El cáncer de mama consiste en un crecimiento anormal, anárquico y desordenado de las células del tejido mamario. Tiene una alta prevalencia (población con la enfermedad), incidencia (casos nuevos) y mortalidad, aunque estos últimos dos aspectos se distribuyen en grupos poblacionales de manera heterogénea.
La incidencia de este tipo de cáncer está aumentando, en buena medida porque también se incrementa la prevalencia de los principales factores de riesgo, entre los cuales se destaca el factor genético y –aunque con influencia no determinada– los hábitos de vida, como el sedentarismo, una dieta rica en grasas, el tabaquismo, el consumo precoz y prolongado de anticonceptivos orales y la decisión de no tener hijos o no amamantar.
Debido a que la detección precoz es fundamental para su tratamiento y curación, la mortalidad desciende en los países con sistemas de salud más organizados.
En nuestro país, es la primera causa de muerte por cáncer en mujeres de 35 a 70 años. Se diagnostican 16.000 a 20.000 casos nuevos y se producen entre 5.000 y 6.000 muertes por año.
Si se toma toda la población –incluyendo varones y niños–, el cáncer de mama es la segunda causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares.
Una de cada ocho mujeres tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida si vive hasta los 80 años de edad.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo pueden clasificarse en modificables, no modificables y potencialmente modificables. Entre los primeros están la dieta, el índice de masa corporal, la ausencia de actividad física, el consumo de productos del tabaco, el uso de hormonas exógenas, la ingesta de alcohol y la historia reproductiva.
En el caso de los no modificables, se pueden citar a los genéticos, la historia familiar (la existencia de antecedentes en familiares directos), la edad, el género (en las mujeres la incidencia es mayor) y la raza (hay grupos poblacionales, como los judíos askenazi, que tienen mayor predisposición).
Con respecto a los potencialmente modificables, pueden mencionarse la edad de nacimiento del primer hijo, la edad de la menopausia y la práctica de la lactancia materna.
El factor genético tiene peso propio y autonomía en el cáncer de mama: las mutaciones o cambios hereditarios en los genes BRCA1 y BRCA2 o en otros genes (en estudio) aumentan el riesgo, pero debido a que entre un 65 a 80 por ciento de la patología se presenta esporádicamente, no deben indicarse masivamente test (screening) ni solicitarse por cuenta propia, sino que deben ser conscientemente evaluados, y solicitados por mastólogos y genetistas.
Prevención
Según la Real Academia Española, el término “prevención” significa “preparación y disposición que se toma por anticipado a fin de impedir un riesgo o para minimizar sus efectos”.
En materia de salud, pueden mencionarse distintos tipos de prevención. La “primaria” consistiría en tomar todas las medidas para evitar el cáncer. Esto, que es posible en el caso de otras enfermedades no transmisibles, no lo es, al menos hasta el momento, en cáncer de mama. Sin embargo, hay evidencia de que adoptar hábitos saludables, como sostener una dieta pobre en grasas y eliminar el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol podría contribuir a reducir el riesgo.
Sí es posible una exitosa acción de “prevención secundaria”, a través de estudios de rutina que permiten la detección precoz, como la mamografía anual a partir de los 40 años y el autoexamen periódico, luego de la menstruación.
La prevención terciaria –para evitar el avance– se implementa a través de los tratamientos iniciales.
Detección temprana
Cabe tener en cuenta que ningún tipo de medida de prevención reduce a cero el riesgo de padecer la enfermedad, pero sí lo hacen en mayor o menor medida, de acuerdo con el momento en que se toman.
Como decíamos anteriormente, la denominada “prevención secundaria” es sinónimo de detección temprana y es considerada actualmente la herramienta más efectiva para lograr la reducción de la mortalidad generada por el cáncer de mama.
Una vez confirmado el diagnóstico, el pronóstico está estrechamente ligado al momento de la detección (es decir, en función de si es temprano o tardío).
El tratamiento temprano puede disminuir la complejidad de las terapéuticas aplicadas. Si el cáncer se detecta tempranamente (en estadios iniciales), el tratamiento tiene más posibilidades de éxito.
Lo primordial es realizar la consulta al ginecólogo para someterse a un examen clínico y obtener información adecuada sobre esta patología.
Cuando la mujer no tiene antecedentes familiares o propios de cáncer de mama, las mamografías anuales se indican a partir de los 40 años. En caso de que existan factores de riesgo de primera línea como el genético, las mamografías serán indicadas de cinco a diez años antes.
Se debe concientizar a las pacientes sobre la importancia del autoexamen, que debería ser mensual. Mediante una simple exploración, se puede detectar síntomas como retracción de la piel o el pezón, derrames por pezón y cambios en el color o textura de la piel de la mama.
Ante la aparición de alguna sospecha, el médico deriva al especialista, es decir al mastólogo, para mejorar las posibilidades de diagnóstico certero, tratamiento adecuado o seguimiento.
Como profesionales de la salud, sabemos que las mejores armas para la prevención son la concientización, la educación y la información sobre este flagelo, para una consulta ginecológica temprana, el examen clínico, la realización de la mamografía y los estudios complementarios (como ecografía, resonancia magnética nuclear, tomosíntesis y magnificación). Así, lograremos la detección en etapa precoz y tendremos la posibilidad de un tratamiento óptimo y su curación.
Los avances más grandes para lograr la supervivencia están asociados con las terapias aplicadas, y la imagenología moderna. Sin embargo, hay una estadística negativa y es que un tercio de las muertes por cáncer de mama se podrían evitar si se hiciera el diagnóstico preclínico oportuno a todas las pacientes.
En conclusión, es importante recordar que: es curable tomado a tiempo; la mamografía y la ecografía colaboran en el diagnóstico mucho antes de que el tumor sea palpable; el diagnóstico temprano mejora el pronóstico y la sobrevida de la enfermedad, y las perspectivas de curación y prevención están cambiando positivamente.
¿Quién es?
Marcos Panza es médico recibido de la Universidad Nacional de Córdoba. Es especialista en Tocoginecología y miembro titular plenario de la Asociación Argentina de Ginecología Oncológica.
Campaña
Desde hoy y hasta el viernes, la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (Lalcec), filial Córdoba, realiza una campaña gratuita de detección con la realización de mamografías gratuitas a mujeres de 40 a 65 años sin obra social. Es imprescindible pedir turno al (0351) 480-2495.
*Especialista en Tocoginecología Mastólogo