El experto en inteligencia emocional, Justin Bariso, se sirvió de una discusión cotidiana sobre cómo cargar “correctamente” el lavavajillas para ilustrar y reflexionar sobre cómo gestionar las diferencias en la vida cotidiana puede revelarnos mucho sobre nuestra madurez emocional de lo que pensamos.
El experto, introduce lo que denomina la “regla del lavavajillas”, un principio sencillo que vincula inteligencia emocional y convivencia: aceptar que hay más de una forma válida de hacer las cosas es clave para mejorar nuestras relaciones personales y también nuestra capacidad de liderazgo.
Un camino hacia la inteligencia emocional
Bariso parte de una anécdota personal en la que comprende que el modo de colocar los platos de los demás no es erróneo, sino que diferente. Esto le llevó a formular una regla con vocación de recordatorio emocional: no siempre hay una única manera válida de hacer las cosas.
El secreto está en dejar de aferrarse a los propios hábitos por ego o rutina. Esa resistencia no es racional, sino emocional: “Nos molesta que los demás no hagan las cosas como nosotros, aunque el resultado sea igual de bueno”.

Aplicaciones de la flexibilidad en el liderazgo y la vida personal
Esta perspectiva conecta con principios esenciales y diferentes:
- En la inteligencia emocional: la capacidad de regular las propias emociones y adaptarse a las de los demás.
- En el entorno laboral, señala Bariso, “dar espacio a otros para que actúen a su manera fomenta la confianza, la seguridad psicológica y la creatividad en el equipo”.
- En la práctica, implica evitar el micromanagement, aceptar enfoques alternativos y valorar la diversidad de pensamiento como una fortaleza. “No se trata de ceder siempre, sino de elegir cuándo ser flexible para obtener un mejor resultado conjunto”.
La visión de Hakeem Gunn: liderar desde la confianza
Hakeem Gunn en la web Medium, comparte una reflexión similar, a partir de su reconciliación personal con el uso del lavavajillas. En su caso, su reconciliación llegó tras años de rechazo: pasó de considerarlo ineficaz a verlo como una herramienta útil para delegar tareas, optimizar el tiempo y valorar la preparación de quien lo utilizaba mejor que él.
Gunn guarda una propia conclusión: liderar no es hacerlo todo, sino permitir que otros aporten su talento allí donde más se necesita.
La lección que trasciende la cocina
La idea ganó fuerza porque es fácil de visualizar y aplicar a diferentes contextos: desde una pareja que discute por cómo ordenar la cocina hasta un jefe que insiste en controlar cada detalle. Como también, pone el foco en algo tan común como las pequeñas tensiones diarias.
Ambos coinciden en que recordar esta regla: “Hay más de una forma de cargar el lavavajillas”, puede convertirse en una herramienta sencilla para entrenar la empatía, soltar el control y construir relaciones más saludables.