“‘El Pelado’ no se va a animar a romper Juntos por el Cambio. Las negociaciones están trabadas”. “El Pelado” es Horacio Rodríguez Larreta. El autor del mensaje, Diego Bossio; el destinatario, Juan Schiaretti. Fue el miércoles pasado, cuando el gobernador se disponía a regresar a Córdoba, desde Capital Federal.
Aquella tarde-noche, el “frente de frentes” que propuso Schiaretti comenzaba a quedar en un borrador de papel, como un compendio de buenas intenciones políticas.
El economista Bossio, extitular de la Anses durante el cristinismo, es uno de los principales operadores del gobernador de Córdoba en las negociaciones con dos referentes de Juntos por el Cambio: Larreta y el radical Gerardo Morales.
Unos días antes, Schiaretti se había entusiasmado con integrar un gran frente opositor, lo que lo puso en el centro del escenario político nacional.
Aunque, como repetían el propio Bossio y el diputado Carlos Gutiérrez, la decisión del “frente de frentes” estaba en manos de Larreta, en su pulseada definitiva con Mauricio Macri.
La precandidata presidencial Patricia Bullrich es la cara visible en el debate público, pero la pelea de fondo es entre quienes fueron durante años los socios principales del PRO: Macri y Larreta.
Schiaretti viajó temprano a Capital Federal el miércoles pasado, para tratar de cerrar el acuerdo con Larreta y Morales.
La intención era acordar un programa de 10 medidas y una foto para este fin de semana, que confirmaría el quiebre de Juntos por el Cambio: Larreta, Morales, Miguel Pichetto y Elisa Carrió, por un lado, y Macri y Bullrich, por otro.
Esa misma tarde se abrió otra negociación en el PRO, que fue el principio del fin para el sueño de la gran alianza: Macri y Bullrich retrocedieron un paso para que el liberal José Luis Espert se sume a la coalición.
En el medio, hubo un mensaje concluyente de Bullrich: “Que venga Espert, pero lo de Schiaretti no se habla más; tema terminado”.
Larreta aceptó este leve gesto del ala dura de su partido y siguió adelante con las negociaciones para sumar a Espert. Un indicio de que aceptaba la drástica conclusión de su rival interno: Schiaretti quedaba fuera del acuerdo.
Ese fue el momento en el que Bossio le comunicó la mala nueva al gobernador.
Aunque Larreta sigue diciendo que para él aún no terminó su intención de ampliar Juntos por el Cambio, Schiaretti ya le ordenó al diputado Gutiérrez que avance con los trámites burocráticos para construir una nueva alianza, sobre la base legal de la Democracia Cristiana y el Partido Autonomista Nacional (PAN), cuyo sello podría ser Hacemos un País Federal.
Nada será definitivo hasta el miércoles próximo, cuando venza el plazo para la presentación de las alianzas.
No obstante, todo parece indicar que Schiaretti deberá volverá a empezar, como dos semanas atrás, con una alianza distinta al Frente de Todos y Juntos por el Cambio, como venía pregonando desde el año pasado. Ya tiene una baja: el salteño Juan Manuel Urtubey no lo acompañará.
La decisión de las fechas
Larreta y la dupla Bullrich-Macri debatieron en público la posibilidad de que el mandatario cordobés se sumara a un acuerdo opositor.
Está claro que ambos sectores del PRO miran los votos que Schiaretti tiene en Córdoba. Ese fue el punto de la discordia.
Nadie lo admitirá, pero hay fuertes indicios de que Larreta tenía un acuerdo de palabra con Schiaretti para conformar una fórmula dentro del “frente de frentes”.
Al menos de eso están convencidos Bullrich y Macri. De allí su oposición terminante.
El gobernador no tiene una inserción nacional determinante, pero sus votos en la provincia podrían inclinar la balanza en la pulseada interna del PRO, que parece pareja en todo el país.
Dicho esto, el mayor obstáculo, o al menos el argumento del cual se agarraron Bullrich y Macri, fue que no se podía acordar con Schiaretti cuando Juntos por el Cambio intenta disputarle el poder en Córdoba.
Schiaretti impuso la fecha de las elecciones provinciales para el 25 de junio, el día después de que se confirmen las candidaturas nacionales para las Paso.
El gobernador discutió la fecha de los comicios provinciales con Martín Llaryora más de lo que trascendió.
El debate en el oficialismo fue el año pasado, antes del Mundial de Qatar. El candidato a gobernador oficialista pretendía que se votara en abril o mayo.
Para eso, Schiaretti debía enviar en diciembre, durante la mundial de fútbol, un proyecto a la Legislatura a fin de modificar el Código Electoral.
El gobernador se mantuvo en su postura de no modificar las reglas. También resistió la presión de los intendentes peronistas para eliminar un artículo que impide las re-reelecciones después de dos mandatos consecutivos.
Finalmente, decidió que se elija a su sucesor en el arranque del proceso electoral nacional.
Como está dicho, fue en defensa propia, pero Bullrich y Macri apelaron a la lógica para rechazar sumar a Schiaretti. No podían acordar con el gobernador a nivel nacional cuando Juntos por el Cambio le discute el poder en la provincia.
En definitiva, la aspiración de Schiaretti de tener mayor protagonismo en la oposición nacional quedó atrapada en su laberinto de fijar la fecha de las elecciones en Córdoba en medio del cronograma presidencial.
