Todas las personas sexualmente activas deberían realizarse, al menos una vez al año, un análisis de sangre para pesquisar enfermedades de transmisión sexual (ITS). Entre estas se incluyen el VIH, las hepatitis virales, el virus del papiloma humano (VPH), la sífilis y los herpes genitales, además de gonorrea y clamidia, que son también comunes.
Crecimiento de las ITS y su diagnóstico tardío
Según el Centro Argentino de Urología (CAU), muchas ITS son diagnosticadas en estadios avanzados, lo que dificulta el tratamiento. Un ejemplo es el VPH, un virus que afecta al 80% de la población adulta, aunque en la mayoría de los casos el sistema inmunológico logra controlarlo.
Grupos de riesgo y factores asociados
Las ITS son más frecuentes entre personas sexualmente activas de entre 20 y 40 años, aunque también se observan casos en mujeres posmenopáusicas que dejan de usar métodos de protección. Factores como el inicio precoz de la actividad sexual, múltiples parejas, y la falta de uso de preservativos incrementan el riesgo.
Síntomas de alertaAunque muchas ITS son asintomáticas, algunos signos comunes incluyen:
- Verrugas genitales.
- Ampollas o úlceras indoloras.
- Secreciones o ardor al orinar.
No obstante, los especialistas recomiendan no esperar a presentar síntomas y realizar análisis de rutina para una detección temprana.
Situación en Argentina
Se estima que en la Argentina cerca de 140 mil personas viven con VIH, de los cuales alrededor de un 13% desconoce su diagnóstico. Cada año se registran en promedio 5.300 nuevos casos, en una relación de 2,2 varones por cada mujer y, en su amplia mayoría –entre 98% y 99%-, originados por prácticas sexuales sin protección[1].
Mientras que la tasa de prevalencia de sífilis en nuestro país es de 57,7 casos por cada 100 mil habitantes (53,0 en varones y 62,1 en mujeres) y casi la mitad son diagnosticados en forma tardía1. Solamente durante el período comprendido entre los años 2018 y 2021 se notificaron 97.336 nuevos casos de sífilis en la Argentina en la población general1.
“En cuanto a los tratamientos, muchas veces son curativos, pero otras no, dependiendo del tipo de infección y del tiempo transcurrido al momento del diagnóstico. Mayoritariamente, se emplean antibióticos y antivirales, además de alguna medicación complementaria”, señaló la Dra. Mariela Montanille, también uróloga del CAU.
“En los casos del virus del papiloma, dependiendo de la presentación, se suelen tratar las verrugas genitales con diferentes métodos físicos, como el ácido o inmunomoduladores, o quemarlas con frío o con calor o mediante láser. Pero, cualquiera sea el método empleado, es recomendable analizar una muestra de la verruga para conocer la clase de virus que la causó y evaluar si se está frente a una condición de bajo o de alto riesgo”, explicó la Dra. Grinstein.
“La mayoría de las personas no conocen en detalle estas infecciones o creen que es algo que les sucede a los demás. Saben que existen, pero tienen poca conciencia sobre qué significan y sobre la importancia del uso de los métodos de prevención”, completó el Dr. Mauricio Colicigno.
“Cuando los pacientes llegan a la consulta y reciben diagnóstico de alguna ITS, se les indica que también debe tratarse su pareja, porque en muchos casos ambos presentan la infección y de nada sirve que se trate uno solo, ya que volverá a contagiarse”, consignó la Dra. Grinstein. “Si esa pareja es mujer, la derivamos al ginecólogo y si es hombre lo citamos para hacerle el diagnóstico y la revisación médica correspondiente”, indicó.
Dependiendo de la afección, la falta de diagnóstico y de tratamiento puede traer consecuencias a largo plazo, como en el caso de la sífilis, que puede comenzar como primaria y transformarse en secundaria o terciaria.
“La sífilis secundaria puede demorar años en aparecer, pero se presenta con lesiones en todo el cuerpo, incluido palmas y plantas, que son muy características, y existe el riesgo de que genere daño visceral también; inclusive que se desarrolle una sífilis terciaria, que se llama neurosífilis, con elevadas posibilidades de ocasionar daño neurológico”, consignó la Dra. Montanile.
Tanto en la gonorrea como en la clamidia, el tiempo de infección sin tratamiento puede favorecer el desarrollo de enfermedades complejas, como la estenosis de uretra, que trae problemas para orinar, o producir dolor, alteraciones en la vejiga e incluso problemas de infertilidad. El VPH, por su parte, puede ser responsable de la aparición de diferentes tipos de tumores.
“Para la protección del VPH hoy en día disponemos de una vacuna en el calendario nacional de vacunación gratuito y obligatorio, por lo que hay un grupo poblacional que ya está vacunado. Pero es importante tener en cuenta que hay otro grupo que no lo está, porque nació antes de que la vacuna se incorporara al calendario, o porque no se ha vacunado cuando le correspondía. Hay varios tipos de vacunas, pero básicamente todas cubren los virus de alto riesgo, los que son pro-oncológicos”, aclaró la Dra. Grinstein.
Entre los factores de riesgo para desarrollar una ITS se destacan ser sexualmente activo y no tomar las medidas de protección, como es el uso del preservativo, también tener diferentes parejas sexuales y el inicio precoz de las actividades sexuales. Es importante tener en cuenta también que son igualmente contagiosas las relaciones sexuales anales y orales. Como factor de riesgo, los especialistas mencionan además el tener diabetes o algún tipo de alteración en la inmunidad.