El síndrome de burnout, o desgaste profesional, se instaló en el centro de las preocupaciones de salud mental en el ámbito laboral, y las cifras en la Argentina son alarmantes. Este cuadro patológico, que refiere a la idea de un trabajador “quemado” o fundido, se genera por afrontar de forma inadecuada una situación de estrés crónico. Se caracteriza por el agotamiento psicoemocional, la despersonalización y la disminución del rendimiento ocupacional.
Según una encuesta reciente, el 94% de los trabajadores consultados en el país padecieron el síndrome del burn out. Este agotamiento crónico, que afecta de manera persistente el bienestar general, se produce cuando las demandas laborales exceden nuestros recursos.
Reconocé las señales del burn out: ¿Estás al límite?
Es crucial empezar a reconocer las situaciones que nos llevan al desgaste para poder anticiparnos. Si notás que sentís estrés en forma crónica generado por problemáticas del trabajo, o si el agotamiento físico y emocional te afecta de manera persistente, es hora de frenar.
Las causas más comunes incluyen puestos de alta responsabilidad o de atención al público, jefes muy demandantes o jornadas laborales interminables y repetitivas. En el contexto del teletrabajo, la falta de límites entre el hogar y el sitio laboral intensificó este desgaste.
El cuerpo y la mente envían señales evidentes. Podés sentir cansancio extremo o falta de energía, irritabilidad o enojo constante, depresión, y una sensación persistente de ineficacia o baja realización personal. Físicamente, el burnout se manifiesta con dolores musculares, tensión mandibular, sudoración excesiva, insomnio, o resfriados frecuentes.

¿Cómo prevenir el burn out y salir del ciclo de agotamiento?
Afortunadamente, el síndrome de burnout no es irreversible y se puede solucionar. Para lograrlo, es fundamental tomar conciencia del problema y empezar a desarrollar estrategias de afrontamiento.
Cerrá los ciclos de estrés
El problema principal de la vida moderna es que nunca completamos el ciclo de reacción al estrés. La clave para no quemarse es entender que debés cerrar el ciclo del estrés después de cada momento de tensión. Si vivís en una continuidad de situaciones estresantes, tenés que buscar la misma intensidad de momentos de relajación para que tu cuerpo logre la desactivación fisiológica que necesita.
Las herramientas recomendadas, basadas en evidencia, incluyen estallidos breves de actividad física (saltar, correr, caminar 15 minutos, hacer plancha) para descargar la tensión física acumulada. También, la risa o el llanto son mecanismos principales para liberar el estrés.
Poné límites y priorizá
Tenés que marcar límites claros en tu trabajo sobre horarios, carga y responsabilidades. Al final de la jornada, desconectate: cerrá la computadora de manera consciente para que tu cerebro entienda que el trabajo terminó por hoy. Recordá que el exceso de tareas no te vuelve más productivo, sino que genera incomodidad.
Autocuidado integral
Dedicate tiempo para vos. Esto incluye realizar actividad física (al menos 30 minutos de caminata diaria) y asegurar un sueño reparador de siete a ocho horas cada noche. En cuanto a la alimentación, la nutrición influye en la resiliencia al estrés: evitá el ayuno prolongado y el consumo de productos azucarados. Consumí carbohidratos complejos, grasas saludables y proteínas de calidad (huevos, carnes magras).
Buscá ayuda profesional
Si los síntomas son graves o persistentes, la consulta psicológica y/o psiquiátrica es fundamental. Las intervenciones cognitivo-conductuales han demostrado ser efectivas para reducir el estrés y el agotamiento emocional. Cuando el síndrome está avanzado, es casi imposible solucionarlo solo, por lo que se necesita ayuda psicológica especializada.