A propósito de los últimos datos del Indec sobre el deterioro de las condiciones de vida en la Argentina, consultamos a la economista de Idesa, Lucía Vinciguerra, quien dio algunas pautas respecto de las causas del problema y cómo habría que hacer para enfrentar el problema.
Este es su análisis:
Para hablar sobre pobreza es necesario contextualizar la situación económica: vivimos en un país en el cual los precios aumentan a un ritmo muy elevado, sobre todo en el caso de los alimentos, y esto no va acompañado por el crecimiento de los salarios. Hay un constante deterioro en el poder adquisitivo y cada vez menos familias alcanzan a cubrir con sus ingresos los gastos necesarios para llevar una vida digna.
Durante el 2020, esta fue la situación de casi 20 millones de argentinos, y los datos apuntan a que la situación continúe de la misma manera. Argentina está dejando de ser un país con ciudadanos de clase media. Entre 2020 y 2021, el porcentaje de la población perteneciente a la clase media se redujo tres puntos porcentuales, mientras que la clase baja aumentó casi cinco puntos.
Índice de pobreza y otras variables socioeconómicas
A esto, se le suma un mercado laboral deteriorado, que se rige por leyes que no incentivan la creación de empleo sino, por el contrario, fomentan la informalidad, la que asciende a más del 30 por ciento. Y aún la situación laboral es peor si se considera al segmento más joven de la población.
Para salir de este ciclo vicioso es necesario realizar reformas estructurales, no basta con continuar brindando planes sociales que se licuan con la inflación. Ni tampoco creer que el desajuste fiscal es el camino. Poner dinero en el bolsillo de la gente, en un contexto como el actual, en el que el acceso al crédito es muy limitado frente a un persistente déficit fiscal que trae la necesidad de recurrir a la emisión monetaria, generando más presiones sobre los precios y el tipo de cambio, claramente no es el camino.
La senda para combatir la pobreza y la indigencia es aumentar la productividad de la economía, para lo cual es necesario alcanzar estabilidad macroeconómica y reformular las leyes del mercado laboral, de manera que incentiven la creación de buenos empleos. El camino para combatir la pobreza e indigencia no es la redistribución de ingresos, sino la producción de estos.
