El colesterol alto se convirtió en uno de los enemigos silenciosos más relevantes para la salud cardiovascular. En América Latina, las enfermedades cardíacas continúan siendo la principal causa de muerte, y especialistas de Harvard Medical School recalcan que gran parte de este riesgo podría reducirse con información precisa y decisiones preventivas.
El colesterol es una sustancia cerosa producida por el hígado y también incorporada a través de alimentos de origen animal como carnes, huevos y lácteos. Cumple funciones esenciales, pero cuando los niveles se desbalancean —especialmente el colesterol LDL, conocido como “malo”— puede acumularse en las arterias, favorecer la formación de placas y comprometer el flujo sanguíneo. Esa combinación es el terreno perfecto para infartos y accidentes cerebrovasculares.
Colesterol alto: factores de riesgo que no pueden modificarse
Según Harvard, los factores inmodificables están principalmente asociados a tres variables: edad, género y genética.
- Edad: en los hombres, el riesgo aumenta a partir de los 45 años. En las mujeres, el quiebre se da desde los 55 años, especialmente después de la menopausia, cuando suelen elevarse los niveles de LDL.
- Historial familiar: si un padre, madre o hermano desarrolló colesterol alto o enfermedad cardíaca a edad temprana —antes de los 55 años en hombres o 65 en mujeres—, el riesgo personal aumenta notablemente.
- Hipercolesterolemia familiar: esta condición genética, menos frecuente pero peligrosa, provoca niveles elevados de LDL desde edades muy tempranas y requiere diagnóstico y tratamiento precoz.
Estos factores actúan como una base biológica que no se puede modificar, pero conocerlos permite anticipar riesgos y reforzar los controles médicos.
Colesterol alto: el terreno donde sí se puede intervenir
Las variables modificables son las que más impacto tienen en la prevención. Harvard enfatiza que pequeños cambios diarios pueden alterar significativamente el pronóstico cardiovascular.
- Dieta: consumir grasas saturadas, grasas trans y azúcares eleva el colesterol total y el LDL.
- Sobrepeso: aumenta el LDL y reduce el HDL, el colesterol “bueno”.
- Inactividad física: moverse con regularidad mejora el HDL, ayuda a reducir el LDL y favorece la pérdida de peso.
- Tabaquismo: fumar daña las paredes de los vasos sanguíneos, facilita la formación de placas y reduce el HDL. Dejar el cigarrillo es una de las intervenciones más efectivas para mejorar la salud del corazón.
- Diabetes tipo 2 e hipertensión: la diabetes reduce el HDL y sube los triglicéridos. La hipertensión no incrementa directamente el colesterol, pero suele coexistir con él por factores comunes como la obesidad.
En conjunto, estos elementos crean un entorno propicio para que el colesterol se acumule y derive en complicaciones graves si no se actúa a tiempo.
Cómo prevenir y reducir el riesgo cardiovascular
La relación entre el colesterol alto y las enfermedades cardíacas es directa: a mayor LDL acumulado en las arterias, mayor probabilidad de que el flujo sanguíneo se bloquee. Por eso, Harvard y Healthline recomiendan:
- Dejar el tabaco.
- Mantener una dieta equilibrada rica en vegetales, fibra y grasas saludables.
- Realizar actividad física frecuente.
- Controlar el peso corporal.
- Monitorear presión arterial y niveles de glucosa.
- Realizar controles periódicos de laboratorio.
Además, ante antecedentes familiares o dudas sobre el riesgo individual, es clave consultar a un profesional, ya que los abordajes preventivos deben ser personalizados.
El colesterol es silencioso, pero sus consecuencias no lo son. Detectar los factores que lo elevan —y actuar sobre ellos— es una de las herramientas más efectivas para cuidar el corazón antes de que aparezcan los síntomas.
