Esta tarde, en la sede de Energía Argentina SA (Enarsa), se concretó la firma de un esperado Memorándum de Entendimiento entre la empresa estatal y la Unión Transitoria de Empresas (UTE) encargada de la construcción de las represas sobre el río Santa Cruz.
El acuerdo abre la posibilidad de retomar las obras paralizadas en un plazo estimado de entre 4 y 5 meses, sujeto al desembolso de financiamiento y a la normalización progresiva de la actividad en el sitio.
La firma contó con la presencia del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y del gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal, quienes destacaron la importancia del proyecto para el desarrollo energético del país y la reactivación económica de la provincia.
El memorándum fue suscripto también por Eling Energía, la firma cordobesa que integra la UTE, representada por Daniel de la Torre, miembro del Comité Ejecutivo, y Gezhouba Group, la empresa china líder en ingeniería civil e hidroeléctrica, representada por Wang Mingyi, también miembro de su Comité Ejecutivo.
El acuerdo establece un marco de entendimiento que define los pasos a seguir, los tiempos estimados y los compromisos asumidos por las partes para resolver los temas técnicos, financieros y contractuales aún pendientes.
Aunque no implica una reactivación inmediata, sí representa un avance sustancial para destrabar un proyecto de envergadura estratégica que lleva años de postergaciones.
Una obra demorada, pero estratégica
El complejo hidroeléctrico sobre el río Santa Cruz está conformado por dos represas: Cóndor Cliff y La Barrancosa (que habían sido rebautizadas como Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, respectivamente).
El mega proyecto contempla una potencia instalada conjunta superior a los 1.300 MW, con capacidad para abastecer de energía eléctrica a más de un millón de hogares y un impacto positivo en la matriz energética del país al reducir la dependencia de combustibles fósiles.
La construcción de las represas comenzó en 2015, con financiamiento chino y bajo la gestión de una UTE compuesta por Gezhouba y empresas locales.
Sin embargo, la obra fue interrumpida en diversas ocasiones por cuestionamientos ambientales, dificultades técnicas, renegociaciones contractuales y, más recientemente, por la parálisis generada en el contexto económico y político de los últimos años.
Actualmente, el reinicio de los trabajos depende de varios factores: principalmente, el desembolso del crédito internacional pactado con bancos chinos, la revisión de contratos por parte del Estado argentino y la progresiva removilización de recursos humanos y técnicos en el sitio.
Fuentes cercanas al proyecto indicaron que, aunque no se trata aún de una reactivación total, en las próximas semanas comenzarán tareas preparatorias que requerirán incorporar personal de manera gradual.