El escenario político cordobés tiene algunas particularidades sorprendentes, tanto en el oficialismo como en la oposición.
En cualquier campaña electoral es natural que los opositores sean los primeros en salir a la cancha, ya que para mostrarse no cuentan con la gestión y con los recursos que otorga ejercer el poder.
El PJ se convertirá en una excepción a esa regla no escrita. El próximo lunes, sin indicios sobre la fecha de las elecciones provinciales, el gobernador Juan Schiaretti presentará al intendente capitalino, Martín Llaryora, como el candidato oficialista para su sucesión.
El gobernador y el intendente tenían un plan que parecía inamovible: priorizar ambas gestiones hasta fin de año, y lanzar en febrero a Llaryora, luego de que Schiaretti abrió las sesiones ordinarias de la Legislatura.
En el oficialismo creen que, como el intendente capitalino está instalado como el peronista mejor posicionado, no tiene sentido demorar su proclamación. Eso es cierto. Pero, detrás del lanzamiento adelantado del postulante oficialista, hay otras cuestiones políticas.
En primer lugar, tanto Schiaretti como Llaryora percibieron un clima inusual de cierto malestar en el PJ. Ese ruido interno lo generó que 180 intendentes, más de 700 concejales y 16 legisladores provinciales oficialistas no podrán ir el año que viene por su re-reelección.
El gobernador se mantiene firme en su decisión de no avalar –sin el apoyo de la oposición– una modificación en el artículo 7 de la ley 10.406, que impide ir por otro mandato luego de dos consecutivos.
Se lo venían diciendo algunos ministros y legisladores que son referentes en el interior, pero el gobernador palpó ese clima de debate en la reunión que mantuvo hace dos semanas con más de 30 intendentes peronistas.
Mientras, dirigentes llaryoristas recibieron mensajes de intendentes del interior que pedían una mediación del intendente capitalino con el gobernador para tratar de resolver esta cuestión.
En ese contexto, la decisión de los dos referentes peronistas fue lanzar al candidato a gobernador para ordenar al partido. Para los peronistas, no hay mejor imán que un postulante con chances concretas de llegar al poder.
El otro fundamento para proclamar al candidato oficialista tiene que ver con la oposición. Que Llaryora arranque oficialmente la campaña es probable que impacte en la agitada interna de Juntos por el Cambio.
La incertidumbre en la principal alianza opositora también genera inquietud en el PJ. Por estas horas, nadie sabe si la indefinición del radical Rodrigo de Loredo sobre sus aspiraciones electorales es una jugada distractiva acordada con Luis Juez o un desafío al fundador del Frente Cívico.
El diputado radical es protagonista de otra rareza del escenario local. Se lanzó, pero no dijo para qué. Recorre la provincia sin blanquear sus aspiraciones y sólo brinda entrevistas a medios nacionales, porque sabe que no le preguntarán sobre Córdoba.
La inquietud en el PJ es tal que en los últimas semanas hay una especie de competencia entre peronistas por conseguir información sobre los planes de De Loredo, para luego trasladarla a la mesa chica del oficialismo.
Poco han conseguido. El diputado radical y su entorno han dado pistas disímiles. Algunos peronistas están convencidos de que le disputará “a cara de perro” a Juez la candidatura a gobernador. Otros creen que buscará la intendencia de la Capital.
Los sondeos que paga el Gobierno provincial cada vez le dan mejor a De Loredo en la Capital, pese a su llamativa estrategia de hacer campaña sin hablar de candidaturas.
En este escenario, Schiaretti y Llaryora decidieron no esperar y abrieron el juego.
Desde el lunes, el peronismo tendrá un candidato en la provincia. En el mismo plenario de Hacemos por Córdoba, es muy probable que Schiaretti hable de su aspiración de “exportar” el modelo cordobés a nivel nacional.
Paso a paso
Más allá de adelantar los tiempos electorales, hay otro tema que se coló en la atención del PJ. El diputado Carlos Gutiérrez ratificó que su bloque votará a favor de la eliminación de las Paso nacionales, una movida que tiene la bendición de Cristina Kirchner.
El argumento del legislador schiarettista es que ellos nunca estuvieron de acuerdo con las primarias. Y dice –con razón– que Juntos por el Cambio intentó suspender esas elecciones para las legislativas de 2017.
La eliminación de las Paso podría generar una dispersión de Juntos por el Cambio, que eventualmente alimentaría al hasta ahora frágil proyecto nacional de Schiaretti, aunque hay dudas por el impacto que podría tener en el escenario cordobés.
Una definición picante del radical Mario Negri puso en alerta a los peronistas. “El gobernador tendrá que explicar que apoya un atropello institucional impulsado por Cristina Kirchner. Es cambiar las reglas de juego, cuando ya está en marcha el proceso electoral, cuyo financiamiento con Paso está previsto en el Presupuesto”, cuestionó el jefe de los diputados radicales. Es un libreto que harán propio Juez y De Loredo.
No pocos peronistas confían en que no se llegue a votar en el Congreso la eliminación de las Paso.
Encumbrados schiarettistas y llaryoristas admiten por lo bajo que votar junto con el cristinismo –un tema sensible– sería un regalo en bandeja para la oposición provincial.
