En la misa, la Liturgia de la Palabra es uno de los momentos centrales de la celebración. En este punto, se leen los pasajes de la Biblia que permiten adentrarse en las enseñanzas de Jesucristo.
Compartimos los textos del viernes 7 de febrero de 2025 publicados por el sitio web del Vaticano.
Liturgia del 7 de febrero de 2025: Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos
Hebreos 13, 1-8
Hermanos: Conserven entre ustedes el amor fraterno y no se olviden de practicar la hospitalidad, ya que por ella, algunos han hospedado ángeles sin saberlo. Acuérdense de los que están presos, como si ustedes mismos estuvieran también con ellos en la cárcel. Piensen en los que son maltratados, pues también ustedes tienen un cuerpo que puede sufrir.
Que todos tengan gran respeto al matrimonio y lleven una vida conyugal irreprochable, porque a los que cometen fornicación y adulterio, Dios los habrá de juzgar.
Que no haya entre ustedes avidez de riquezas, sino que cada quien se contente con lo que tiene. Dios ha dicho: Nunca te dejaré ni te abandonaré; por lo tanto, nosotros podemos decir con plena confianza: El Señor cuida de mí, ¿por qué les he de tener miedo a los hombres?
Acuérdense de sus pastores, que les predicaron la palabra de Dios. Consideren cómo terminaron su vida e imiten su fe. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
Evangelio del día: 7 de febrero de 2025
Lectura del santo evangelio según San Marcos
Marcos 6, 14-29
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: “Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado”.
Herodes había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano”. Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”.
Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista”. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista”.
El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.
Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
24 DE ENERO, SAN RICARDO Y BEATO PAPA PIO IX: “Juanito el Bueno”
Según la página oficial del Vaticano, el Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Hoy se recuerda a San Ricardo y al Beato Papa Pío IX.
Ricardo fue un noble inglés que vivió en el siglo VIII. Fue padre de tres santos: Villibaldo, Vunibaldo y Valburga, evangelizadores en Alemania.
Era un hombre de oración, que tenía una gran veneración por la Sagrada Familia. Peregrino en Roma, murió en su camino de regreso a Lucca.
El Papa Pío IX, de nacimiento Giovanni Ferretti o Juan María, fue conocido como “Juanito el bueno” durante su niñez en Senigallia, Italia. Se destacó por su vivacidad y devoción religiosa. Inició su formación con los Escolapios y, a los 17 años, decidió ser sacerdote, mudándose a Roma para estudiar en el Colegio Romano.
Fue ordenado en 1819, se convirtió en obispo de Spoleto a los 35 años, y luego fue trasladado a Imola. En 1840, fue creado cardenal y en 1846 sucedió a Gregorio XVI, tomando el nombre de Pío IX. Juan María, a pesar de haber ascendido dentro de los rangos eclesiales, se veía a sí mismo como “simplemente un sacerdote”.
El papado de Pío IX estuvo marcado por intensos conflictos políticos. En 1848, debido a los levantamientos, tuvo que exiliarse en Gaeta, mientras Roma se declaraba República Romana. Regresó en 1850 gracias a la intervención francesa. Enfrentó también los efectos de la unificación de Italia y la conversión de Roma en su capital en 1871.
Pío IX era conocido por su firmeza en la defensa de la verdad y la fe católica. En tiempos de gran agitación, rezaba con fervor, pidiendo la luz de la fe para resistir las falsas doctrinas y las trampas de los “sabios” de este mundo, buscando siempre proteger a su pueblo de los errores que amenazaban su fe.
Oración “contra el error” que recitaba el Papa Pío IX
Dulcísimo Jesús, nuestro Divino Maestro, Tú que siempre hiciste vanas las infames artimañas de los fariseos con las que a menudo te asaltaban, destruye las tramas de los malvados y de todos aquellos que en la mezquindad de sus almas buscan seducir y abrumar a Tu pueblo con sus falsas sutilezas. Ilumínanos a todos, tus discípulos, con la luz de tu gracia, para que no nos corrompamos con la astucia de los sabios de este mundo. Sabios que esparcen por todas partes sus errores, sus malvados sofismas; para arrastrarnos también a nosotros a su abismo. Concédenos la luz de la fe tan fuerte como para desenmascarar las trampas de los malvados, para creer firmemente en los dogmas de tu Iglesia, y para rechazar con constancia las máximas engañosas.
Amén.