En la misa, la Liturgia de la Palabra es uno de los momentos centrales de la celebración. En este punto, se leen los pasajes de la Biblia que permiten adentrarse en las enseñanzas de Jesucristo.
Compartimos los textos del jueves 6 de marzo de 2025 publicados por el sitio web del Vaticano.
Liturgia del 6 de marzo de 2025: Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio
Deuteronomio 30, 15-20
Esto dice el Señor: “Mira: Hoy pongo delante de ti la vida y el bien o la muerte y el mal. Si cumples lo que yo te mando hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos, cumpliendo sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y te multiplicarás. El Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla. Pero si tu corazón se resiste y no obedeces, si te dejas arrastrar y te postras para dar culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que perecerás sin remedio y que, pasado el Jordán para entrar a poseer la tierra, no vivirás muchos años en ella.
Hoy tomo por testigos al cielo y a la tierra de que les he propuesto la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Elige la vida y vivirás, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él; pues en eso está tu vida y el que habites largos años en la tierra que el Señor prometió dar a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob'‘.
Evangelio del día: 6 de marzo de 2025
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.
Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.
Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?‘’
6 DE MARZO, SANTA ROSA DE VITERBO Y SANTA COLETTA BOYLET: santas franciscanas
Según la página oficial del Vaticano, el Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Hoy se recuerda a Santa Rosa de Viterbo y Santa Coletta Boylet.
“Mis ojos están llenos de Jesús a quien he mirado con todo mi amor en el momento de la elevación de la Hostia en la Santa Misa y no quiero sobreponerle ninguna otra imagen” - Santa Coletta Boylet.
Rosa de Viterbo nació en 1233 en una familia humilde y con una malformación ósea que le permitió vivir solo 18 años, aunque siempre agradecida a Dios por el don de la vida. Debido a su condición, no pudo ingresar al monasterio de las Clarisas, pero se unió a la Tercera Orden Franciscana.

Durante su corta vida, se dedicó a la penitencia y la caridad, ayudando a los pobres y enfermos, mientras su ciudad se veía atrapada en la lucha entre los güelfos y los gibelinos. Por su firme apoyo al Papa, ella y su familia fueron exiliados, pero regresaron a Viterbo tras la muerte del emperador Federico II en 1250.
Rosa murió en 1251 y fue enterrada en la iglesia de Santa María en Poggio, donde su cuerpo permaneció incorrupto. Su figura ganó devoción, y aunque el Papa Inocencio IV comenzó un proceso para su canonización, fue su sucesor, Alejandro IV, quien ordenó el traslado de sus restos a las Clarisas.
En 1583, su nombre fue incluido en el martirologio romano, y la ciudad de Viterbo celebra su festividad cada año, con una impresionante procesión. La “Máquina de Santa Rosa”, una estructura que representa su traslado, fue incluida por la UNESCO en el Patrimonio de la Humanidad, destacando su legado perdurable.

Santa Coleta Boylet, nacida en 1381, fue un ejemplo destacado de la renovación monástica durante el Gran Cisma de Occidente, cuando muchas personas buscaron un contacto más directo con Dios debido a la crisis religiosa.
Desde joven, Coleta mostró una profunda devoción y visión mística, lo que la llevó a sentir el llamado de reformar la Orden de las Clarisas. Después de varias experiencias en diferentes comunidades religiosas, Coleta ingresó a la Tercera Orden Franciscana y vivió en reclusión, dedicándose a la oración, la penitencia y el trabajo para los pobres.
En 1406, Coleta recibió el velo de las Clarisas y comenzó su labor de reforma, centrada en un retorno a las costumbres más austeras y a una vida de oración y penitencia. Su trabajo de renovación ganó aceptación rápidamente, comenzando con el monasterio de Besançon y expandiéndose a muchas nuevas fundaciones, incluidas 12 comunidades masculinas.
Su obra fue finalmente aprobada por la Iglesia, y sus “pequeños monasterios” continúan presentes en todo el mundo, con cerca de 140 conventos en la actualidad. La reforma de Coleta dejó un legado duradero en la vida monástica franciscana.