrota podría haberse convertido en una incómoda piedra en el camino hacia 2027. El impacto de la crisis económica nacional ya es un pesado lastre que dificulta el arranque de la gestión, alejado de los planes iniciales de Llaryora. Si se le sumaba un revés electoral en la segunda ciudad más importante de la provincia, el cóctel se ponía demasiado peligroso para el Panal.
Rodrigo de Loredo volvió rápido desde Río Cuarto. Masticó bronca por lo que pudo ser y, otra vez, no fue. Luis Juez no oculta su indignación por haber sido “borrado” de la campaña bajo el argumento de la supuesta inquina que les genera a los riocuartenses la intromisión de foráneos en el Imperio. Llaryora asegura haber demostrado todo lo contrario: la ciudad estuvo empapelada con la cara del gobernador. “Cambiamos el paradigma. Pusimos la cara y el cuerpo y eso ayudó a ganar a (Guillermo) De Rivas”, repite el titular del Panal.
De Loredo y Juez despotrican contra Guillermo Seita. El consultor porteño, amigo personal de Juan Schiaretti, fue el cerebro detrás de la candidatura del radical Gonzalo Parodi. Juez lo descalifica en público tratándolo de “paseador de perros”. Y dice que fue Seita quien dio la orden para que no tuviera injerencia en un electorado que, el año pasado y para las elecciones provinciales, se inclinó por el senador más que por el hoy gobernador.
La oposición habla de “oportunidad perdida”, de haber tenido “servido en bandeja el triunfo”. Los 13 puntos de diferencia dicen otra cosa.
Seita tuvo juego en Río Cuarto por liderar el esquema comunicacional de la triada radical porteña que integran y comandan Emiliano Yacobitti, Daniel Angelici y Martín Lousteau. Los tres son socios políticos del intendente de Río Tercero, Marcos Ferrer. Los tres están enfrentados con De Loredo. Sin embargo, Ferrer y De Loredo mantienen firme su alianza política.
“Seita es socio de Schiaretti y los nuestros le dan poder para enfrentar al peronismo en Córdoba. No tenemos remedio”, se quejan, sin ocultar el fastidio, en el juecismo. “Es increíble: cobra en los dos mostradores”, agregan cerca del senador.
La victoria que en el radicalismo vieron posible en Río Cuarto pero terminó siendo derrota es un golpe para el próximo objetivo que se fijaron Ferrer y De Loredo: conducir, finalmente, la UCR provincial. El trabajo ahora será más arduo y empinado, aunque no imposible. Hay radicales a quienes la derrota de Parodi les sentó bien, porque los reanima a disputar lugares en la próxima conducción del partido.
Los ojos en el radicalismo
Llaryora está muy atento al futuro de los correligionarios. El gobernador se vería favorecido si la alianza entre la UCR y el juecismo se rompe antes del próximo turno electoral. Hace exactamente un año, ese entramado electoral quedó a tres puntos de ganarle los comicios provinciales. Llaryora no sólo pretende retener el poder. Buscará recuperar el control del Tribunal de Cuentas y volver a tener el margen de acción del que carece hoy en la Legislatura.
El peronismo aspira a que La Libertad Avanza sea la cuña que quiebre la sociedad política entre Juez y los radicales, y que persiste pese a todos los pronósticos y tentaciones varias que ofrece el “partido cordobés” en aras de su ansiada emancipación.
Juez dice que en 2025 su partido no tiene apuro ni desespera por candidaturas legislativas, ya que no tiene bancas en Diputados y, por lo tanto, no renueva, aunque podría aspirar a sumar alguna. En ese caso, ¿sería en solitario? ¿O aliado a la UCR? Nada de eso está definido.
Juez parece más dispuesto, en cambio, a convertirse en una herramienta de ayuda y prestarles servicios de logística a los libertarios el año que viene en Córdoba. La moneda de cambio sería lograr el apoyo de Milei para la casi segura nueva candidatura a gobernador en 2027. Es justo lo que Llaryora quiere evitar.
