¿Podrá la Argentina volver a insertarse alguna vez en el comercio internacional o ya es definitivamente tarde?
La pregunta resonó como un puñal en el auditorio del 16º Coloquio de la Unión Industrial de Córdoba (UIC) una vez que concluyó el panel integrado por dos expertos en el análisis de lo que ocurre en el mundo.
Uno, el exembajador argentino en China, Diego Guelar, quien desde esa atalaya que significa haber estado varios años en función diplomática en el país de la Gran Muralla, puede abordar con cercanía la relación muchas veces incomprendida a tanta distancia.
El otro, Marcelo Elizondo, analista y consultor de negocios internacionales, un “traductor” fronteras adentro de lo que ocurre con el comercio internacional.
Los datos duros relacionados con nuestro país son escalofriantes. Argentina es uno de los países más cerrados de América latina y, aun así, más de la mitad de su población es pobre.
Solo un 30% de su PIB proviene del comercio internacional, cuando el promedio de la región es 50%. Habría que exportar dos tercios más, para equiparar no a Alemania o a Estados Unidos sino a Latinoamérica.
Pero, además, cualquier cambio en la dirección de este buque lento y desgastado, debe tener en cuenta que las inversiones de las grandes compañías mundiales ya no van al desarrollo de industria clásica (autos, galletitas, ropa), sino de intangibles. ¿Qué puede ofrecerle Argentina a ese flujo de dinero que se mueve por el mundo?
China, Brasil y nosotros
Guelar remarcó que no existe una nueva guerra fría entre Estados Unidos y China. “Estamos viviendo una paz caliente”, entre ambas naciones. “Es la sociedad entre dos países más importante que se construyó en la historia de la humanidad”, indico. El intercambio chino-norteamericano es de U$S 700 mil millones de dólares por año, el 45% del comercio mundial.
De 192 países del planeta, en 142 China es el principal socio comercial. El 75% de la carne exportada y el 70% de los granos argentinos van al Asia.
“Nosotros no estamos alineados con occidente, somos occidente, por lo tanto no es la misma la relación con Estados Unidos o Europa que con China, en consecuencia la relación no es equidistante”, observó Guelar.
Apuntó entonces que el cambio climático es un tema central en el Mundo, con lo cual dado el posicionamiento del gobierno de Javier Milei, “ahí tenemos un problema”. La buena es que como “hace 50 años no hacemos desarrollo, estamos fenómeno, muy bien ubicados, junto con Brasil”, indicó.
En los últimos 12 meses, Brasil exportó a China por U$S 122 mil millones, contra U$S 5 millones de Argentina. “Hoy nos toca acompañar a Brasil, es una necesidad imperiosa de nuestra geopolítica”, dijo. “Trabajemos para que los dos presidentes (Lula y Milei) se den un abrazo”, sostuvo.
Guelar consideró que este “cruel ajuste” de la economía interna, es “imprescindible” y fue “votado, lo cual es un dato inédito, para ponernos en condiciones de expandir la economía, volver a genera empleo e inversiones, y para eso la geopolítica es la madre de todo”, recalcó.
Entrar en algún club
Elizondo arrancó derribando mitos. “Pese a que desde hace 10 años se viene diciendo que el mundo se va a desglobalizar, el mundo no se desglobaliza”, dijo. El comercio internacional “sigue muy pujante”, la OMC dice que este año crece 2,5% y el año próximo 3,5%. “Estamos alcanzando volúmenes de 32 billones de dólares de comercio, un nivel histórico”, anotó.
El stock de inversión extranjera directa en el planeta supera los U$S 45 billones, “es cierto que hay trabas en fronteras, las empresas se las arreglan”, subrayó, pese a que “los negocios son cada vez más complicados porque hay una creciente influencia de la geopolítica, no por conflictos sino por modelos”.
“Se está abandonando la idea de un mundo uniforme, todos con todos, y se están formando clubes de amigos. Ese comercio internacional creció 6% mientras que se debilita el comercio entre los adversarios”, comparó.
El impacto tecnológico
Todo esto tiene lugar con una profunda revolución tecnológica que modifica las cadenas de valor, alertó el especialista.
Y en ese punto, el conocimiento y ya no los bienes meramente materiales ha pasado a ser el principal generador de valor en la economía. “Las inversiones en intangibles es 40% superior a la inversión en tangibles, en fierros o bienes físicos”, indicó Elizondo.
Ya no son los estados los que generan valor. “Estamos frente a hechos generados todos por empresas: la inteligencia artificial, las súper apps, las transformaciones genéticas, el metaverso, blockchain. Son generadoras de poder que van modificando realidades”, enfatizó.
Lo que sí hacen los estados, es la imposición de estándares: ambientales, sanitarios, seguridad, performance de compañías, sociales. “Es decir, los países están creando exigentes estándares que obligan a quienes quieren competir a adaptarse a un escenario complejo”, explicó .
“Es verdad que hay regiones o países que exageran con sus regulaciones pero son las condiciones si las empresas quieren jugar”, advirtió a las empresas.
Por otra parte, el mundo está viviendo una profundísima revolución sociológica que modifica los mercados, influye sobre los reguladores y va haciendo que la nueva globalización ya no sea de las empresas sino de las personas.
En consecuencia, los países y las empresas, sobre todo las que actúan en cadenas globales de valor, tienen que desarrollar sus atributos para hacer su oferta compatible con un escenario tan complejo.
El tren se va
¿Cómo está la Argentina en ese escenario? “Hace mucho tiempo que está mal”, dijo Elizondo. Durante 2023, el país tuvo la participación en el comercio internacional más baja de su historia: 0,22% de todas las exportaciones mundiales, en parte por la sequía. 23 años atrás, generaba 0,40%; y ahora abajo del 0,30%.
“El comercio internacional con relación al PIB es del 30%, el promedio en América latina es 50%, en el mundo es 60%. Tendríamos que exportar el 70% más de lo que exporta para equiparar el promedio latinoamericano, estamos mal y lo que se necesita es un salto. Somos uno de los países más cerrados del mundo y de la región, midiendo exportaciones e importaciones”, insistió.
El stock de inversión extranjera directa, una de los objetivos que quiere captar Milei, es de unos U$S 140 mil millones de dólares, lo cual representa el 0,3% a nivel mundial, en 2001 (plena crisis) era el 0,9%.
En materia de exportaciones, este año Argentina exportará unos U$S 80 mil millones en bienes, lo cual implica una recuperación del 15%, “pero estamos en un contexto de mucha debilidad”, dijo, “claramente el país tiene que hacer algo para recuperar su participación internacional”.
¿Cómo hacerlo? Lo primero es terminar con la inestabilidad macroeconómica, “el Gobierno está avanzando en eso”, apuntó. Eso incluye la estabilidad cambiaria, si uno devalúa, pero tiene inestabilidad en ese sentido, es peor. “La estabilidad es mejor que un ajuste cambiario”, valoró.
Otro factor es que se cumplan los contratos, estabilidad jurídica, moneda, es decir, fortaleza institucional.
También que el sector público cumpla con su rol y que el entorno regulatorio sea más compatible con la revolución tecnológica. “Una economía innovativa requiere repentización, adaptación, velocidad. Argentina y Venezuela son los países más burocratizados de la región. Las pymes necesitan 900 horas por año para cumplir con las regulaciones”, explicó.
Finalmente, el país debe tener más socios y aliados internacionales. El comercio y las inversiones ocurren cada vez más de los que pactan entre sí libre comercio. “Hay en el mundo 372 acuerdos de integración regional”. Pero Argentina sólo tiene uno intenso, el Mercosur. Muy poco para andar en un mundo tan complejo.