En una semana marcada por la aprobación del DNU que habilitó un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el economista Roberto Cachanosky analizó los riesgos de una política económica basada en medidas transitorias y falta de información.
En diálogo con Voz y Voto, advirtió sobre el atraso cambiario, la ausencia de inversiones reales, y el impacto de decisiones políticas subordinadas al calendario electoral.
–Esta semana, el Gobierno logró blindar el DNU para avanzar en un nuevo acuerdo con el FMI, y sostiene que es un paso fundamental para la política económica. Afirma que con eso se solucionan gran parte de los problemas. ¿Coincide con esa visión?
–La verdad que no. Argentina entró al Fondo en 1956 y ya firmó 28 acuerdos... y el que viene será el 29. Creo que es el país que más acuerdos firmó, y eso no significa que haya solucionado todos los problemas. No estoy en contra de que hagan un acuerdo, pero me parece mal que lo hagan por DNU. Y segundo, porque no hay ninguna información sobre qué es lo que van a arreglar con el Fondo. Nadie sabe lo que va a pasar.
–Una de las dudas que se planteó esta semana es sobre el dólar. ¿Es sostenible esta política por lo menos hasta las elecciones?
–Están discutiendo justamente algo de eso. El tema cambiario y el monetario son claves, y seguramente son los puntos en los que el Fondo más choca con el Gobierno. Lo que no sabemos es qué van a corregir y si realmente lo van a hacer. Podrían, por ejemplo, eliminar el dólar blend para que el Banco Central se quede con más divisas. Pero ojo, le aclaremos a la gente que Argentina no tiene solamente un cepo, también tiene un control de cambios: el exportador está obligado a venderle sus dólares al Banco Central a un tipo de cambio menor al del mercado. Por ejemplo, el productor de soja exporta a Alemania, cobra en dólares, y el Banco Central le dice: “No, vení y dámelos a mí”, y encima se los paga a un tipo de cambio menor. Ese tipo de cambio está atrasado artificialmente para tratar de pisar la inflación. Pero eso tiene un límite. Si llegan o no a octubre es el gran interrogante que tenemos todos. Se hace muy difícil saberlo porque Caputo es un especialista en mesas de dinero, y lo puede estirar un poco.
–Ante la incertidumbre de no saber si va a haber una corrección cambiaria, ¿qué hace, por ejemplo, ese productor? ¿Liquida la cosecha o espera? ¿Afectará a la actividad, a este crecimiento incipiente?
–En realidad, mucho crecimiento no vas a tener. A lo sumo, hablamos de reactivación. ¿Qué es reactivación? Tenés dos máquinas y a una la ponés a andar porque hay un poco más de demanda. Crecer es otra cosa: tenés las dos máquinas funcionando y comprás una nueva para producir cada vez más. Yo no veo que en la Argentina haya una ola de inversiones. Ni siquiera en Vaca Muerta. Son puros anuncios. Algunos, básicamente de YPF. No ves inversiones. Y al no haber inversión, no hay posibilidad de bajar la tasa de desocupación ni de mejorar los salarios reales porque eso depende de la productividad de la economía. Por lo tanto, el consumo tampoco se va a mover. Y si siguen manteniendo atrasado el tipo de cambio, ahí van a tener un problema. Van a desestimular las exportaciones y vamos a estar como el año pasado, con la gente yéndose a Brasil, a Chile… Ojo, no estoy en contra de eso, que la gente haga lo que quiera con sus ingresos. Pero cuando eso ocurre por distorsiones artificiales, vas a tener un problema seguro.
La inflación de Milei
–Uno de los argumentos que usó el Gobierno para justificar su política cambiaria es que una corrección trae inflación. ¿El proceso de desinflación se estancó? ¿Va a ser difícil perforar el 2% mensual?
–Ellos están apostando a atrasar el tipo de cambio. Por eso hablan de una Argentina “cara en dólares”, de que el dólar va a ser siempre barato. Quieren algo parecido a lo que hizo Martínez de Hoz, o el plan Primavera. Todo va a depender de cuánto pueden aguantar ese atraso. Para que tengas una idea: de acuerdo a los datos que publica el Banco Central, el tipo de cambio real, tomando solo el dólar y el peso, está igual que cuando lo entregó Massa. Esto quiere decir que devaluaron un 120% y se comieron toda esa devaluación en lo que va del 2024. Es decir, licuaron jubilaciones, sueldos, salarios… y hoy estamos igual, en términos reales. Eso complica, por ejemplo, al sector agropecuario, que es de los más productivos y competitivos de la economía argentina. Hoy tiene una rentabilidad mínima. Y eso que le bajaron las retenciones, pero solo hasta junio. Quiero ver si en junio se las suben de nuevo o no.

–¿Cree que no se va a mantener eso?
–No lo sé. En un año electoral, no sé si se van a animar a subir las retenciones, o mejor dicho, los derechos de exportación. Bajaron para la soja, que es el principal producto de exportación, pero no sé qué van a hacer después.
–Se habla de bajar costos a través de desburocratizar el Estado y reducir impuestos, algo que en Argentina se intentó varias veces sin éxito. ¿Qué chances ve de que eso realmente supla una devaluación?
–Primero, una aclaración: yo no estoy a favor de una devaluación, estoy a favor de liberar el tipo de cambio. Devaluar es lo que hizo Milei en diciembre del 2023, cuando eligió un número que a él le pareció razonable. Eso es devaluar: ponerle un precio máximo al dólar. Lo que digo es que hay que liberar el mercado de cambios. Y si al liberar salta todo, entonces quiere decir que el tipo de cambio actual no era de equilibrio. Y si no es de equilibrio, estás ocultando todos los desequilibrios detrás de un dólar artificialmente bajo. Ahora, si me decís que eso lo vamos a corregir con reforma impositiva, reforma del Estado, laboral, definir algún tipo de política monetaria, que todavía no sabemos cuál es, te diría que ese es el camino correcto. El problema es que no sabemos si les alcanza con eso. Las reformas, si las querés hacer bien, tendrían que generar una flor de deflación en pesos, para que el tipo de cambio real quede equilibrado sin necesidad de devaluar. Pero eso es difícil, muy difícil. Las reformas están bien. Ese es el camino. Pero también lo es liberar el mercado de cambios. El tema es que no quieren hacerlo porque lo usan como ancla para la inflación. Y hoy, el único objetivo de la política económica parece ser electoral.