El verano modifica la rutina de las mascotas y obliga a prestar mayor atención a sus hábitos diarios. En el caso de los gatos, el descanso cumple un rol central en la regulación de la temperatura corporal. Por eso, durante los meses más calurosos, es fundamental garantizarles espacios adecuados, frescos y seguros.
Los especialistas recomiendan que los gatos descansen en ambientes ventilados, sin exposición directa al sol y con buena circulación de aire. Los pisos frescos, las camas elevadas de materiales transpirables, las alfombrillas lavables o incluso las cajas de cartón ubicadas en zonas sombreadas suelen ser opciones elegidas por los propios felinos. Mantener persianas bajas durante las horas de mayor radiación y asegurar ventanas con mosquiteros ayuda a reducir el calor ambiental sin comprometer la ventilación.
Qué hacer con los gatos en el verano
El agua fresca es otro punto clave. Conviene disponer varios recipientes distribuidos por la casa y renovarlos con frecuencia. No se recomienda colocarlos pegados a la cama, ya que algunos gatos prefieren separar las zonas de descanso e hidratación. La comida húmeda, ligeramente refrigerada antes de ofrecerla, también contribuye a una mejor hidratación.
Dormir junto a las personas puede resultar incómodo en verano. La temperatura corporal del gato es más alta que la humana y el contacto prolongado incrementa el calor. Además, en esta época aumenta la caída de pelo y la posibilidad de arrastrar suciedad o parásitos desde el exterior, por lo que delimitar zonas de descanso separadas mejora la higiene general.
Aunque suelen parecer más resistentes, los gatos pueden sufrir estrés térmico cuando la temperatura ambiente supera los 30 °C. Entre las señales de alerta se encuentran la apatía, la búsqueda constante de superficies frías, la falta de apetito o el rechazo al contacto. El jadeo, los vómitos, la desorientación o los temblores indican una urgencia veterinaria.
