Aprovechar cada parte de un pollo entero no solo es una decisión económica: también es una forma consciente de cocinar, reducir desperdicios y obtener comidas variadas a partir de un solo ingrediente. Con planificación, un pollo puede rendir para varios platos sabrosos que se disfrutan en distintos momentos de la semana.
Tres recetas para aprovechar la compra de un pollo entero
Pollo al horno con hierbas
El punto de partida es el clásico pollo al horno, ideal para el almuerzo del domingo o para compartir en familia. Se recomienda condimentar con ajo, limón, romero, tomillo y un toque de manteca bajo la piel para mantener la carne jugosa.Una cocción lenta —unos 90 minutos a 180 °C— garantiza una piel crocante y carne tierna. De esta preparación principal quedarán pechugas, muslos y alas que pueden aprovecharse luego en nuevas recetas.
El truco: reservar los jugos de cocción. Son perfectos para darle sabor a un arroz o a una salsa casera.
Ensalada tibia con pollo desmenuzado
Con las sobras del pollo al horno se puede preparar una ensalada tibia que combina proteínas, vegetales y sabor. Basta con desmenuzar la carne y mezclarla con papas, zanahorias, arvejas, huevo duro y mayonesa casera o yogur natural.Este plato es liviano, económico y se conserva bien en la heladera. También puede presentarse como relleno de sándwiches o tartas.
Para una versión más fresca, se puede agregar hojas verdes, tomates cherry y una vinagreta de mostaza y miel.
Caldo y sopa con los huesos
Nada se desperdicia: los huesos y la carcasa del pollo son la base de un caldo sabroso y nutritivo. Se hierven durante una hora y media junto con cebolla, zanahoria, apio, laurel y granos de pimienta.Este caldo puede colarse y conservarse en frascos para usar luego como base de sopas, risottos o guisos. Si se añaden fideos finos o arroz, se obtiene una sopa reconfortante ideal para las noches frías.
Además de ser un plato clásico del invierno, este caldo casero reemplaza perfectamente los cubitos industriales, reduciendo el consumo de sodio y aditivos.
Aprovechar un pollo entero es una práctica sencilla que puede ahorrar dinero, reducir el desperdicio y, sobre todo, fomentar una cocina más sustentable. Con tres pasos —asar, desmenuzar y hervir— se obtienen comidas completas para varios días, con un sabor casero que difícilmente se logra con productos procesados.
