“Algunos dicen que si gana Verónica (Crescente) será mi lanzamiento como candidato presidencial. Es absurdo; no tiene nada que ver. Es una elección municipal y ya lo dije: los de afuera son de palo”, repitió el gobernador Juan Schiaretti, protagonista en el cierre de campaña de la alianza opositora local en Marcos Juárez.
Como ya se escribió en esta columna, aunque Néstor Kirchner nunca fue su faro político, el gobernador parece aplicar una regla de oro que guio la trayectoria del fallecido expresidente santacruceño: “No escuchen lo que digo; miren lo que hago”.
La definición “los de afuera son de palo” está en duda. Schiaretti visitó Marcos Juárez todas las semanas durante el último mes, y se puso al hombro el cierre de campaña de la alianza PJ-Vecinalismo.
El gobernador no vive en Marcos Juárez, pero tampoco fue “de palo” en la campaña.
Fue enfático al negar que un eventual triunfo de su candidata Verónica Crescente sea un empujón para su proyección nacional. “Es absurdo”, repitió, tratando de minimizar la elección municipal, a la cual le da mucha importancia, aunque sin admitirlo.
Tampoco ocultó su enojo en privado cuando leyó que la crisis en el hospital Materno Neonatal y los recurrentes problemas de inseguridad en Córdoba ensombrecían sus aspiraciones de poner un pie en el escenario nacional.
Para Schiaretti, el “modelo Córdoba” goza de buena salud y es “exportable” a nivel nacional.
Se respalda en los sondeos de opinión de dos consultoras que trabajan hace tiempo para él, que le indican que su imagen positiva roza el 70 por ciento.
Escenario nacional
Todo es discutible, menos la decisión que tomó Schiaretti de buscar una proyección nacional, por ahora incierta.
Más allá del resultado en Marcos Juárez, en las próximas semanas Schiaretti se asomará al escenario político nacional.
No se lanzará como candidato presidencial. Repetirá en medios nacionales lo que viene diciendo en Córdoba: que trabaja junto a otros dirigentes para conformar un nuevo espacio, diferente al Frente de Todos y a Juntos por el Cambio.
Schiaretti está convencido de que el grave intento de asesinato de Cristina Kirchner y la impetuosa reacción del kirchnerismo alimentaron la crispación. Considera que este escenario favorece su discurso antigrieta.
En este contexto, mientras observa con preocupación el creciente déficit de la Caja de Jubilaciones por los giros sin actualización de la Nación, Schiaretti reconoce entre sus íntimos que Sergio Massa logró alejar al país del abismo.
No obstante, desconfía del “veranito económico” que parece haber instalado el nuevo ministro de Economía.
Los dólares que el empoderado ministro está consiguiendo del campo, más los préstamos de organismos internacionales, no cambiaron la visión pesimista que Schiaretti tiene sobre la marcha de la economía.
Está convencido de que se mantienen los problemas macroeconómicos y que Massa sólo pone parches “para seguir tirando” o ganar tiempo.
Los 3.000 millones de dólares que vendrían del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), más los 5.000 millones de dólares que aportaría el campo durante este mes con la comercialización de soja, darían un fortalecimiento sustantivo a las lánguidas reservas del Banco Central.
Pese a este panorama optimista que intentan pintar desde el Palacio de Hacienda, Schiaretti cree que Cristina Kirchner se pondrá más exigente cuando compruebe que hay más dólares disponibles.
Esta semana hubo un ejemplo concreto. La vicepresidenta le prometió a Juan Grabois un bono de casi 50 mil pesos, por pagar en tres cuotas (octubre, noviembre y diciembre) a casi 2,1 millones de beneficiarios, considerados indigentes por el Indec ya que no tienen ingresos declarados ni planes sociales.
Serán unos 700 millones de dólares al cambio oficial, con los que Massa tenía previsto engrosar las reservas. Pero no pudo resistirse a un llamado de la influyente vicepresidenta.
El gobernador no habló en público de cuestiones nacionales, pero a través de sus principales espadas políticas se diferenció del Gobierno central.
Carlos Gutiérrez calificó de “sobreactuación” el feriado y las movilizaciones impulsadas por los K luego del ataque a Cristina Kirchner.
Alejandra Vigo no participó de la sesión especial del Senado para repudiar el frustrado atentado. Tema sensible para el cristinismo, pero Schiaretti apretó el acelerador para mostrarse como opositor.
Quien debe mirar con preocupación esta estrategia es Martín Llaryora. El intendente capitalino necesita a todos los peronistas –incluido los K– para fortalecer sus chances de suceder al gobernador el año que viene.
Esa será otra historia. Ahora, Schiaretti mira hacia Marcos Juárez, una parada obligada para llegar a Buenos Aires.
