Juan Schiaretti siempre se sintió cómodo coqueteando con el silencio público. “Yo no debo de opinar”, ha repetido hasta el cansancio en los períodos en los que aún siendo gobernador evitaba pronunciarse sobre temas diversos. Desde que está en el llano, eso se potenció. Su modo preferido es en mute.
A esa característica y estilo le suma un aplomo que mezcla con una paciencia oriental que hasta a algunos de su propio entorno, a veces, les resulta irritante. Se ganó el mote de equilibrista por su predilección a esperar. Y eso es precisamente lo que está haciendo, en medio del inicio de un año electoral que tendrá en octubre –tras la suspensión de las Paso– la única elección del año: las legislativas nacionales en las que el distrito Córdoba pone en juego nueve de las 18 bancas que posee en Diputados. Dos de esos escaños los arriesga el oficialismo provincial.
Desde el año pasado, el gobernador Martín Llaryora viene haciendo saber a través de sus principales funcionarios y dirigentes que una candidatura de Schiaretti sería la mejor carta posible para Hacemos en el siempre desafiante escenario que se le presenta al oficialismo provincial cada vez que hay comicios legislativos. Llaryora no olvida la dura derrota contra Héctor Baldassi de 2017. El hoy titular del Panal y en aquel momento vicegobernador no quería ser candidato, pero el paso al costado de José Manuel de la Sota lo dejó sin opción.

La falta de acuerdos políticos y de referencias nacionales, tanto respecto del peronismo que conduce el kirchnerismo como de otros partidos como Cambiemos o el luego renombrado Juntos por el Cambio –socios locales de los opositores en la provincia– han hecho que esas elecciones sean para el PJ cordobés algo muy parecido a salvar la ropa.
Como sucedía en los años de idilio entre el electorado cordobés y Mauricio Macri, la figura del presidente Javier Milei vuelve a ser una amenaza potente para el proyecto provincial que lidera Llaryora y su pretendido “partido cordobés”. Las encuestas de todo 2024 y las primeras que ya se conocen de este año marcan un alto nivel de aprobación de Milei en Córdoba. Antes del impacto del escándalo $Libra, no bajaban de 55% y en algunos casos superaban el 60% las valoraciones positivas sobre el rumbo trazado por el libertario. Esas estimaciones son el sustento para afirmar que La Libertad Avanza es amplia favorita para ganar los comicios en octubre. El propio Llaryora admitió en público lo que todos los sondeos reflejan con amplitud.
Ahora bien, ese marco adverso es precisamente el que genera la principal ansiedad en el Panal y se proyecta como presión sobre Schiaretti para que sea candidato. Conscientes de que no podrán ganar la elección legislativa –siguiendo el patrón de los últimos turnos electorales–, el mejor plan, reafirman hasta el cansancio en la primera línea llaryorista, es que “el Gringo” sea candidato. Y más ahora, luego del primer golpe autoinfligido por el Gobierno.
“Sin Schiaretti, nosotros no podemos aspirar a sacar más de 24 puntos, haciendo una muy buena elección. Pueden ser 20, 22 o 24. Cualquiera de los nombres que están dando vuelta no superan el techo que tiene la marca propia. Ahora, tenemos medido que el único que sí eleva ese techo es Juan. Con él podemos llegar a 30 o 32 puntos”. El análisis, con encuestas frescas de fines de enero, lo hace un funcionario con el despacho muy cercano al del gobernador. Esos puntos adicionales que se estima Schiaretti podría aportar a la escudería de la que es parte Llaryora no solamente evitaría un triunfo holgado de Las Fuerzas del Cielo en Córdoba, sino que significaría conquistar tres bancas en Diputados, una más de las dos que arriesga en este turno.
Por ahora, inalterable
Schiaretti mira las mismas encuestas. Y sabe que, llegado el momento, habrá presión para que dé el “sí”. Por el momento, seguirá muteado, inalterable. Mostrándose como líder de Hacemos, el nuevo partido del que es el principal armador. Schiaretti no opinó de la última crisis de Milei. Su última aparición pública fue hace días atrás. Su entorno distribuyó una foto con el intendente de Tigre, Julio Zamora, uno de los principales aliados de Hacemos en la desafiante provincia de Buenos Aires.
“Lo único que cambió es que no habrá Paso y eso da más tiempo. Más tiempo para Llaryora de convencerlo de que tiene que ser y también más tiempo para posicionar y hacer más conocidos a los que podrían ser candidatos si no es Schiaretti”, dicen sin brindar mayores detalles allegados suyos.
Esa presión que los llaryoristas preanuncian y los schiarettistas esperan no será sólo del PJ cordobés. Se descuenta que si sus socios nacionales ven lo mismo que Llaryora –que el espacio tiene chances de sumar más votos y por lo tanto más legisladores si Schiaretti encabeza alguna boleta–, le pedirán que ponga el cuerpo. “No es razonable armar una fuerza política nueva y que el principal piloto no quiera correr”, refuerzan el argumento puertas adentro del Panal.

Además, hay otro factor que quedará expuesto cuando se cuenten los votos. Schiaretti viene de hacer una elección presidencial en primera vuelta por encima de las expectativas de todos, incluso de la propias. Su muy buen desempeño en los debates presidenciales lo posicionaron como alternativa a la grieta, justamente el discurso que enarbola el ex tres veces gobernador. Esos 7 puntos nacionales logrados en octubre de 2023 serán indefectiblemente comparados con los que obtenga su nuevo partido en las legislativas. ¿Cuánto podría dañar a futuro al proyecto político si el resultado queda por debajo de aquel muy buen número? Son preguntas que comenzarán a plantearse en los próximos meses. “Si el espacio de Schiaretti saca menos de 7% será un fracaso. Y si es un fracaso se termina su carrera política. Se jubila. ¿Schiaretti está armando un partido para jubilarse? Creemos que no”, razona un encumbrado llaryorista.

Esos últimos sondeos –siempre relativos, vale aclarar, porque falta largos meses para la votación y aún el tablero de competidores y alianzas está en blanco– que marcan el plus que le inyectaría Schiaretti a la lista en Córdoba también son vistos en el Panal como un piso nacional de “entre 3 y 4″ nada despreciable. Esa canasta luego sería alimentada con lo conquistado en el resto de los distritos en donde presente candidatos Hacemos.
Si finalmente la decisión es no ser candidato y desairar el reclamo del llaryorismo y eventualmente de sus propios aliados, en el Panal pretenden que Schiaretti tenga un rol activo como líder del espacio, aunque reconocen que la incidencia será menor y eso no movería la aguja del escenario provincial, que es donde Llaryora busca plantarse para amortiguar los efectos de posicionamientos futuros que podrían ser incómodos pensando en la puja por el poder provincial de 2027.