La Sala B de la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba capital revocó los sobreseimientos de dos exefectivos del Departamento de Informaciones (D2), de la Policía de Córdoba, integrado por policías encargados de llevar adelante agotadoras sesiones de torturas e incontables humillaciones a las víctimas que estuvieron detenidas allí durante la última dictadura cívico-militar.
Los vocales Eduardo Ávalos (autor del primer voto), Abel Sánchez Torres y Liliana Navarro revocaron los sobreseimientos, dictados por el juez federal N° 1, Alejandro Sánchez Freytes, en beneficio de Pedro Nery Palacio y de Ramón Alfredo Navarro. En el caso de este último, la Cámara ordenó su procesamiento por privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados.
El tribunal de alzada, asimismo, confirmó los procesamientos de los represores Rubén Roque Príncipi; Gustavo Adolfo Alsina (exjefe de la Policía Militar y con actividades en la UP1), los exagentes civiles de Inteligencia del Ejército Ricardo Alberto Ramón Lardone, Arnoldo José “Chubi” López y José Luis Yañez; el sádico expolicía del D2 Miguel Ángel “el Gato” Gómez; Carlos Jesús Regueira; el exsuboficial mayor del Ejército Carlos Alberto Díaz y el exsargento Juan Eusebio Vega.
Revés para expolicías del D2 y otros represores
Los camaristas declararon desierta, en primer lugar, la apelación de los fiscales Carlos Gonella y Facundo Trotta por el sobreseimiento del ex teniente coronel y mayor de Infantería Emilio Juan Huber, ya que falleció. Además, declararon desierta la apelación del defensor público oficial Jorge Perano sobre Alsina por extemporánea, y rechazaron los planteos de las defensas del resto de los imputados, cuyos procesamientos confirmaron.
El vocal Ávalos resaltó que, en el caso del imputado Palacio, no existía un estado de certeza negativa que permitiera sobreseerlo por privación ilegítima de la libertad agravada, torturas agravadas y abuso deshonesto agravado.
Al respecto, una de las víctimas de la represión reconoció la foto de Palacio (aunque señaló que podía ser “Nieto”) como uno de los policías que la sometió a sesiones de interrogatorios bajo apremios. “Dicho reconocimiento, aun con la imprecisión señalada, que debe ser enmarcada en el contexto en el que sucedieron los hechos y el tiempo transcurrido, no puede ser obviada en el análisis relativo a su situación procesal”, dijo el camarista.
Y remarcó que Nery Palacio colaboró con “el Gato” Gómez en el ámbito laboral (la Policía) y los unía una relación de confianza. Así, surgió que Palacio fue testigo en un certificado de convivencia otorgado a Gómez (dijo que lo conocía y que sabía con quién convivía). “El Gato” fue una figura cruel y violenta, condenada a perpetua. En uno de los tantos juicios por delitos de lesa humanidad en Córdoba, se recuerda el modus operandi de Gómez. A una de las tantas víctimas le dijo de forma intimidante: “’Mirame. Quiero que sepas quién es tu torturador. Soy el ‘Gato’’'.
Si bien no pudo determinarse con precisión el área o el departamento donde Palacio cumplía funciones al momento de los hechos (junio a septiembre de 1975), tampoco podía “descartarse de forma definitiva su intervención” en los delitos. De esta forma, revocaron el sobreseimiento y ordenaron profundizar la investigación.
El caso de Andenmatten
Por su parte, también revocaron el sobreseimiento de Navarro por privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados en perjuicio de David Andenmatten (torturado por “el Gato” Gómez), un estudiante de Veterinaria en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Los fiscales Gonella y Trotta alegaron la falta de certeza negativa para sobreseer a Navarro.
En mayo de 1976, cuando tenía 22 años, Andenmatten fue secuestrado de su trabajo y trasladado el 27 de mayo de ese año al D2, donde estuvo detenido. De acuerdo con la investigación, el joven permaneció privado ilegítimamente de la libertad y fue sometido a un sinnúmero de torturas por parte de Navarro: desde golpes de puño y puntapiés hasta tabicado, humillado y torturado con la nefasta “mojarrita” (colocarle un trapo en la boca y arrojarle agua en la cara para ahogarlo).
Navarro negó el hecho y señaló que ingresó al D2 el 1° de mayo de 1976, aunque dijo que su entrada no fue inmediata. El imputado contó que fue comisado al D2, pero sin tareas específicas, por lo que era solo cadete. Pero como dijo que por aquel entonces se vivía un ambiente muy agresivo, salía a hacer sus tareas y volvía a su casa.
Según surgió de su legajo, Navarro ingresó al D2 en abril de 1976 y trabajó allí hasta enero del ‘77. No registró licencias ni faltas cuando Andenmatten fue privado de su libertad y torturado en el D2. “Las constancias de su legajo personal ubican a Navarro prestando funciones en el Departamento de Informaciones al momento de los hechos. Y la propia declaración del imputado reconoce haberse desempeñado en ese lugar”, subrayó el camarista.
“El juez instructor entendió que su paso por esa dependencia había sido de escasa trascendencia, argumentando que su nombre no figuraba en la nómina del personal que prestó servicio en esa dependencia de 1974 a 1981. Sostuvo el magistrado que Navarro tampoco es mencionado por los expolicías del D2″, siguió Ávalos.
Pero una declaración de otra víctima expuso el posible rol de Navarro en ese tiempo. Esa víctima, un joven detenido unos días antes que Andenmatten en el D2, contó que lo reconoció: “En el D2, un día me sacan de la sala de tortura, me sacan la venda y del otro lado veo una persona que me hizo una seña con la mano pidiéndome silencio, que no hablara. Vi que se trataba de un excompañero mío del Liceo Militar General Paz, de apellido Navarro”.
“Me preguntó qué necesitaba –prosiguió–, y yo le contesté algo así como ‘Mirame cómo estoy’. En esos momentos yo estaba muy golpeado. Me acuerdo que (Navarro) me bajó nuevamente la venda y que al rato pasó alguien, que creo que podría haber sido él, y me puso una pastilla en la boca; debe haber sido algún calmante”.
Aunque para Sánchez Freytes la consideración que habría demostrado Navarro a su excompañero del Liceo y el escaso tiempo que se desempeñó en el D2 no eran suficientes para afirmar su participación en el hecho. Para la Cámara, contrariamente, sí permiten dar por probada su participación en los delitos.
“Teniendo en consideración su legajo de servicio y el testimonio (del excompañero del Liceo) que lo ubica en el D2 en contacto con los detenidos torturados, cabe concluir que Navarro conocía lo que sucedía en ese ámbito. No era completamente ajeno a los delitos que allí se cometían; y si bien pudo haber tenido una actitud benévola con una de las víctimas, a quien conocía de otro ámbito, ello permite concluir que –al menos– contribuyó a generar las condiciones necesarias para que el personal del D2 –que él integraba– privara de la libertad a Andenmatten y le impusiera tormentos”, dijo Ávalos.
Posteriormente, Andenmatten fue llevado del D2 a la comisaría de Río Cuarto, donde permaneció 71 días preso. Después, fue alojado en la cárcel de Río Cuarto, la entonces Unidad Penitenciaria Nº 1 (excárcel de San Martín), de la ciudad de Córdoba, la Unidad Penitenciaria Nº 9 de La Plata y la prisión de Caseros, de acuerdo con un informe de la Universidad de Río Cuarto.
Se exilió en Brasil, volvió a la Argentina y finalmente se radicó en Suiza.