Las dudas se concatenan y se extienden: ¿casos aislados y excepcionales o hechos usuales y extendidos? ¿Salen a la luz por un hecho exógeno que se escapa del sistema o pueden aparecer por mecanismos de depuración institucional?
Dos situaciones sacuden a la política cordobesa y reabren los interrogantes respecto de cómo funcionan algunas dinámicas en el poder. La primera tiene que ver con lo que comenzó como la ruta del dinero Kraisman y terminó como el escándalo de los fantasmas en la Legislatura, y la otra es la imputación por presunto lavado de dinero y enriquecimiento ilícito a Oscar González.
Lo del dirigente peronista capitalino Guillermo Kraisman, de intentar cobrar el sueldo de una empleada legislativa, parecía una acción delictiva más de una persona con un extenso prontuario, pero terminó abriendo la siempre misteriosa caja de los empleos públicos.
Han pasado ya dos semanas del hecho en la sucursal General Paz de Bancor y las autoridades de la Legislatura aún no pueden aseverar o descartar que haya empleados fantasma en la Unicameral.
La vicegobernadora y titular del cuerpo, Myrian Prunotto, admitió que Virginia Elizabeth Martínez cobró el sueldo del mes de diciembre más proporcional de aguinaldo y vacaciones sin haber firmado contrato. El abogado de la mujer aseguró que su clienta jamás supo que era empleada.
Las autoridades legislativas emitieron un comunicado de prensa para responder a la legisladora Nancy Almada, del Frente Cívico, en el que sostenían: “El bloque del Frente Cívico (juecismo) también tenía contratados en situación irregular en nuestra Unicameral”. El “también” retumbó por toda la Legislatura como una admisión de culpabilidad.
Fueron todas esas palabras oficiales las que aumentaron las sospechas respecto de la existencia de personas que cobran sin saber de la repartición que les paga, duda que se extiende a otros poderes del Estado a nivel municipal, provincial y nacional.
¿Cuánto ganan?
El otro gran sacudón viene de la mano del denominado “caso Oscar González” y de las causas que lo involucran.
A más de dos años del siniestro vial en el camino de las Altas Cumbres, en el que falleció Alejandra Bengoa y quedaron con graves lesiones Alexa Miranda y Valentina Szulewicz, sigue sin haber fallo judicial sobre las responsabilidades de aquella colisión. La Justicia no siempre tiene los ojos vendados para evitar ver a quién debe juzgar.
Esta semana se conocieron novedades de una de las causas que se tramitan en el fuero federal, en el que se investiga presunto lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.
En ese fuero –el provincial parece cerrado al análisis de los movimientos patrimoniales de los personajes fuertes del poder–, se sospecha de la evolución de los bienes declarados de una de los personajes clave en los más de 25 años de ejercicio de poder del peronismo cordobés.
Es que, del repaso de la declaración jurada de bienes de González, que la propia Justicia tildó como “irrisoria” en cuanto a la valuación de las propiedades, surgen dos datos. El primero es que arrancó con cinco propiedades inmuebles en 1999, presentó su última declaración del período 2019 con 11 y la Justicia le determinó seis más entre esa fecha y fines de 2022, cuando se fue de la Unicameral.
El segundo dato es que declaró como ingreso principal la remuneración como funcionario público y una entrada extra por “alquileres”, en una proporción de 80% a 20%. Si tomamos a valores actuales de salarios de legisladores y de ministros los cargos que ocupó González en estos años, él declaró bajo juramento ingresos que hoy serían de unos $ 3,5 millones y una capacidad de ahorro para triplicar en algo más de 20 años su patrimonio inmobiliario.
Por eso, volviendo a la pregunta inicial de esta columna, ¿González es un caso aislado o se trata de un exponente más de una generación de dirigentes que llegaron al poder a fines del siglo pasado con un patrimonio de clase media o clase media alta y que hoy son potentados?
Y, además, plantea una cuestión ya expuesta en esta columna sobre los ingresos reales de los funcionarios. De los actuales, no de los ex. ¿Cómo se puede vivir en un barrio cerrado, tener autos de alta gama, mandar a los hijos a colegios privados de los más costosos y llevar los niveles de vida que llevan con un ingreso de unos $ 3 millones?