“Hay un empate de debilidades”. La definición política la patentó hace tiempo Juan Schiaretti para referirse a la alianza oficialista Unión por la Patria y a la opositora Juntos por el Cambio.
El gobernador la repitió hasta el cansancio en esta campaña, que lo tiene como precandidato presidencial por el flamante frente nacional Hacemos por Nuestro País.
En las Paso del próximo 13 de agosto, Schiaretti tiene en Córdoba, segundo distrito electoral del país, una disputa por el voto peronista local con Sergio Massa, el precandidato oficialista y ministro de Economía de la Nación.
Por ahora, la pulseada no parece equilibrada. Schiaretti fundamenta sus posibilidades nacionales en el votante cordobés, sobre todo el peronista. Massa sólo aspira a quedarse con una porción de ese electorado, con el objetivo de incrementarlo en las generales del 22 de octubre.
El gobernador viene castigando duro al ministro. “Massa es el reflejo del fracaso de este cuarto gobierno kirchnerista”, dice cada vez que se refiere a su rival peronista.
Entre la noche del miércoles y el jueves pasado, Massa estuvo en Córdoba 19 horas. Fue su primer y último desembarco antes de las Paso en el distrito más adverso para el oficialismo nacional.
El ministro le apuntó a Schiaretti con algunas definiciones filosas. La más fuerte no la dijo de manera textual, pero la sugirió: considera al gobernador más cerca del macrismo que del peronismo.
Una conclusión política extraña de Massa, quien inició su carrera política en la Ucedé antes de arribar al peronismo, mientras que Schiaretti lleva casi seis décadas militando en el movimiento que fundó Juan Perón.
Eso sí, desde que el kirchnerismo hegemonizó al PJ, el gobernador tomó distancia de la conducción de su partido. También es cierto que en los últimos años tiene diálogo con los dirigentes de Juntos por el Cambio y cero relación con los peronistas cercanos a Cristina Kirchner.
Más allá de estos últimos cruces, y de una desconfianza que parece mutua, Schiaretti y Massa compartieron espacios políticos.
En 2015, Massa, junto con José Manuel de la Sota, fundaron el espacio Unidos por una Nueva Argentina (UNA).
En aquel momento, Schiaretti acompañó a De la Sota, su socio político local, pero se mantuvo distante del armado electoral.
Tal vez por eso, en una entrevista con La Voz, Massa dijo que en aquella elección Schiaretti apoyó a Daniel Scioli, el candidato del kirchnerismo.
Esa es una verdad a medias. En aquellos comicios nacionales, Alejandra Vigo se mostró con Scioli en un acto de campaña en Misiones, pero Schiaretti estuvo más cerca de Mauricio Macri, quien terminó siendo presidente.
En realidad, Schiaretti, que ya era gobernador electo, de manera silenciosa jugó a dos bandas: una parte del PJ cordobés apoyó al exmotonauta y otros dirigentes a Macri.
Su relación política más cercana fue en 2019, cuando Schiaretti y Massa fueron socios por algunos meses en el Peronismo Federal, un proyecto que se derrumbó a los pocos meses de haber nacido.
Fuerte apuesta
Schiaretti apuesta todas sus fichas de proyección nacional a los votos que consiga en Córdoba.
El gobernador hizo el martes pasado su primer desembarco en el decisivo conurbano bonaerense. La modesta convocatoria que le organizó Hilda “Chiche” Duhalde en Ezpeleta, partido de Quilmes, marca su realidad nacional: Schiaretti sacará en Córdoba la mayoría de los votos que conseguirá en las Paso como precandidato presidencial.
Es probable que sea el más votado, de manera individual, a nivel de la provincia, pero su candidatura es débil en el resto del país.
En el schiarettismo, son optimistas. Estiman que el gobernador podría sacar alrededor de seis puntos a nivel nacional. Más de la mitad los conseguiría en Córdoba.
Schiaretti apostará fuerte al cierre de la campaña. El jueves encabezará un acto multitudinario en el Quality Arena. Pretende ser el precandidato que termine la campaña con el mayor apoyo militante.
Territorio adverso
Massa pisó Córdoba por primera vez con traje de precandidato presidencial –también con el de ministro de Economía– justo en momentos en que el dólar blue tocaba un nuevo récord.
Percibió de cerca lo que significa caminar el distrito más refractario para el oficialismo nacional. Su principal acto fue un encuentro con más de 60 sindicalistas que escucharon su promesa de recuperar el poder adquisitivo de los salarios, objetivo que no logró en el año que lleva al frente del Palacio de Hacienda.
Massa aspira en las primarias a llegar a los dos dígitos en Córdoba. “Si conseguimos 10 puntos en las Paso, en octubre superamos los 20 puntos y sacamos dos diputados”, fue la lectura optimista que hizo ante cuatro dirigentes cordobeses, en una ronda de café en la madrugada del jueves pasado.
Un rato antes se había cruzado en el hall del hotel con el exlíder de Los Piojos, Andrés Ciro Martínez, con quien tarareó el tema Desconfío, escrito por Norberto “Pappo” Napolitano en 1972.
Para pesar del principal asesor massista, Antoni Gutiérrez-Rubi, el video se viralizó rápidamente. El consultor catalán hace dos años que viene trabajando para reducir el preconcepto que carga el ministro y aspirante presidencial: que su palabra es poco fiable.
El dirigente de Tigre admite en privado que afronta el desafío más importante de su larga trayectoria política, pese a que recién tiene 50 años: ser aspirante presidencial y ministro de Economía con una inflación anual de tres dígitos y el dólar paralelo “volando”.
Sus íntimos dicen que Massa tiene un optimismo a prueba de balas. En una charla privada, le respondió a un cordobés que le preguntó por qué había aceptado ser candidato si tenía “pocas chances” de ganar. “Pocas no es ninguna. Soy el mejor alumno del ‘Gallego’ De la Sota, quien siempre iba para adelante”, contestó.
En su paso por Córdoba, dejó otra frase autoalentadora. “Mis amigos me dicen que será un milagro ganar esta elección. Pero todos se quedan sin argumentos cuando les repregunto por qué, si voy a ser el candidato más votado en las Paso y si Juntos por el Cambio, como espacio, nos lleva sólo dos puntos”.
Massa tiene parte de razón. Maneja los mismos números que tienen en Juntos por el Cambio. Es competitivo, aunque en Córdoba es el más débil entre los principales precandidatos.
El ministro de Economía está seguro de que estará en la segunda vuelta electoral y espera la definición de su rival opositor, que descuenta será de Juntos por el Cambio. No lo dice en público, pero prefiere competir con Patricia Bullrich. ¿Por qué? Massa es consciente de que no será tarea fácil defender la gestión del Gobierno nacional, pero en una campaña para una eventual segunda vuelta electoral está convencido de que le sacará ventaja a la exministra de Seguridad macrista, que “hace agua” seguido cuando tiene que hablar de gestión.
Schiaretti y Massa tienen debilidades como candidatos, pero, como buenos políticos, ellos prefieren resaltar sus fortalezas.
