El papa Francisco, quien lideró la Iglesia Católica hasta su muerte en abril de 2025, era conocido por su humildad y su amor por las tradiciones simples. Entre sus gustos culinarios, destacaba un plato que lo transportaba a sus raíces familiares en el Piamonte, Italia: la Bagna Cauda, una salsa caliente típica que combina ajo, anchoas y aceite de oliva, perfecta para compartir en comunidad.
Este platillo, que el Papa disfrutaba, refleja su conexión con la comida como un acto de unión y memoria.
El amor del Papa por la Bagna Cauda
Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, provenía de una familia de inmigrantes piamonteses. Según relató en una entrevista con Vatican News, la Bagna Cauda era un ritual familiar que le evocaba recuerdos de su infancia.
“Soy fanático de esta salsa desde mucho antes de ser Papa. Cuando llegaba a Roma como provincial de los jesuitas de Argentina, o como arzobispo para asistir a algún sínodo, me hacía un tiempo para visitar a mis familiares piamonteses y disfrutar de la Bagna Cauda”, confesó.
Este plato, cuyo nombre significa “salsa caliente” en italiano, era para él más que un alimento: simbolizaba la comunidad y los valores de compartir que tanto predicó durante su pontificado.
¿Qué es la Bagna Cauda y cómo se prepara?
La Bagna Cauda es una salsa tradicional del Piamonte, diseñada para mojar vegetales crudos o cocidos, pan, e incluso acompañar milanesas o ravioles. Su sabor intenso proviene de la combinación de ajo, anchoas y aceite de oliva, cocinados a fuego lento para integrar los sabores. A continuación, te compartimos una receta clásica para 4 personas, basada en la tradición piamontesa que el Papa Francisco tanto apreciaba:
Ingredientes de la Bagna Cauda
- 8 dientes de ajo
- 8 anchoas en sal (o 16 filetes de anchoas en aceite)
- 200 ml de aceite de oliva extra virgen
- 50 g de manteca (opcional, tradicional en Asti)
- Vegetales para acompañar: apio, zanahorias, brócoli, coliflor, repollitos de Bruselas (cocidos al vapor o crudos)
- Pan rústico o milanesas (opcional)

Preparación:
- Preparar los ingredientes: Si usas anchoas saladas, desálalas remojándolas en agua fría durante 2 horas, cambiando el agua varias veces. Pela los ajos, quítales el brote del medio para suavizar el sabor y pícalos finamente. Si prefieres un sabor menos intenso, blanquéalos en agua hirviendo por 1 minuto y escúrrelos.
- Cocinar la salsa: En una cacerola pequeña, calienta el aceite de oliva a fuego muy bajo. Añade los ajos y cocínalos lentamente hasta que se ablanden, sin que se doren (unos 10-15 minutos). Agrega las anchoas y revuelve hasta que se deshagan completamente, formando una pasta con el aceite y el ajo.
- Ajustar la textura: Si deseas seguir la tradición de Asti que Francisco prefería, incorpora la manteca al final y mezcla hasta que se derrita. Esto le dará una textura más suave a la salsa. Mantén la Bagna Cauda caliente, idealmente en un recipiente de cerámica con una vela debajo para conservar el calor.
- Servir: Coloca la salsa en el centro de la mesa y alrededor dispón los vegetales, pan o milanesas cortadas en trozos pequeños. Cada comensal puede mojar los ingredientes en la salsa caliente. Francisco aconsejaba moderación, ya que los ingredientes pueden ser pesados: “No hay que excederse, porque puede caer mal”.
Un legado de sencillez
Además de la Bagna Cauda, el Papa Francisco tenía otros gustos que reflejaban su origen argentino, como los alfajores de dulce de leche (prefería las marcas El Nazareno y Cachafaz) y los ñoquis caseros, según revela The Vatican Cookbook. Sin embargo, la Bagna Cauda ocupaba un lugar especial por su conexión con su herencia familiar y su simbolismo de unión. En un mundo donde la comida puede ser un lujo, Francisco siempre abogó por la simplicidad y el compartir, valores que este plato encarna perfectamente.