Florianópolis, o “Floripa”, como la llaman los locales y los fanáticos del turismo playero, se convirtió en uno de los destinos más deseados por los argentinos. Sin embargo, ante la suba constante de los pasajes aéreos, muchos viajeros están redescubriendo un clásico del turismo de bajo presupuesto: el viaje en micro.
Lo que para algunos puede parecer una locura —más de 20 horas de viaje terrestre— para otros es una experiencia mochilera inolvidable, una travesía donde la paciencia se convierte en pasaporte y el ahorro, en motivación.
Del Obelisco a Florianópolis: una travesía de 1.500 kilómetros
El recorrido en micro desde Argentina hasta Florianópolis puede superar las 20 horas dependiendo del punto de partida y las paradas intermedias. Desde Buenos Aires, el trayecto suele incluir una escala o cruce por Puerto Iguazú, un paso estratégico que conecta a los viajeros con el sur brasileño a través de Foz do Iguaçu.
Este itinerario no solo permite abaratar costos, sino también descubrir paisajes y destinos que muchos vuelos pasan por alto: la selva misionera, los ríos fronterizos y las rutas que serpentean hacia el Atlántico.
Aunque las tarifas varían según la temporada y la empresa, los pasajes en bus suelen costar menos de la mitad que un vuelo directo, especialmente en temporada baja.
Florianópolis: el destino que eligen cada vez más argentinos
Florianópolis ofrece más de 40 playas, entre las que destacan Canasvieiras, Jureré e Ingleses, zonas muy frecuentadas por argentinos durante el verano.

Pero Floripa también es ideal para quienes buscan tranquilidad y conexión con la naturaleza. Rincones como Barra da Lagoa, Praia da Galheta o la Trilha Praia da Mole invitan a caminar, hacer surf o simplemente disfrutar del paisaje. Desde el Mirante Boa Vista, la vista panorámica de la isla deja en claro por qué este destino enamora año tras año.



























