Hasta que se empiece a medir en serio de nuevo la intención de voto, hay otra mensura que va a signar estos meses de la política cordobesa. Mucho menos tangible, compleja de cuantificar, pero de importancia clave: el índice confianza/desconfianza.
El indicador abstracto atravesará la relación de las dos parejas que aparecen teniendo centralidad en la política provincial: Juan Schiaretti - Martín Llaryora y Luis Juez - Rodrigo De Loredo.
Lo que dejaron las elecciones 2021
Y en cada dupla, esa medición –que jamás de los jamases se admitirá en público– configurará el escenario de la disputa de poder en unos meses.
Sobran los antecedentes para demostrar que no existe correlación, en especial en Córdoba, entre lo que se vota en una elección legislativa nacional y en una provincial o municipal para cargos ejecutivos. Por ende, ninguna conclusión puede sacarse de cotejar números para dimensiones diferentes.
Lo que sí hace una campaña y elección doble como la que acabamos de atravesar es acomodar algunas piezas en el tablero.
Hacemos por Córdoba expuso que las principales figuras son Schiaretti y Llaryora. Juntos por el Cambio encontró por primera vez dos referentes posicionables, Juez y De Loredo.
Ambas relaciones están atravesadas por una fuerte desconfianza mutua, aunque los gestos públicos indiquen lo contrario.
Nuevos
De lo de Juez y De Loredo es sobre lo que más se ha hablado después de las urnas del domingo. De la inestabilidad de esa relación que lleva recién unos pocos meses, hay sobrados motivos para conjeturar.
Se juntaron casi de casualidad, producto del azar, las vanidades y la falta de pericia de Mauricio Macri para la construcción política, entre otras cosas. No afianzaron la relación personal en las dos campañas compartidas, aunque hayan hablado mucho.
Están en un espacio que tradicionalmente tiende a quebrarse cuando hay cargos provinciales en juego.
Juran que aprendieron la lección de hacia dónde lleva el camino de la división. Tienen algunos experimentados dirigentes que tratan de generar diques de contención como para que el vínculo no se rompa por una candidatura. Van hacia un proceso electoral donde habrá demasiados cargos en juego a nivel nacional, provincial y municipal.
Pero la acechanza más clara que tiene la flamante dupla opositora es la acción del oficialismo provincial, que siempre se las ingenió para dividir lo que tiene enfrente.
Schiaretti ya les presentó el plan a sus más cercanos. Se encamina a cambiarle otra vez el nombre a aquella Unión de Fuerzas Sociales que fundó José Manuel de la Sota, que llegó al poder como Unión por Córdoba y que fue rebautizada como Hacemos por Córdoba después del fallecimiento del exgobernador.
A Schiaretti le gusta la idea del Partido Cordobés, que tendría como objetivo sumar a dirigentes de la UCR y del PRO en busca de erosionar a Juntos por el Cambio.
Los sondeos ya empezaron y la intención es ir sumándolos en cargos ejecutivos. El gobernador que resistió tocar el gabinete en sus mandatos anteriores ahora tendría algunas bajas obligadas, y además piensa en reacomodar algunas áreas para su operativo seducción de opositores, que a su vez están ansiosos por ser seducidos.
Garantías
Pero la otra cosa que ha encarado Schiaretti es explorar la posibilidad de tender puentes hacia sus posibles sucesores fuera del PJ cordobés.
Hace unas semanas, hubo una reunión en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entre dos operadores de primera línea del gobernador y uno de los ganadores del domingo en Córdoba. Hablaron de generalidades, pero también sobre un hipotético escenario de cambio de signo político y cuestiones que deberían garantizarse. No pasó de la instancia del sondeo.
Llaryora se mantiene como el candidato natural para la sucesión de un gobernador sin reelección. De hecho, en las Paso las candidatas de Hacemos por Córdoba amagaron con plantear que aspiraban a candidaturas de 2023, y para la general tuvieron que quedar relegadas detrás del gobernador y el intendente, para que el caudal de votos no cayese.
Pero el intendente sigue con un dejo de desconfianza los movimientos del gobernador. No le preocupan tanto las lecturas de los referentes del interior respecto de diferencias de votos entre algunos departamentos y la Capital, sino los pasos que dé el jefe del espacio. Por eso, insiste en lo que quiere jugando a lo nacional.
Es que las duplas se desconfían para afuera y para adentro. Y en la resolución de esa crisis de confianza está una de las claves del escenario político cordobés que viene.
