El 22 de julio marcó un hito en la medición del tiempo: la Tierra completó su rotación en 1,34 milisegundos menos que las tradicionales 24 horas, lo que lo convirtió en el segundo día más corto jamás registrado desde que existen mediciones modernas, iniciadas en 1973. Si bien esta diferencia es imperceptible en la vida diaria, este evento subraya una aceleración sin precedentes en la rotación de nuestro planeta que captó la atención de la comunidad científica.
Un día más corto y su contexto histórico La duración estándar de un día es de 24 horas (equivalentes a 86.400 segundos), pero la rotación de la Tierra varía a lo largo de su historia geológica. Un estudio de 2023 indica que, en períodos tempranos, un día podía durar cerca de 19 horas. Tradicionalmente, la principal causa de desaceleración de la rotación terrestre fue la fricción de las mareas lunares, que gradualmente alarga los días a medida que la Luna se aleja de la Tierra. El día más corto registrado hasta 2020 fue 1,05 milisegundos menos que 24 horas.
El misterio de la aceleración actual Contrario a la tendencia histórica de desaceleración, los científicos detectaron una aceleración en la rotación planetaria en los últimos años, lo que acorta los días de una manera que no se ajusta a los modelos oceánicos y atmosféricos actuales. Esta inconsistencia generó un intenso debate. Leonid Zotov, experto en rotación terrestre, declaró que la causa de esta aceleración “no está explicada” y que la mayoría de los científicos creen que se debe a “algo dentro de la Tierra”, ya que los modelos actuales no pueden justificar esta gran aceleración.
Hipótesis sobre las causas Las explicaciones sobre esta aceleración reciente fueron cambiando. Un estudio de 2024 sugiere que el derretimiento de hielos polares y la elevación del nivel del mar podrían incidir en la velocidad del giro planetario, aunque no se consideran la causa principal. La hipótesis con mayor respaldo apunta al interior de la Tierra: se sugiere que una ralentización del núcleo líquido estaría redistribuyendo el momento angular, lo que causaría que el manto y la corteza giren un poco más rápido. Sin embargo, esta teoría, aunque aporta una posible explicación, continúa en evaluación por la comunidad científica, y las investigaciones recientes coinciden en que aún falta mucho por conocer sobre los mecanismos que regulan la rotación terrestre.
Un “segundo bisiesto negativo”: un ajuste sin precedentes De persistir esta tendencia de aceleración, especialistas advierten que, alrededor del año 2029, podría ser necesario restar un segundo a los relojes atómicos. Este ajuste, denominado “segundo bisiesto negativo”, es un evento sin precedentes en la historia de la medición del tiempo, ya que nunca se implementó hasta la fecha. Hasta ahora, los relojes atómicos, que sincronizan la hora mundial, compensaban la desaceleración de la Tierra agregó un segundo bisiesto.
La necesidad de restar un segundo alteraría por completo los procedimientos actuales y plantea un desafío técnico y logístico considerable para la infraestructura tecnológica global. Sistemas que dependen de una medición exacta del tiempo, como las telecomunicaciones o la navegación por satélite, podrían verse impactados.
Observación constante y futuras incógnitas La comunidad científica internacional continúa el monitoreo de cerca la rotación de la Tierra y la duración del día. El evento del 22 de julio documentado aporta información clave para comprender la compleja interacción de fuerzas planetarias. La posibilidad de un “segundo bisiesto negativo” mantiene la alerta entre los organismos encargados de la medición del tiempo y los sistemas de sincronización global. A pesar de la preocupación actual, el pronóstico de Leonid Zotov sobre una potencial desaceleración en los próximos años enfatiza que la situación actual podría formar parte de las fluctuaciones naturales de la dinámica terrestre. El seguimiento constante y el avance en el conocimiento científico serán fundamentales para desentrañar las incógnitas asociadas a este fenómeno global.