En el calendario electoral de 2025, dos fechas de agosto se destacan como momentos de quiebre: el 7 y el 17. Pueden parecer tecnicismos burocráticos, pero marcan el cierre de definiciones políticas fundamentales que van a delinear la oferta electoral para las votaciones generales del 26 de octubre. Especialmente en la provincia de Córdoba.
En un año con clima político cargado, cada casillero del cronograma se convierte en una movida estratégica. Y esas dos fechas, lejos de ser neutras, son terreno de disputa encubierta.
Arranquemos por el 7 de agosto: día del cierre de alianzas y primer “poroteo”.
Ese miércoles vence el plazo para que los partidos soliciten el reconocimiento de alianzas y confederaciones, un paso clave para ordenar el tablero. Ese día se definen las coaliciones que disputarán, al menos en Córdoba, por una de las 9 bancas que se ponen en juego en Diputados.
Todo lo que venga después (candidatos, listas, campañas) se monta sobre esas alianzas. Es una fecha bisagra, porque el 7 se ve qué tan fracturado o disciplinado está el mapa político.
En Córdoba, hay varias dudas. Una es qué pasará entre La Libertad Avanza, el PRO y el radicalismo (o, al menos, con Rodrigo de Loredo). ¿Habrá alianza? Por ahora, no hay nada firme. Pero las negociaciones siguen.
Así lo afirmó el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en La Voz en Vivo, quien reconoció que siguen dialogando.
Cinco días después, el 12 de agosto, vence el plazo para solicitar la asignación de colores de boleta, una cuestión que parece menor, pero no lo es. La boleta única de papel obliga a que cada alianza tenga una identidad visual clara.
En las campañas modernas, el color es marca. Y en contextos de alta fragmentación, una diferencia de diseño puede impactar en el resultado. Sobre todo porque desde los libertarios quieren “pintar de violeta” todo.
El 17 de agosto: candidaturas y arranque real
El domingo 17 de agosto es la otra pata de la definición. Ese día se deben registrar oficialmente los candidatos -con nombre y apellido- para cada alianza o partido que vaya a competir. Según el artículo 60 del Código Electoral Nacional, esto debe hacerse 70 días antes de la elección. Es el puntapié para iniciar la campaña formal.
Quizá haya que esperar hasta ese día para saber si, por ejemplo, Juan Schiaretti será candidato por Hacemos Unidos, o si el escritor Agustín Laje se lanza entre los libertarios.
También se especula que el kirchnerismo cordobés negociará hasta último momento para definir sus nombres.
Y nadie descarta que la diputada Natalia de la Sota sostenga la incertidumbre sobre su candidatura hasta el filo del cierre.
Además, ese mismo 17 de agosto:
- Se constituyen las Juntas Electorales Nacionales (art. 48 del CEN).
- Se convocan las audiencias para el sorteo del orden de las columnas de la Boleta Única de Papel (según el art. 38 de la Ley 26.571).
- Se presenta el material gráfico que aparecerá en la boleta (siglas, escudos, fotos, denominación), conforme el artículo 63 del Código Electoral.
Ese día, literalmente, cada frente define con qué cara sale a jugar.
El resto del camino
La campaña electoral arranca formalmente el miércoles 27 de agosto. A partir de ese día, la política deja el plano interno y empieza a disputar el espacio público.
El 1 de septiembre será la audiencia pública para aprobar el diseño definitivo de la Boleta Única. Allí se validan símbolos partidarios, denominación, fotografías de candidatos y demás requisitos.
Ese mismo día, también comienza la campaña audiovisual en medios: los spots, jingles y frases ensayadas inundan radios y pantallas. Los espacios ya estarán asignados por sorteo. Es el momento en que los candidatos se vuelven visibles para el grueso del electorado.
El 16 de septiembre se publicará el padrón electoral definitivo (artículos 29 y 30 del CEN) y se designarán las autoridades de mesa.
Y finalmente, el domingo 26 de octubre, será el turno de las urnas. Pero en política, el resultado empieza a cocinarse mucho antes. Y este agosto, con su mezcla de rosca, nombres y logos, es la cocina a fuego fuerte donde todos buscan quedarse con el plato principal.