En la misa, la Liturgia de la Palabra es uno de los momentos centrales de la celebración. En este punto, se leen los pasajes de la Biblia que permiten adentrarse en las enseñanzas de Jesucristo.
Compartimos los textos del domingo 12 de enero de 2025 publicados por el sitio web del Vaticano. En esta jornada, que celebra el Bautismo de Jesús, termina el tiempo de Navidad.
Liturgia del 12 de enero de 2025: Primera lectura
Lectura del libro de Isaías
Isaías 40, 1-5. 9-11
¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está pagada, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama:
¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá:
“¡Aquí está su Dios!” Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor, Él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
Liturgia del 12 de enero de 2025: Segunda lectura
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a Tito
Tito 2, 11-14; 3, 4-7
Querido hijo:
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, Él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.
Evangelio del día: 12 de enero de 2025
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lucas 3, 15-16. 21-22
En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.
Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”.
12 DE ENERO, SAN ANTONIO MARÍA PUCCI
Según la página oficial del Vaticano, el Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Hoy la se recuerda a San Antonio María Pucci.
Antonio María Pucci, nacido como Eustaquio en una humilde familia campesina de la Toscana en el siglo XIX, destacó desde joven por su fe y devoción. Se unió a los Siervos de María Santísima, adoptando el nombre de Antonio María al tomar sus votos. Ordenado sacerdote en 1843, dedicó 48 años de su vida como párroco en la iglesia de San Andrés en Viareggio, donde se ganó el apodo cariñoso de “el Curita” por su carácter afable y su entrega al servicio de los demás.
Con una visión adelantada para su época, Antonio María impulsó la participación de los laicos en la vida de la Iglesia, fundando asociaciones específicas para jóvenes, hombres y mujeres. Además, creó una orden religiosa femenina, las Manteladas de Viareggio, que atendían a niños enfermos. Su caridad no conoció límites: visitaba personalmente a los pobres, les llevaba provisiones y no retenía nada para sí mismo. Durante la epidemia de cólera de 1854, se convirtió en un “ángel de los enfermos”, entregándose plenamente al cuidado de los necesitados.
Su vida de oración y obras heroicas de caridad dejaron una huella profunda en su comunidad. Aunque fue conocido por fenómenos extraordinarios como la levitación, su mayor legado fue su ejemplo de servicio incondicional. Antonio María falleció en 1892 debido a una neumonía contraída mientras ayudaba a los enfermos. Fue beatificado en 1952 y canonizado en 1962, siendo reconocido como un modelo de santidad y amor al prójimo.