Un video tomado de hace una semana, en ocasión de la presentación del libro de Mauricio Macri, reveló un alto nivel de crispación y de desconfianza entre los socios de Juntos por el Cambio y, puntualmente, en el PRO. “No me crucés más por la tele porque la próxima te rompo la cara”, le dijo Patricia Bullrich a Felipe Miguel, el funcionario de más confianza de Horacio Rodríguez Larreta. “¿Con qué, con qué?”, le responde el jefe de Gabinete porteño. “Conmigo no se jode”, le advirtió la presidenta del PRO.
Aquel evento ya había desnudados las pujas de la coalición: faltaron los radicales Gerardo Morales y Martín Lousteau, y Elisa Carrió, tres aliados de Rodríguez Larreta en la interna.
Dos días después, Patricia Bullrich pateó el avispero: le levantó el brazo a Jorge Macri, ministro de Gobierno de Larreta, y lo nominó para la sucesión de la jefatura porteña. No hubo consultas al larretismo. Lo que más dolió es que Bullrich dijera que Jorge Macri garantizará “orden en la calle”.
Quién sucederá a Rodríguez Larreta a partir de 2023 es una de las patas del conflicto. La otra pata es la candidatura presidencial de Juntos por el Cambio.
En el larretismo no contemplan a Jorge Macri, primo del expresidente, para la sucesión. Analizan a la ministra de Educación, Soledad Acuña, y al ministro de Salud, Fernán Quirós.
Además, Rodríguez Larreta le garantizó a Lousteau una competencia limpia con el PRO por la jefatura porteña. La UCR porteña tiene desde 2019 una alianza con el PRO, que le permitió acceder a ministerios y a cargos en Caba. Los macristas duros nunca le perdonaron a Larreta permitir un cogobierno de Caba con la UCR.
Sin pedir disculpas
Bullrich justificó ayer el exabrupto y dijo que no le iba a pedir disculpas a Felipe Miguel. La exministra de Seguridad guarda rencor: en agosto, cuando Bullrich cuestionó a la Policía porteña por no evitar los acampes kirchneristas frente a la casa de Cristina Kirchner, Felipe Miguel la trató de “funcional al kirchnerismo”, de “irresponsable” y de anteponer “interés personal y cortoplacista a los intereses de la República”.
Ayer, Felipe Miguel fue consultado en distintos medios por el incidente con Bullrich. “Es muy chocante porque se trata de alguien del mismo espacio y presidenta del partido al que uno pertenece”, dijo. También sostuvo que Bullrich había cruzado un límite porque “la violencia es inaceptable”. Pidió olvidar el incidente. Como un automatismo, dijo: “Juntos está más unido que nunca”.
Las broncas intra-PRO no pasaron inadvertidas para los socios de Juntos. Elisa Carrió insistió en una crítica que repite desde que Cambiemos gobernaba el país: denunció bolsones de corrupción en la alianza, y le apuntó al expresidente de Boca Juniors, el radical Daniel Angelici.
“Panrepublicanismo o los negocios del juego, de la Caba o de la UBA”, definió. Angelici, con influencia en la Justicia porteña, es un empresario del juego. La referencia a la UBA es un dardo para otro radical, Emiliano Yacobitti, diputado nacional y hombre de confianza de Lousteau. “Juntos va a ir a una interna”, pero advirtió Carrió que, si no se garantiza “una lista honesta”, irá por su cuenta como candidata a presidenta. “A ese Felipe Miguel ni lo trato, ni lo conozco”, dijo también. A Bullrich, en cambio, la conoce y mucho. Dijo que es una “buena persona” y recordó que integró la Coalición Cívica antes de “abandonarla” para irse al PRO.
Pero cree que Bullrich daña con sus modos a Juntos. “Patricia debe parar en función del conjunto. Ella es buena persona, pero no sabe parar y tiene formas más masculinas. Yo soy una mujer fuerte, pero soy femenina; a ella se le escapó esto porque es muy dura”, explicó.
Carrió también confesó sentir “vergüenza ajena” ante lo que considera “una disputa anticipada” de las candidaturas. Dijo respetar al expresidente Macri y reivindicar “nuestro gobierno, que no fue malo”.
Morales, como titular de la UCR e impulsor de Lousteau a la jefatura porteña, les pidió a sus socios del PRO que se “relajen”. El radicalismo invitó a Rodríguez Larreta al acto del sábado pasado en Costa Salguero. Fue una demostración de las buenas relaciones con el jefe de Gobierno.
